Tengo un nudo enorme en la garganta que nada lo deshace y pasar saliva causa en el acto una molestia aguda que cuando se acrecienta y aprieta termina por ser demasiado enloquecedora. Tengo en mi mente y en mi corazón la dicha de poder con esto, pero es mucho para mí, siempre llega esa contraparte que me invita a caer, a dejar bajar los brazos. Es mucho para mí, más de lo que creí soportar, sin embargo al embotarme en el tiempo y pensar cuando Alek me raptó, entonces llego a la conclusión de que no es mucho, en realidad esto aún no pasaba mayores. La crueldad de Alek la conocí aquella vez, pero ahora encuentro la de otro malvado y presiento que será mucho peor. La suerte no está de mi lado, no esta vez.
El aremolino que se hace en mi pecho me atraviesa a medida que los segundos se van sumando y forman minutos que no tardan en ser horas constituidas por una angustia colosal, esa que me estás doliendo con profundidad, también es como un puñal que se clava justo en mi yugular, hace de mi vida un maldito calvario. El infierno no podría ser peor que sentirse en manos del enemigo y ni siquiera puedo hacer nada al respecto. Porque esto se sale de mis manos, como siempre ha sido, es cosa sin solución, y si de pronto la tiene, será un desafío. Tanto pensar y pensar en lo mismo, además de que no puedo detener el fecundo llanto, me ha provocado un ardiente dolor de cabeza. De esos que temes haga explotar en corto tu cabeza. Pues así me siento, ya lo entiendes, supongo. Me duele todo y seguirá así.
Me llevo las manos a la cara, contra esas dos palmas que esconde mi rostro desfigurado por el algiar espantoso, empiezo a soltar un poderoso llanto apabullantes, que a su vez, es acompañado por quejidos durante muchos minutos. Pero ese tiempo para mí se ha convertido en una eternidad perturbadora.
Realmente te mata, te quema hasta el infinito, trato de calmarme, porque es la única forma de que el dolor en mi cabeza baje y pueda volver a sentirme aliviada, sin embargo, no pasa, no interesa los intentos, porque todos estos se vuelven inútiles ante el monstruo que grita en mi cabeza. Así de feo se palpa.
Deseo una pastilla, alguna píldora que logre aliviarme. Lo peor no es esto, sino lo que está por llegar. Me quedo quieta en mi lugar al escuchar la llegada de alguien, hago silencio, no quiero que me vean despierta, lo mejor, en mi ilusa cabeza es hacerme la dormida sobre esa vieja colcha y ya. Funcione o no, ya lo estoy intentando en mi mente, lo que me parece un reto de esos que no se pueden lograr. Mi respiración no es plácido, todo lo contrario, es como si he corrido una maratón, sumado al hecho de que el nerviosismo ya la disparo por los aires, y no puedo hacer nada para el cambio.
Los pasos se hacen cada vez más cerca, pero sigue siendo solo en el exterior. Desde que estoy aquí, he oído mucho así. Pero nadie entra por esa maldita puerta, y no es que esté esperando a que alguien lo haga, solo que la espera me mata y no saber cuánto tiempo más voy a estar metida en estás mugrosas cuatro paredes. A cualquier persona que esté pasando la misma situación que yo tendría esa opinión que yo también tengo.
No entrara nadie, como siempre, pero unos pasos que son más fuertes parecerme llegar a esa puerta y detenerse junto frente a esa que parece de roble, como de un calabozo, lo que le da a mi encierro algo más de escalofríos a todo mi ser. El ambiente sí que es de una cinta de horror. Pero nadie entra, como estoy esperando, puede que no es mi hora. Pido al cielo que mis ruegos sean escuchados, yo merezco salir viva, por favor que ellos tengan compasión de mí, y me dejen libre así como estoy deseando estar. Solo pido eso.
Solo deseo eso para volver a recuperarme y sentir que esto ha sido solo un mal sueño, de esos que por unos días no se van en tu mente, pero entonces ya no manejan tu vida y puedes seguir el rumbo de la misma sin la necesidad ridícula de tené miedo por todo y a todos, de temerle a una salida por miedo a ser atrapada nuevamente y llevada a estoy un cuarto asqueroso que ni siquiera es habitable para ratas. Así de feo es esto, y yo no puedo hacer nada. No dejaré de repetirlo. Tomo aire y me encojo más y más en mi lugar, como si de esa manera pudiera hacerme más pequeña.
Es ridículo pensarlo de esa manera, seguiré siendo visible para ese montón de animales que solo buscan hacer el daño y la maldad más inimaginable. Sí, solo quieren y desean hacer como si de un juego fuera o cosa insignificante, llevar a acabo los planes más oscuros y abominables. No merezco pasar por eso, la verdad que no, pero no me queda de otra que estar así, atada a lo mismo. Porque Alek también lo ha hecho, no dejaré de decirlo, él ha sido alguien malo, y aunque conmigo ya no es más así, sé que al seguir en ese mundo detestable sigue haciendo el mal. No interesa un rábano si lo ha hecho a sus enemigos, igual quita la vida de personas sin remordimiento, lo terrible es que yo estoy apresada en manos del enemigo y pueda que consiga el mismo destino.