DANIELA
A veces el monstruo no está debajo de la cama o dentro del armario, a veces no esta tan lejos de la casa y nosotros estábamos por descubrir que el nuestro se encontraba más cerca y que sonreía con nosotros, nos tomaba de las manos, se sentaba a comer y hasta dormía en la misma casa…
Ver la escena de sexo entre mis padres y El Tío no fue tan impactante como sus palabras sabíamos que lo hacía con toda mala intensión y eso era lo que nos desboronaba porque mis padres eran adultos y confiaban en él así como hasta hace poco nosotros también.
Vimos como él la beso un rato también y volteó hacia donde nosotros y nos hizo señal para irnos.
Corrimos tomadas de las manos, con Daniel detrás de nosotras llegando a la puerta cerramos y pasó seguro a la puerta, nunca lo habíamos hecho pero esa vez lo necesitábamos, teníamos miedo, nada de lo que pensábamos de nuestra familia era cierto, y si ese señor le hacia eso a mamá estando papá cerca, a nosotras que no nos haría, nos estremecimos al mismo tiempo, podía jurar que ellos pensaron lo mismo que yo.
Tomados de las manos nos acostamos juntos los tres, Alejandra en el medio. Y debido a las lágrimas derramadas y la muy mala noche nos dormimos. Esperando poder decir… ¡CORTEN! Por nosotros mismos, y acabar con esta película, aunque en realidad, sabíamos que esa noche era el inicio de muchas que serían tormentosas.
Esa mañana, era la última de clases, a pesar del poco dormir y que los despertadores sonaron pronto nos levantamos en silencio. Nos dimos un abrazo y nos encargamos de arreglarnos, ciertamente nuestra madre no llego a nuestra habitación como todas las mañanas a verificar que estábamos alistándonos.
Una vez listos, en el centro de la habitación, Daniel, con cara seria nos hizo acercarnos a él para decirnos:
— ¡Nunca! —Comenzó a decirnos mientras sosteníamos nuestra manos agarradas— deben permitir que ningún hombre, por mucho que les guste, amen o deseen, les manipulen dicen que lo que vimos anoche es el placer y que es lo que ocurre entre parejas. Deben saber que el placer no viene solo de actos como eso.
» Somos adolecentes y muy a pesar de lo que diga el tipo ese, jóvenes aun. Yo prometo nunca tratar así a una mujer. Con el mayor esfuerzo pasaremos la página y actuaremos como si no hubiéramos visto nada. Así que ahora de que bajemos y saludemos a nuestra amada madre, la que cada día se levanta y nos alimenta, la que nos mantiene sanos, con ropas limpias, nos cuida y educa diariamente llena de amor y responsabilidad. No dañaremos su imagen como quiere él, no desconfiaremos de ella.
—De acuerdo. ―respondimos al unísono.
Bajamos las escaleras, dejamos los bolsos en el recibidor cerca de la puerta y nos encaminamos a la cocina y allí se encontraba mi madre, Mariangel, hermosa y con su perfecta sonrisa.
Un pantalón de Jean n***o pegado al cuerpo, un suéter de algodón color azul claro, zapatos de tacón alto del mismo color, su largo cabello en una media trenza de lado, su casi inexistente maquillaje tan exacto solo para hacerla lucir más hermosa, amaba a mi madre, ella cada día estaba allí para nosotros y nos enseñaba a estar unidos; a estar para cada uno más allá de la vinculación de familia, veníamos de los mismos seres, descendíamos del milagro maravilloso de la vida, proveníamos del amor y llevamos además de la misma sangre el mismo propósito amarnos sobre todas las cosas y personas también.
Así que nuestro amor de hermanos iba mucho más allá del normal por apellido, podíamos morir el uno por el otro o incluso los tres solo para defendernos de los demás. Y no era un sacrificio era Amar.
— ¡Buen día, mamá! – como todos los días saludamos al unísono.
— ¡Mis niños! Buen día, ¿descansaron? – Nos preguntó mientras dejaba un bezo en la cabeza de cada uno, y colocando las más ricas arepas hechas en el mundo.
—Sí. ―Respondimos en coro. Ya era costumbre, el desayuno ya era como un ritual lo único que lograba escaparse de repetirse, era lo que nos preparaba ya que pocas veces era igual, nunca comíamos dos veces en la misma semana.
—¡Vamos, niños! Apúrense debemos salir ya. Su padre y tío están durmiendo aún. No perdamos tiempo.
Es injusto saber que ella era la que tenía que aguantarlos y aun así se levantaba temprano a cumplir con sus funciones, «¿esto sería así cada vez que Rodrigo venia?» Ellos durmiendo y nuestra madre levantada y tan inmaculada, pareciera que lo de anoche fue un sueño.
Salimos riendo de las ocurrencias de nuestra madre, como siempre, nos montamos en la camioneta, nosotras atrás, mamá manejando y mi hermano a su lado.
Treinta minutos después estábamos en la entrada del liceo; era uno privado de los muy costosos. Teníamos actividades extras, el ballet, futbol, danza, natación, gimnasia rítmica, etc. etc.
Había gran variedad, Alejandra estaba en la gimnasia rítmica con su amiga y cuñada Hismary Braxton.
Yo con mi hermano estábamos en danza y él también practicaba natación. Allí en esas actividades que hacíamos desde el primer año de básica conocimos a nuestros amigos nuestros amados hermanos Braxton.
Y es que quien no amaría a los hermanos Braxton, de familia de cinco hijos, padres amorosos con más de treinta años juntos, un negocio familiar que los hacía pudientes económicamente sin la exageración de las cosas materiales.
De los tres hermanos que aún estaban en menoría de edad el mayor era Tayler Braxton, el niño era hermoso pelo rubio, ojos verdes de un metro setenta y creciendo, ya que aún estaba en desarrollo, y que desarrollo.
Su cuerpo totalmente definido sin pasar a lo exagerado buenos brazos, espalda ancha y sus piernas… dios esa eran unas piernas deliciosas, musculosas y fuertes muy, muy fuertes, desde los tres años practicaba natación y desde los seis bailaba, a los doce lo hizo profesionalmente y en la actualidad era un maestro del baile; incluso en los ritmos actuales de Break dance, todas sus posiciones y maneras de moverse, girar, saltar, sostenerse en el aire, él era divino, además no era solo su físico.
Su mente era una de las más inteligentes en el liceo, cuadro de honor desde primer año. Él estaba cerca de graduarse y nosotros a excepción de Alejandra e Hismary, estábamos a un año de terminar.
En pocos menos de tres meses cumpliríamos los diecisiete y comenzaríamos el proceso de elección de universidades. Tayler, era un excelente alumno, bailarín, profesor, sí, también profesor, ya que, él era quien nos daba clases de danza.
Allí fue donde conocí al Tayler con corazón, el mejor del mundo uno tan grande que podía amar a muchas personas, pero como el mismo decía, que solo me pertenecía a mí.
Así que nos hicimos novios hace menos de cuatro meses, amigos ya éramos; teníamos mucho tiempo conociéndonos, ya que nuestras hermanas eran amigas, coincidíamos en muchos lugares; una tarde de clases en danza, estábamos viendo el baile de salsa, las alumnas eran muchas, sin embargo, la asistencia siempre era más por el profesor; que por la actividad en sí.
Mi pareja por lo general era Dan; mi hermano no le gustaba relacionarse mucho con las chicas con esa forma de actuar, como el educadamente le decía. Nosotras le decíamos zorras regaladas, porque lo eran.
La pareja del profesor de ese día no estaba ayudando mucho, pero mi hermano y yo lo estábamos haciendo bien, perfecto, según él mismo con sus propias palabras.
De pronto me tomó de la mano hasta colocarnos en el medio del salón, me dejo frente la pared espejo. Colocó a las otras alumnas detrás para que vieran los movimientos, yo estaba acalorada y no era solo por los pasos, era su hermosa sonrisa, mucho después por sus palabras susurradas en mi oído.
«Hueles delicioso, incluso cuando sudas, me encanta tu olor»
Tropecé con sus pies y me sujeto a tiempo, mi mirada no se apartaba de sus hermosos ojos verdes, aun así continuamos con el baile.
Cuando culminó la canción, dimos otro baile y cambiamos al siguiente género, la balada, cualquiera podría decir que una música suave se podría bailar fácilmente, la verdad es que podrían tener razón seria sencillo, sin embargo Tayler lo hacía especial, sensual, hermoso, era no solo dos personas moviéndose, sino dos cuerpos amándose, dos almas diciéndose todo a la vez en cada movimiento. Haciéndose consientes de ellos mismos y del otro a su lado, delante, atrás y sobre ellos. Desde esa tarde supe que era sentir mariposas en el estómago, que era desear un beso y suspirar por verlo sonreír.
Tres días después desde ese. Para que me encontrara de nuevo en clase y verlo, fue ese día que después de finalizar, se ofreció acompañarme camino a casa, pero como nosotros debíamos llegar juntos los tres, debíamos irnos todos, de esa forma nos juntamos a la salida, partiendo juntos a los tres hermanos Braxton. Parecíamos las parejas perfectas, ya sabía que a Daniel le gustaba Hismary, ella era una niña tierna, su piel pálida su hermoso cabello lacio, largo y tan n***o como el ónix, así que cuando la tomó de la mano y en paso seguro camino a su lado, yo sabía que él la quería, si demostraba en público que estaba con él, eso sería seguro un amor.
—Entonces. Están cerca de cumplir los anhelados diecisiete —preguntó Tayler mientras cruzábamos la calle.
—Sí. — dije dudosa, no sabría cuál sería su interés en ello.
—Bien me parece que serás una cumpleañera hermosa, imagino que la fiesta será un gran acontecimiento. Lo digo por tu padre. Me dijo él mío que nos llegó la invitación. Él está orgulloso, no deja de nombrarlas a ustedes en cada reunión del club.
—Bueno. Mi padre es muy bullicioso, le encanta hablar de nosotras. Siempre ha sido así. Pero dime Tayler. ¿Asistirás?
— ¿Quieres que vaya? —me preguntó mirándome a los ojos. Los suyos me encantaban cada vez que bailábamos desde la última vez, me sentía flotar, adoraba esa mirada tan hermosa cuando se juntaba con su sonrisa y me hacían desear sus besos.
—Sí. Quiero que vayas y tus hermanos también. Pues. Yo…
Quería pedirle que fuera mi acompañante, que bailara conmigo. Estaba apenada. Si no le decía, no podría saber cómo el reaccionaria o si me diría que no. Así que se lo solté lo más rápido que me permitía mi boca temblorosa hablarle
— ¿Quieres-ser-mi-acompañante-de-baile-en-mi-fiesta? — solté el aire cuando terminé y volteé a ver a mis hermanos, iban riéndose los cuatros muy escandalosamente. Sentí su cálida mano en mi mejilla, jalando suavemente, para enderezar mi cara hacia él.
—Daniela. Me encantaría ir a tu fiesta, y nada me haría más feliz que ser tu acompañante, pero debes saber que no tienes que temer hablarme, debes decirme lo que quieras con confianza, no me reiré de ti. Ni de tus pensamientos por muy ridículos que los creas. Además quiero preguntarte algo. Quiero que me contestes con la mayor sinceridad, que no te dejes embargar por la vergüenza.
Por eso era que me encantaba Tayler, por el hombre que era con su corta edad, porque siempre tenía la repuesta adecuada, valoraba todas las personas a su alrededor y adoraba los que eran sus más cercanos. No le importaba abrazar por ratos a sus hermanos y besar en la mejilla a Jaylor; el moreno que traía suspirando a mi hermanita.
— ¡Está bien! Prometo nunca dejar de ser sincera y tener siempre la confianza para decirte lo que sea. Ahora pregúntame.
— ¿Quieres ser, mi novia? —su voz fue muy segura, no titubeó en ninguna letra, no apartó la mirada de mi e incluso tomo mis manos en las suyas mientras me preguntaba.