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Mi jefe quiere un hijo

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Blurb

Soy Harper, un multimillonario que tiene todo lo que quiere, excepto un hijo.

Finalmente he elegido a la madre. Abigail Taylor, ella es brillante, amable y trabajadora y tenemos un año trabajando juntos. Sus genes encajaran perfectamente con los míos. Y no hace daño que haya pasado el último año fantaseado con llevarla a mi cama y hacerle todo tipo de cosas deliciosamente perversas.

***

Harper es un brusco macho alfa y mandón. Yo, Abigail Taylor estoy acuerdo con eso en el lugar de trabajo. Después de todo, el es mi jefe.

Lo que no puedo creer que mi jefe quiera que tenga a su hijo y que quiera hacerlo a la antigua. No puedo imaginarme teniendo se..o con él. Él es Landon. Seguro que es sexy de una manera oscura y melancólica y cuando el ladra ordenes, mi cuerpo responde naturalmente, pero aún así...¿Sexo con Harper? Yo no puedo hacer eso, ¿O si?

Su oferta es difícil de rechazar y yo solo tendría que estar con él hasta quedar embarazada. No debería de llevar mucho tiempo, ¿Verdad?.

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1- IMPUNTUALIDAD.
HARPER. Miré mi reloj. Abigail llega tarde de nuevo. Ella es la mujer más brillante que he conocido en mi vida, pero necesita trabajar en su puntualidad. —¡Abigail! — le grité. —No le grites. Ella no es tu perro— Blake se sentó frente a mí en la mesa de mi oficina luciendo tan perfectamente formada como siempre. Blake y yo hemos sido amigos desde la secundaria y ella nunca tuvo un cabello fuera de su lugar. Parecía una modelo rubia de portada, pero siempre había sido su amabilidad e inteligencia lo que me habían atraído. Pero ella se había enamorado de mi compañero de cuarto Luke, y ese había sido el fin de mi enamoramiento por Blake. Incluso entonces sabía que no Valía la pena perder a los dos únicos amigos que tenía por un enamoramiento unilateral. —Se que ella no es mi perro, pero llega tarde— dije. Me gustaría que Abigail fuera mi sumisa, pero tenía planes más importantes para ella. —¡Abigail, entra aquí ahora! — —Ella fue a conseguir tu almuerzo— Blake me lanzo una mirada de disgusto. —Deja de gritar. Ella estará aquí cuando termine— —¿Gritar? Pensé que era su tono normal— Abigail entro en mi oficina como una brisa refrescante Podía jurar que la energía en la habitación crepitaba cada vez que Abigail estaba en ella. Era un torbellino de movimientos, tanto su cuerpo como su boca. La primera vez que la conocí, quedé fascinado por el aluvión de palabras que fluían sin esfuerzo de sus labios. Ambos eran divagantes y divertidos. Me había sentido aún más fascinado a lo largo de los meces que la iba conociendo, siempre esperando a ver qué cosa extraña o inapropiada saldría de sus suaves labios rosados. Abigail dejo caer un sándwich envuelto, una bolsa de papas fritas y una lata de cola frente a Blake. —Ese es el único tono que usa conmigo— —Tal vez si llegaras a tiempo, no lo haría— La mayoría de la gente, además de Blake y Luke me trataban con deferencia debido a mi riqueza, pero no Abigail. A ella no parecía importarle mi dinero o mi poder. Me molestaba y me excitaba a la vez. —Por favor— Sus ojos azules brillaron con diversión. —Me gritas cuando estoy en mi oficina y no llego tarde entonces. Cuando estoy trabajando— Busco en la bolsa de la tienda de delicatessen. —No grito—extendí la mano. Estaba hambriento. —Gritar implica histeria y yo nunca estoy histérico— —Puedes decir eso de nuevo. Sin humor suena mejor— dejo caer un sándwich envuelto en su mano y luego puso agua y una bolsa de rodajas de manzana en mi escritorio. —Incluso era severo en la universidad— se rio Blake. —No lo era. Era serio y trabajador. No tendríamos este negocio si no lo hubiera sido— —Luke y yo también trabajamos duro— Blake abrió su bolsa de papas fritas. —Pero también sabíamos cómo divertirnos— Sus ojos se encontraron con los míos y luego se dirigieron a Abigail, quien estaba sentada al otro lado de la mesa con su almuerzo frente a ella. Miro a Blake y sacudió la cabeza. Ella había notado mi interés en Abigail y había mencionado, más veces de las que podía contar, que debería invitarla a salir. Lo que Blake no entendió y lo que yo no pude decirle fue que no tenía planes de salir con Abigail. Que tenía otro arreglo en mente que sería beneficioso para ambos. Tolo lo que tenía que hacer era encontrar el momento adecuado para hacerle la oferta. Puede que al principio requiera un poco de persuasión, pero yo la convencería. Siempre encuentro la manera de conseguir lo que quiero. Abigail abrió su bolsa de papas fritas. —Hablando de divertirme. Me voy a …— —¿Dónde están mis patatas fritas? ¿Y por qué tengo agua? Quiero un refresco— —Porque necesitas empezar a comer mejor— Abigail mordió una papa. —Ya no eres un hombre joven. Tienes que controlar tu colesterol y tu presión arterial— —No soy viejo— Eso fue muy insultante. —Estoy en muy buena forma— Claro que lo estoy, hago ejercicio todos los días y veía mujeres, mujeres jóvenes mirándome todo el tiempo. —Dijiste que tu presión arterial era alta. Las patatas fritas están cargadas de sal y eso no es bueno para la presión arterial alta— —Mi presión arterial esta alta porque me vuelves loco— —¿Yo? — Ella se señaló a sí misma. —¿Yo que hice? — —¿De verdad quieres que empiece? Es una lista larga— Desenvolví mi sándwich. —¿Qué es esto? No es lo que pedí— Eso estaba lleno de verduras. —Es lo que pediste. Roast beef— Me quedé mirando el sándwich y lo abrí lentamente sin querer ver que verduras les había pedido que agregaran. —No te va a morder— dijo Abigail. —Soy muy consciente de ello— —¿Entonces por qué lo abres como si fuera a atacarte? — intento, pero no pudo mantener la risa de su voz. Normalmente, amaba su sentido del humor. Podía encontrar diversión en cualquier cosa, pero no cuando me estaba torturando. —¿Por qué me hiciste esto? — la mire. —Soy un buen tipo. Te pago bien— —Son vegetales, no veneno— Ella puso los ojos en blanco. —Odio los tomates— —No hay tomates ahí, aunque no puedo entender como alguien puede odiar los tomates— suspiro, saco uno de su sándwich y lo mordió. —Son deliciosos y buenos para ti— La expresión de pura satisfacción en su rostro hizo que la sangre se acelerara a mi polla. Quería que ella me mirara, así como miro a ese tomate después de que la hiciera correrse o mejor aún, cuando tuviera mi polla en su boca. Mierda. Ahora como desearía ser ese jodido tomate. —Pero está bien si no te gustan. Cada quien sus gustos y todo eso— Ella agito su sándwich hacia mí. —Les pedí que agregaran más pimientos verdes. Te gustan esos— Casi gemí cuando ella saco otro tomate de su sándwich y lamio la mayonesa. Blake resoplo. Aparte mi mirada de Abigail y le di a Blake una rápida mirada de “Cállate”. —Me gustan los pimientos verdes, pero ¿Por qué hay tanta lechuga? No pedí ensalada— — Deberías haberlo hecho— murmuro Abigail alrededor de un mordisco de su sándwich. —También podría haberlo hecho. Apenas puedo ver la carne. Esto no es carne doble. Me gusta la carne doble— —La carne no es buena para la salud, especialmente las carnes frías. Están llenas de nitratos, grasas y sodio— —No hay queso— cogí las verduras. —Tu colesterol— Abigail se volvió hacia Blake. —¿No sabe nada de salud? — —Es un hombre. Los hombres creen que pueden seguir comiendo como si tuvieran veintitantos años y son demasiado tercos para escuchar buenos consejos… sobre muchas cosas— Blake me dio una exasperada mirada. La mire antes de mirar a Abigail. —Se de salud y no tengo el colesterol alto. ¿Por qué crees que si? — hablar con Abigail era como hacer calistenia mental. —Dijiste que ibas a tener un ataque al corazón— Abigail dio un gran mordisco a su sándwich, tratando de parecer inocente. —Yo nunca…— iba a estrangularla. —Lo dije porque me vuelves loco y me vas a dar un infarto, no porque tenga el colesterol alto— le arrebate la bolsa de papas fritas. —Hay, esas son mías— —Deberías haberme comprado papas fritas en lugar de estas— le arroje las manzanas. —No soy yo quien se queja de que mi presión arterial y mi corazón— Ella arrojo las manzanas sobre el escritorio, golpeándome en el pecho. —Devuélveme mis papas— —No— me incline hacia adelante y las arroje en medio de la mesa. —Pero las compartiré— —Son mis papas fritas— resoplo mientras tomaba una. —Tienes manzanas— —Las compartiré también— abrió la bolsa y las dejo en medio de la mesa, junto a las papas. —Y te perdonare por el sándwich de mierda— Lo cerré y le di una mordida. —No me disculpo— ella me envió una mirada desafiante. —Deberías de agradecerme. Los vegetales son buenos para ti— —También lo es aplastar la impertinencia— Fruncí el ceño. —Pero podemos hablar de eso más tarde. Ahora, escuchemos cómo funciona el reconocimiento facial que va con mi software— hice hincapié en la palabra “mi” porque a ella le molestaba muchísimo. Me encantaba verla erizarse y luchar por no discutir conmigo. Estoy bastante seguro de que algún día ella va a estallar como una tetera caliente. Ella había pasado incontables horas escribiendo este código. Era más de ella que mío, excepto que yo era el dueño. Yo aprovecharía esa posesividad suya para conseguir lo que quería. Ella era joven gozaba de buena salud, extremadamente inteligente y por alguna razón mi polla la deseaba como no había deseado a nadie desde que era un adolescente cachondo. Había sopesado todos los pros y los contras y había decidido que ella era la mujer perfecta para tener a mi hijo.

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