7- ELLA ESTA EN UNA CITA.

1543 Words
HARPER Estacioné el auto y caminé hasta la casa, tocando el timbre. —¿Puedo ayudarlo? — una mujer se asomó por una pequeña ventana en lo alto de la puerta. Era mayor, pero no carecía de atractivo, con cabello castaño como el de su hija. —Hola señora. Soy Harper. El jefe de Abigail. Necesito hablar con ella— La mujer abrió la puerta. —Hola, soy Irene, la madre de Abigail. Por favor pasa— Ella se hizo a un lado. —Hace mucho tiempo que quería conocerte. Abigail habla mucho sobre su trabajo. No entiendo la mayor parte, pero puedo decir que le encanta trabajar para ti— —Ella es una empleada de ensueño— Había tenido muchos sueños con ella. Sueños calientes, sexys y húmedos. —Ella ciertamente trabaja duro— Había una pizca de castigo en su tono. —Y largas horas— Entré en la casa. Estaba ordenada, pero con cortinas y alfombras desgastadas que alguna vez habían sido bonitas pero que ahora estaban raídas. Las manchas en el techo indicaban una gotera o tal vez un problema de plomería. Cualquiera de los dos funcionaba para mí porque significaba que Abigail definitivamente necesita mi dinero. —Lo hace. Tenemos mucho trabajo que hacer— Eché un vistazo a mi reloj. —¿Puedo hablar con ella? — —Ella no está aquí— —¿Qué quieres decir que ella no está aquí? — Entonces ¿por qué carajos estaba yo en la casa? — Qué ella se fue— —Entiendo el concepto de que ella no está aquí— El rostro de Irene se contrajo un poco alrededor de sus labios. —Lo lamento— había sido un poco brusco. Necesitaba encantar a esta mujer. Ya tenía dos strikes: fui grosero y, hacia a su hija trabajar muchas horas. No podía permitirme otro. —Es solo que necesito hablar con ella. Quiero discutir una oferta que le hice esta noche— Es hora de agregar algo de presión a su caso. —¿Te lo dijo ella? Es bastante lucrativo— Ella no se lo había dicho a su madre. Por lo que había dicho, su querida mamá era un poco pasada de moda en cuanto se trataba de sexo prematrimonial. —No, ella no lo hizo. ¿Qué tipo de oferta? — —Quizás debería dejar que Abigail te lo cuente. Son muy buenas noticias— —Si, probablemente eso sea lo mejor— Irene no parecía feliz por eso. —Me pregunto por qué no lo mencionó — dijo. —Probablemente se olvidó— —Hmm. Es posible, pero la oferta de asociarse en mi negocio no es algo que se nos escape a la mente— —¿Una sociedad? — El rostro de Irene se iluminó. —Eso es maravilloso. Ella ha trabajado muy duro para ti— —Si, lo ha hecho y debería ser recompensada— Oh, y yo la recompensaría con mucho sexo, mucho. —Eso es maravilloso. Oh, ¿Dónde están mis modales? ¿Quieres un poco de café o té? — —Gracias. Un café sería maravilloso— La seguí hasta la cocina. —¿Crees que Abigail regrese pronto? — —Por favor siéntate— Irene hizo un gesto hacia la mesa y comenzó a preparar el café. —Realmente necesito hablar con ella— Saqué una silla y me senté. —¿La has llamado o le has enviado un texto? — —Esto es mejor discutirlo en persona— Conocía a Abigail lo suficiente como para saber que en este momento ella ignoraría mis llamadas y mensajes de texto. Cuando Irene me miró, añadí: —Hay contratos que firmar— —Oh por supuesto— Ella sonrió. —Lo siento, pero no se cuándo volverá a casa. Está en una cita— —Maldita sea. Pensé que ella había cancelado eso— me puse de pie. Eso no iba suceder. Ella no va a tener sexo esta noche. Ella no echará un polvo hasta que ella este en mi cama con mi polla dentro de ella. No estaba de humor para esperar otro mes o dos para estar seguro que el esperma de otro hombre no la haya dejado embarazada. —Disculpe, señor Harper. Pero no aprecio ese lenguaje— —Lo siento— me alegré de no haber dicho puta Mierda, o nunca conseguiría su ayuda. —Pero este es un tema urgente— Si, mi pene necesitaba algo de liberación. —Necesito hablar con ella esta noche— —Le diré que te envié un mensaje de texto cuando llegué a casa. Y puedes volver entonces— Eso no va a funcionar. —¿Hay alguna manera de que puedas decirme a dónde fue? —le pregunto. No tengo ningún problema en interrumpir su cita. —No la molestaré por mucho tiempo— No, yo la convencería de que viniera conmigo. Si ella estaba interesada en echar un polvo, yo no tendría ningún problema en volver a mi casa y follar. —Ojalá y pudiera, pero realmente no sé a donde fue— —Maldita sea… dispara— Me encogí. No había dicho dispara desde antes de que mi madre comenzó a consumir drogas y traer a casa a traficantes de drogas. Había estado lanzando bombas y maldiciones desde los ocho años. —¿Quizás podrías llamarla y pedirle que vuelva a casa? — —¿Por qué no la llamas tú ? — dejé el café en la mesa. Me palpe los bolsillos. —Olvidé mi teléfono celular— le di una mirada tímida. —Nunca recuerdo de tomar esa maldita cosa— Nunca olvido mi teléfono celular y estoy rezando para que no suene ahora. —Hmm. No lo sé. No lo sé. No sé si respondería si la llamara. Ella ha estado esperando esta cita desde hace mucho tiempo. Tal vez mi hermana lo sabe— Ella se dirigió hacia la sala de estar y hacia las escaleras antes de gritar. —¡Tina! Ven hacia la cocina. El jefe de Abigail está aquí y necesita hablar con ella. ¿Sabes dónde fue a su cita? — —Estaré allí— gritó otra mujer. Irene regresó a la cocina. Ella sirvió otra taza de café y llevo las dos tazas a la mesa. —Espero que pueda ayudar. Ella y Abigail siempre han sido cercanas— Ella tomó un sorbo de su café. —Una mujer joven puede decirle a su tía cosas que no le diría a su madre— No tenía idea de cómo responder a eso, así que bebi un poco de café. —Esto está muy bueno— —Gracias— Una mujer entró en la cocina. Tenía aproximadamente la misma altura y edad que Irene, pero ahí terminaba el parecido. Esta mujer no se parecía en nada a su desaliñada hermana. Tina probablemente tendría entre cincuenta y sesenta años, pero tenía el pelo rubio, era delgada y vestía ropa elegante y sexy que abrazaba sus caderas y acentuaba sus pechos. —Señor Harper, ella es Tina, mi hermana— dijo Irene. —Señor Harper. Eso parece formal— dijo Tina. —Llámame Harper — Me puse de pie y le estreché la mano. —¿Harper? ¿Sin nombre? — preguntó Tina. —No soy un fanático de eso— —Así es. Abigail mencionó eso— Tina se rió y fue un sonido ronco que fue directo a mis pelotas. Por el brillo de sus ojos, esta mujer sabía exactamente lo que les hacía a los hombres. —¿Ha hablado de mí? — Ni siquiera quería saber lo que ella había dicho. Abigail tenía una tendencia a decir cualquier cosa que pasara por su brillante cabeza y había muchas veces en las que ella había estado más enojada conmigo. —Todo el tiempo— dijeron ambas mujeres y luego se rieron. —Déjame asegurarte— les dedique una media sonrisa. —No soy tan malo como ella dijo— —Oh, apuesto a que eres igual de malo— dijo Tina con un brillo en los ojos. —Tina, no seas grosera— reprendió Irene, pasando por alto la insinuación. —¿Sabes a donde fue Abigail a su cita? El señor Harper necesita hablar con ella sobre un asunto de negocios— —¿Negocio? — El humor abandonó los ojos de Tina. —¿Sería el asunto que discutí con ella hoy? — —¿Ella te habló de la promoción? — preguntó Irene. —Ella no me lo mencionó— —Estabas preparando la cena— dijo Tina. —O estoy segura de que ella lo habría hecho— Ella sacudió la cabeza casi imperceptiblemente. Yo entendí. No se lo había revelado ni debería revelarse nada sobre esa conversación a Irene. Incliné la cabeza y la tensión en los ojos de Tina se alivió un poco. Ahora tenía que descubrir si la tía Tina era una mujer práctica o romántica. Si ella fuera lo primero, sería una aliada invaluable, pero si fuera la segunda, sería mejor que me asegurara que no agarrara un cuchillo, o podría encontrarla encajándolo en mi pecho o en mi ingle.
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