Capitulo 1.
La clase de matemáticas es tan aburrida que lo único que hago es dibujar en mi cuaderno un montón de garabatos sin sentido para poder pasar el rato, ya que no logro entender nada, mucho menos con el profesor que tengo, que hace que concentrarse, en algo más que no sean sus labios, se vuelva imposible.
Voy en tercer año de Administración, no es necesario aclarar que odio esta carrera, y aun veo esta materia de primer año. Ni siquiera me esfuerzo en aprobarla, mis planes consisten en largarme de aquí este semestre, o al menos ese es el acuerdo que hice con mis padres.
Distraída, miro al frente topándome con la mirada de mi profesor de matemáticas que está rodeado de todas las zorras de la clase. Usualmente me hago invisible en la multitud, trato de nunca llamar la atención, solo firmo mi asistencia, entrego mis exámenes y me voy a casa, no por ser tímida o nerd, es que simplemente no pretendo hacer amistades aquí.
Soy demasiado para estos simples mortales.
Mi profesor se llama Jhon Miller, tiene 27 años, es muy sexy, con un cuerpo bien trabajado y una sonrisa moja bragas, debo admitir que fantaseo con el muy seguido; tiene hermosos ojos café dorado, el cabello castaño, su cara la adorna una sensual barba perfectamente ordenada que le da un aire de misterioso y sofisticado.
Mataría por meterlo en mi cama - Pienso mordiéndome el labio. Me es imposible no fantasear con él mientras explica su clase, con esa concentración impecable y una voz profunda que podría provocar un orgasmo a cualquier chica.
-Cooper, ¿Me prestas tus apuntes? - Interrumpe mis pensamientos una pelinegra que, según yo, debe ser una compañera, hace mucho que nadie me notaba, así que no puedo ocultar mi cara de sorpresa.
-Eeehh, ¿Cuáles apuntes? - creo que me está confundiendo.
-Los de la clase de hoy ¿No copiaste nada? - parece sorprendida.
-No - pongo mala cara.
¿Y a ti que te importa si copio o no? ni siquiera te conozco - pienso para mi sola, pero ella parece notar mi molestia y se va sin decir más nada.
Al final de la hora, todos los alumnos se han ido, incluyendo al profesor, así que recojo mis cosas rápidamente para irme a casa. Casi siempre soy la última en salir del salón.
Cuando salgo por completo del edificio, logro verlo sentado en la grama conversando animadamente con mis compañeras. Se ve tan relajado y juvenil, no parece un profesor común, es como otro alumno más.
Llevo tanto rato mirándolo que casi se me cae la baba, tengo una obsesión con meterlo en mi cama porque por alguna razón siento que debe ser muy bueno en ello. Creo que es su mirada, tan intensa y ardiente que parece desnudarte con ella, es una mezcla entre perverso e intelectual.
¡Oh dios! Me encanta - nuestras miradas se cruzan un instante y siento que se dio cuenta que lo miraba porque me sonríe de lado.
Miro hacia otro lado rápidamente simulando desinterés, mi corazón va a estallar y siento que mis mejillas se calientan, lo cual es malo porque si me ruborizo se dará cuenta.
Parezco una colegiala tonta, solo fue una mirada y dudo que haya notado que lo estaba viendo a él. Definitivamente necesito un trago y un acostón urgente.
No soy de tener novio, lo mío es ir a un bar, charlar con desconocidos, hacer que el más atractivo me brinde unas copas, y luego terminar en mi apartamento con mis piernas alrededor de su cuello. Por la mañana correrlo con una enorme sonrisa y mis dientes en su trasero.
Quiero morderle el trasero - me muerdo el labio imaginándolo desnudo en mi cama. Debe verse jodidamente bueno sin ropa, con un cuerpo envidiable y bien tonificado, con un agarre fuerte, que amenace con romperte si te toma con brutalidad.
Intento despejar las ideas pervertidas de mi cabeza y sigo mi camino hacia el estacionamiento con la intención de irme de una vez a mi casa. Cada hora que paso en este lugar hace que mi estrés aumente, al igual que mis ganas hacia Miller.
Necesito una ducha fría e irme de fiesta esta noche para poder olvidarme de él, al menos por hoy.