CAPÍTULO 24: SENTIR CADA BESO NARRA NOEMIE LACROIX Observé cómo sus ojos oscuros que destellaban lujuria y deseo, se deleitaban viéndome, como ningún otro hombre me había visto en la vida: como si yo fuera una cosa preciosa y de gran valor, pero, a la vez, ansiando devorarme. Puso una rodilla en el borde de la cama, a un lado de mi muslo derecho y luego la otra, a un lado de mi muslo izquierdo. Por un breve momento sentí pánico, cuando tuve su cuerpo sobre el mío. Renaud había sabido cómo traumarme. Mi mente suponía que tener a un hombre encima significaba que este iba a atacarme. Sin embargo, el roce de su mano, sobre mi vientre, y su voz cálida susurrando en mi oído. —¿Qué te pasó aquí, Noemie? —Su índice delineó la cicatriz que tenía en mi abdomen, donde Renaud había enterrado ese c

