CAPÍTULO 23: SANAR TUS HERIDAS
NARRA IAIN REDFIELD
—Entonces, angelo mio, ¿qué te ha parecido esta cita, hasta este momento? —le pregunté, sujetando su mano por encima de la mesa, cuando terminamos de comer.
—Hum —ladeó la cabeza, como si pensara una respuesta y sonrió—. Si preguntas, pierde el efecto. Es como cuando le haces el amor a una mujer y luego le preguntas si estuvo bien. Tienes que estar seguro de que hiciste un buen trabajo.
Alcé ambas cejas y abrí mucho mis ojos, fingiendo estar impresionado.
—Dios mío, Noemie. Apenas es nuestra primera cita y tú ya estás pensando en hacer el amor.
Sus mejillas se pusieron rojas y se puso nerviosa. Me reí y traje su mano a mi boca, para besarla.
—¿Ya has pensado lo que te dije? —Cambié el tema—. ¿Lo de quedarnos a conocer la ciudad?
—¿
