Mi tua cantante

Años, años llevo buscando a mi compañera, mi debilidad, mi única razón de vivir. He vagado por todo el mundo cambiando mi nombre, mi edad y hasta mi aspecto, tengo un baúl lleno de identificaciones con nombres diferentes, edades diferentes y nacionalidades diferente. Pero esta vez voy a ser yo mismo. Bástian Roosevelt de 24 años, con nacionalidad de Nueva Orleans, llevo décadas sin venir a este lugar y seguramente las personas con las cuales conviví, ayudé y estudié en ese momento ya sean mayores o quizás ni siquiera estén vivas ya. Actualmente, existo hace 623 años, no era mentira lo que dije hoy. Cuando digo que he andado por todas partes del mundo, es por todas partes del mundo. Hoy es el segundo mes que estoy aquí en Nuevo Orleans, la universidad de este lugar es increíble, amo cada cosa de ella y la verdad que extrañaba este lugar. Tengo amigos y también novia, lo cual es extraño, porque jamás he tenido una, cabe aclarar que la chica insistió desde el primer día en que me vio probé darle una oportunidad y hasta ahora me va resultado bastante fácil, es un hecho que esta "relación" nos beneficia a ambos, a ella por ser la popular de la universidad y a mí, bueno, creo que sabemos por qué me beneficia a mí. Ella es Cloe Johnson, la popular, la única, la inigualable y especialmente la rica Cloe. Ella es la manda más en todo y en todos, no soporta que le den órdenes a menos que sea yo, porque claro, tengo un "encanto" especial en las mujeres y eso me ha traído problemas con Cloe, aún no entiendo cómo es que le di la oportunidad habiendo tantas chicas lindas, pero lo echo, hecho está. Hoy comienzan las clases oficialmente, si bien ya he visitado unas cuantas veces la universidad, hoy es oficialmente el día de inicio. Si mal no recuerdo es mi 4.ª visita a este edificio estudiantil y puedo decir que ha cambiado mucho, cada vez que vengo hay nuevos alumnos que cada vez se vuelven más rebeldes, hay más profesores malhumorados y directores que no les importa nada ni nadie. - Bástian, baja o llegarás tarde a clases - Dice mi madre desde la cocina, sonrío porque esto me recuerda a aquellos tiempos en los que yo solía ser humano. - Mamá, te recuerdo que puedo llegar en menos de 2 minutos a cualquier lado - Digo mientras bajo hacia la cocina y arreglo mi chaqueta. - Sí, lo sé, pero tenemos que aparentar ser normales, Bástian - Dice mi mamá acercándose arreglándome el cuello de mi camisa blanca. - Ya mamá, quiero desayunar - Le digo apartando sus manos de mí y caminando hacia la heladera. Cuando abro la heladera solo hay comida humana, no es que la odie o que no me guste, solo que no me satisface cómo lo hace la sangre de algún animal. ¿Qué?, ¿Creyeron que bebía sangre humana?, no, eso jamás o por lo menos no hasta que encuentre a mi compañera de vida. Se dice que cuando uno encuentra a su otra mitad, solamente podrá beber sangre humana de ella o de él, si es que el humano o la humana se lo permiten, si nos atreviéramos a beber sangre de alguna otra persona que no fuera nuestra mitad, tanto el humano como el vampiro morirían al mismo tiempo. Nunca me atreví a probar la sangre humana y no creo que me llegue a gustar, mis padres aseguran que es como una droga, te vuelves adicto y si ella o él no te dicen que frenes puedes incluso hasta matar a tu mitad, llevándose tu propia vida consigo misma. - Bástian, come rápido, ya vas saliendo 5 minutos tardes - Dice mi mamá y sacudo la cabeza ante tales pensamientos ordinarios. Cuando voy a contestarle siento un aroma exquisito, un aroma a margaritas, frescas y naturales, pero ¿de dónde? - Mamá, no hueles eso - Digo y ella me mira extrañado - sí, sí, ese olor a margaritas, margaritas que recién fueron cortadas de algún jardín - Digo y mamá sonríe. - Creo que alguien encontró a su compañera - Dice mi madre mientras mi padre entra por la puerta de la cocina. El olor comienza a desvanecerse y eso de una extraña manera me enfurece y golpeo la mesa haciendo que mis padres me miren. - Ese olor no puede ser de mi otra mitad, ella debe de oler diferente, quizás cruzo un camión de margaritas o algo y fue por eso el olor - Digo y me acerco a la ventana. - Bástian, no quieras jugar con nosotros - Dice mi padre por primera vez y levanto la mano en señal de silencio y la veo, veo aquella camioneta cargada de ramos de margaritas. - Lo ven, no era ella, era un camión con flores - Digo, pero ni siquiera yo me convenzo de esa mentira, suspiro y agarro mi bolso para irme a clases - nos vemos luego - Digo y cierro abruptamente la puerta cuando salgo. No sé porque, pero hay algo que no me está dejando pensar con claridad, ¿Será que mi compañera está cerca?, ¿Será que ella ya sabe quién soy?, No, no puede saberlo si ni siquiera me ha visto, ¿O si lo ha echo?. Sacudo mi cabeza y continuo mi camino, estoy seguro de que ella no sabe de mi y yo tampoco se de ella porque el tribunal de vampiros ha sido muy claro cuando nos dieron las normas hace 600 años atrás y una de ellas fue sobre el despertar del vampiro interno. "Cuando la media mitad de cada uno de ustedes llegue a su vida, su vampiro interno estará despertándose en cada uno de ustedes, proporcionándoles las herramientas necesarias para agasajar a su mitad." Lo recuerdo como si hubiera sido ayer, mi vampiro interno aún no despierta, así que ella no va a llegar por un largo período de tiempo. Supiro y sigo caminando, frunzo las cejas porque creo que ese estúpido olor a margaritas me está causando un severo dolor de cabeza, pensé que me gustaría, pero ya veo que no y espero que mi mitad no tenga ese asqueroso olor porque la rechazaré y no importa si muero, ella no podrá morir, se supone que es humana y se le asignará otro compañero de vida. Comienzo mi camino hacia la universidad por la avenida principal y voy por el bosque, un atajo que descubrí hace años y que lo he mantenido oculto de todos, es mejor así. Mientras voy por el bosque admiro cada árbol y la fresca brisa que corre por aquí hace que inhale fuertemente y por un momento cierre mis ojos, esto me recuerda a cuando estaba en Francia, aquellas calles nocturnas cargadas de aromas increíbles y las bellas mujeres con las cuales intimé muchas veces, libero el aire que contenía en mis pulmones, me siento bien a pesar de que ese estúpido olor a margaritas de hoy me haya puesto de malhumor. Sacudo la cabeza y sigo caminando hasta que el bosque da con la carretera, cuando doy con ella cruzo y estoy entrando a la ciudad y a dos cuadras puedo ver aquella universidad llena de adolecentes hormonales y cargados de deseo, placer y excitación. Sonrío y avanzo a paso seguro.