LIA
—¡No me importa lo que cueste, encuentra quién la envió! —
El rugido furioso de Nero llena la sala. Apenas ha pasado una hora, y estamos de vuelta en la casa, y no estamos solos. La sala está llena de gente. Chase, Milo, un grupo de lugartenientes de Nero y un médico también, que revisó mi herida en busca de cristales y declaró que no necesitaba puntadas. Ahora estoy sentada en el sofá con una bolsa de hielo en la cara, viendo a Nero prácticamente trepar por las paredes.
—Tiene que ser la gente de Kovak— dice Chase, frunciendo el ceño. Como si fuera mi culpa. —Tenía acento ruso—
—Tal vez— digo. —Podría haber sido otra cosa—
Chase me ignora, concentrado de nuevo en Nero. —Aleksei te dió una advertencia, ¿verdad? Esto es una escalada—
—No estoy tan seguro— dice Milo, el tipo con as
