37- ¿Quién es ese hombre

2506 Words
LIA Nero no es un hombre al que le guste perder el tiempo. La mañana de nuestra gran fiesta de celebración, es la ceremonia de inauguración de su nuevo desarrollo en el centro. Un par de los edificios más antiguos ya han sido demolidos, y ahora unas pocas docenas de personas estan reunidas en la obra para conmemorar el lanzamiento oficial de la joya de la nueva creación de Morelli Enterprises. Hay prensa, urbanistas y todo tipo de personas prominentes deambulando. Y yo, por supuesto. La amorosa esposa de Nero. Vestida de Chanel y con un casco, y la sonrisa falsa más grande que puedo esbozar. —¿Por aquí, una foto más? — Me giro y saludo a las cámaras junto a Nero, que cada día parece más un hombre de negocios legitimo. Desde su traje n***o a medida con gemelos de oro hasta su sonrisa ganadora, encaja perfectamente con esta gente. Pero conozco al verdadero hombre detrás de esa mascara. El oscuro rey de la mafia que ha hecho que este día sea posible rompiendo todas las reglas del libro. —¡Precioso, gracias! — grita un fotógrafo. —¿Estás hablando de mi o de mi esposa? — Nero bromea, provocando la risa de la multitud. Mis ojos se posan en una figura alta que se abre paso entre la multitud. Es Ian McComark, y su esposa, Fiorella, está a su lado. Se que mi expresión flanquea cuando los veo, pero no puedo evitarlo. Es difícil interpretar el papel de esposa obediente cuando me bombardean con los recuerdos de lo que sucedió la última vez que vía a la pareja. Nero fue un monstruo y calculador mientras chantajeaba al político por su voto para rezonificar este terreno. Fiorella había estado allí, y vi cómo se le rompía el corazón al ver las fotos que Nero presento, mostrando a su esposo engañándola con una mujer más joven. Siento un ligero empujón en el costado y me giro hacia Nero. Su sonrisa sigue intacta, pero hay una advertencia en sus ojos. Mi propia sonrisa vuelve a su lugar cuando McComark se acerca. —Me alegra verlo, concejal— dice Nero en voz alta extendiendo la mano para estrecharle la del hombre. McComark la agarra, temblando. Hay una sonrisa en sus labios, pero asesinato en sus ojos. No quiere estar cerca de este evento, pero supongo que Nero dejo claro que tenía que asistir. —No me lo perdería. Apoyo todo desarrollo que enriquezca esta ciudad— Los dos se giran para mirar a las cámaras. Todo son sonrisas y apretones de manos para la multitud mientras Fiorella y yo estamos a su lado. Pero estoy lo suficientemente cerca como para oír a los hombres hablar entre sí, lo suficientemente silencioso como para que nadie los oiga. —Espero que seas feliz— dice McComark. —Lo has logrado, sin importarte el costo— —¿Quién dice que no me importa? — responde Nero, agradable. —Siempre estoy dispuesto a gastar el dinero— —Estoy hablando de mi Fiorella. mi matrimonio se está desmoronando gracias a ti— Nero resopla. —Adelante, actúa como si yo fuera el malo aquí si quieres, pero ambos sabemos que la cagaste y le rompiste el corazón a la mujer. simplemente decidí que tu engañando a tu esposa es algo que ella debería saber— —Disfrutaste diciéndoselo, bastardo— —Cuidado, McComark— advierte Nero, sonriendo con suficiencia. —No quieres que nadie te oiga usar lenguaje grosero. ¿Qué pensarían los votantes? — Veo que McComark aprieta la mano de Nero por un momento. luego se sueltan y McComark se dirige a los periodistas. —Me alegra que todos estén aquí hoy para grabar este momento. Es el comienzo de algo grande para esta ciudad. Nero Morelli tiene una visión para esta ciudad, y yo, por mi parte, estoy emocionado de verla hacerse realidad— Cuando su pequeño discurso llega a su fin, comienza a alejarse. Se que debería dejarlos ir, pero n o puedo evitarlo mientras hablo. —Fiorella, me alegro de verte de nuevo— Me mira y la tristeza en sus ojos se nota, solo por un momento. —Por supuesto. Tu tambien. Y felicidades por la boda— —Gracias— respondo. Quiero decirle que ambas estamos en el mismo barco, fingiendo afecto por los hombres a nuestro lado, pero sé que ella tambien me odia. Soy parte de la angustia y humillación. —Vamos, Fiorella— dice McComark con dureza. —Deberíamos seguir adelante. Estoy seguro de que los recién casados tienen mucha gente con quien hablar— —Hablando de eso— interrumpo. —Vamos a dar una fiesta esta noche. Una pequeña celebración. Nos encetaría verte allí— Fiorella esboza una leve sonrisa. —Lo siento, ya tenemos otros compromisos— Sigue a su marido. Él se acerca para ayudarla a superar un bache, pero ella no lo toca. —¿Por qué los invitaste? — pregunta Nero. Me encojo de hombros. —Me pareció lo correcto— Niega con la cabeza. —McComark ya no es noticia. Ya ha jugado su papel en todo esto. Ya no lo necesito— No puedo evitar preguntarme que será de mi cuando haya jugado mi papel. Después de que termina la ceremonia, regresamos a la casa, que ya está llena de proveedores y personal preparándose para la fiesta. —¡Lia! — me agarra mi organizadora de eventos, Nancy, al entrar. —Te necesito. Ven…— Me arrastra para probar las flores y los aperitivos, y apenas tengo un momento para cambiarme antes de que el aparcacoches empiece a acompañar a la gente, y el evento está en marcha. —Realmente es un espectáculo espectacular, si me permiten decirlo— Bromea Nancy, mirando a su alrededor después de que llegan los invitados. Estoy de acuerdo. El menú es perfecto, un bufe repleto de la mejor langosta y caviar, además de un experto coctelera que prepara cocteles increíbles en el bar improvisado. La temática es el lujo chic francés, así que hay olivos, rosas recién cortadas y el olor a lavanda está en el aire. Hay un trio de jazz tocando en la sala, y en la cocina, un chef pastelero del mejor restaurante francés de la ciudad preparando delicia al momento. Es un trocito de Paris aquí mismo en Manhattan, y no se me escapa que he evocado una escena de una de mis pinturas, tratando de sentir que algo esta noche es genuino o real para mí, y no solo una gran exhibición de la riqueza y el creciente poder de Nero. —No está mal— El hombre en persona se une a nosotros, y Nancy se desvanece con tacto. Nero mira alrededor de la habitación, cada centímetro del anfitrión, inspeccionando su reino. —¿No está mal? — repito, molesta. —Logre lo imposible aquí. nadie esperaba esto; se nota en sus caras en el momento en que entran— Es verdad. La casa está llena de gente de la alta sociedad y titanes de los negocios, bebiendo champan y fingiendo que no estan rindiendo tributo a un rey de la mafia. —Bien— asiente Nero con una leve sonrisa. —Lo admito. Estoy impresionado— —Gracias— digo fríamente, alisándome el vestido de seda. —¡Mira este lugar, es increíble! — Me giro para ver a Trace y Jessa Rosberg, abriéndose paso entre la multitud. He llegado a conocer un poco a Jessa en las últimas semanas y me agrada, pero no lo suficiente como para confiarle la verdad sobre mi situación. Hasta donde ellos saben, Nero y yo somos una pareja de verdad, reunidos después de todo este tiempo separados. —Hola— la saludo complacida. Al menos hay una cara amiga que conozco aquí. —¿Ya has probado los eclairs frescos? Estan divinos— —Apúntanos— Jessa sonríe radiante. Su esposo, Trace, es más reservado a su lado. Tiene una historia complicada con Nero, considerando que recientemente descubrieron que son medios hermanos. Trace asiente. —He oído que las felicitaciones estan en orden— dice con calma. —Eres un hombre afortunado— —¿No lo soy? —responde Nero secamente. Jessa lo cubre rápidamente. —¡No puedo creer que simplemente lo hicieras en el Ayuntamiento! Te habría invitado a una despedida de soltera— me regaña. —¿Y qué hay de tu vestido? ¿Quién fue el diseñador? Quero ver las fotos— ¿Fotos? No tomamos ninguna. Solo habrían mostrado la burla que estábamos haciendo, apresurando los votos, mirándonos fijamente. Fuerzo una risa. —No hay mucho que ver. Se que fue muy rápido, pero así es a veces, el calor del momento. Nosotros simplemente compartimos una conexión tan profunda que no quería espera ni un solo día para convertirme en su esposa— Odio mentirle a Jessa de esa manera, pero la verdad debe quedar entre Nero y yo. —Puedo entenderlo— responde Jessa, extendiendo la mano para tomar la de Trace. Se miran el uno al otro por un momento con amor en sus ojos, y trato de no sentir una punzada de arrepentimiento. Quiero que me miren así, sentirme así. Con mi esposo. —Ahora, ¿Qué tal esos pasteles? — Jessa desliza su brazo por el mio y me aleja de los chicos. —Sean cuales sean las circunstancias de la boda— dice con tacto, —Ahora eres parte de la familia. Me encantaría que nos conociéramos mejor— —Por supuesto— acepto feliz. —Me encantaría— —¿Qué te parece una cita doble? — pregunta Jessa. Me quedo paralizada, hasta que veo el humor en sus ojos. Esta bromeando. Me rio, aliviada. —Claro, ¿Por qué no? — bromeo. —Me imagino a Nero y Trace uniéndose durante un rato— —Estarán viendo deportes juntos enseguida— Jessa sonríe con suficiencia, y yo me rio de nuevo, tratando de imaginar a los dos hombres poderosos y melancólicos relajándose con una cerveza. Nunca va a pasar. Pero demuestra que Jessa no es ajena a la realidad de nuestras situaciones, lo que solo hace que me agrade más. Claro, todavía tengo que fingir que estoy locamente enamorada de Nero, pero preferiría estar solo el 50% del tiempo con ella antes que el 100% que se necesite pasar el rato con cualquiera de las otras personas en la habitación. —Te llamaré— prometo. —Saldremos pronto— Ojalá pudiera quedarme a su lado toda la noche, pero sé que Nero querrá que me relacione. La anfitriona perfecta. Y necesito seguir siendo útil, así que la dejo con el pastelero y circulo, charlando y conectando con los invitados de elite presentes. —¿Creo que es a ti a quien debo esta encantadora fiesta? — Hago una pausa, girándome hacia el recién llegado. Es alto, de pelo castaño oscuro, penetrantes ojos azules y un acento europeo que no puedo identificar. Su traje de diseñador esta hecho a medida para adaptarse a su esbelto cuerpo, el color azul oscuro complementa su piel pálida. Le dedico una sonrisa educada. —Me atribuiré el mérito de contratar al organizador de la fiesta, pero eso es todo— Se rie. —Tan modesta, además. Debes de ser la nueva señora Morelli— —Si, soy Lia— respondo, ofreciéndole mi mano. En lugar de estrecharla, se la lleva a los labios y le da un beso en el dorso. No estoy segura de por qué, pero algo en la forma en que sostiene mi mirada mientras lo hace, hace sonar las alarmas en mi mente. Algo anda mal con este tipo. No puedo identificar que es. pero si hay algo que he aprendido en el mundo de Nero, es a confiar en mis instintos. El hombre me suelta. —Un placer conocerte. Soy Aleksei— —¿Eres amigo de Nero? — pregunto, tratando de ubicarlo. Se rie. —¿Amigo? Por desgracia no. Soy más bien un…Socio— Supongo que eso significa que está involucrado en los negocios turbios de Nero de alguna manera. —Bueno, espero que estes disfrutando de la fiesta— digo alegremente. —Si. Y quiero desearte suerte en tu matrimonio— añade. —Sabes, en mi país hay una tradición de que una novia recién casada rompa un vaso afuera, frente a su nuevo hogar, para tener un matrimonio feliz— Sonrió, solo imaginando arrojar una copa de champan al suelo afuera. Eso levantaría algunas cejas. —¿De verdad? — Aleksei sonríe. —Dicen que todos los conflictos en el matrimonio se quedan fuera de casa, como los cristales rotos— —Nunca he oído hablar de algo así— digo interesada. —¿De qué país eres? — —Serbia— responde antes de que sienta un fuerte agarre en mi muñeca, tirando de mi hacia atrás. Es Nero. Con furia en sus ojos. —No hables con ella— le gruñe a Aleksei. —Ni siquiera la mires— Me sorprende la violencia apenas contenida en su tono. —Nero…— empiezo a decir, pero el me interrumpe. —No eres bienvenido a esta casa— Se mueve para colocar su cuerpo entre Aleksei y yo. Hay tensión en cada línea de sus músculos, y sus manos estan apretadas en puños a los costados. —Lárgate— —¿Pero por qué me iría? — Aleksei no parece afectado por Nero. Lo mira a los ojos con una sonrisa fría. —Cuando tu encantadora esposa, Lia, ha sido tan acogedora— Nero se estremece al oír mi nombre. —Sal. Fuera— Avanza, y miro a mi alrededor ansiosa. La gente empieza a mirar. —Nero…Los invitados…— —Ella tiene razón— sonríe Aleksei. —No queremos montar una escena— Hace como si vaciara lentamente la copa de champan y me hiciera un gesto de asentimiento. —Felicidades por tu buena fortuna— nos dice a ambos. —Sería prudente que la atesoraras…Mientras a un puedas— Con esa sutil amenaza, se da la vuelta y se aleja tranquilamente. Nero exhala de golpe, todavía tenso. —¿Qué fue eso? — pregunto, tambaleándome. —¿Qué te dijo? — exige Nero, todavía agarrándome con fuerza. —Nada. solo una charla trivial. Nero, me estás haciendo daño— protesto. Deja caer la mano. —Lo siento— Observo su humor. No se trata de solo de que Nero sea un idiota solo por serlo, algo serio está pasando. —¿Quién es ese hombre? — pregunto, sintiendo un escalofrió. El simplemente niega con la cabeza. —Nero…— pregunto de nuevo, pero el simplemente toma un vaso de un camarero que pasa. —No es asunto tuyo— dice con dureza y sale. No solo de la habitación, sino de toda la fiesta, desapareciendo entre la multitud hacia la puerta. Lo veo irse, sorprendida. ¿Qué demonios acaba de pasar?
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