LIA
Puede que mi matrimonio sea una farsa, pero después de unos días, empiezo a notar que el anillo en mi dedo tiene algunos beneficios. Nero finalmente relaja su apretada correa.
El hombre ha estado sospechando y rastreando mi paradero tanto como ha sido posible desde que me trajeron a Nueva York. Pero parece que piensa que no hay mucho de qué preocuparse ahora que soy su esposa. Tiene razón. Ahora estoy atada a él, me guste o no. Nuestros destinos están entrelazados.
Eso no cambia el hecho de que me ha estado ignorando durante días. He estado durmiendo en una lujosa habitación al final del pasillo de la suite principal, ignorándolo cuando va y viene. Y él me ha devuelto el favor, apenas dirigiéndome la palabra, incluso cuando nos cruzamos en el pasillo. Todavía tengo chofer y acceso total a las tarjetas de crédito de Nero, así que todavía puedo seguir con una rutina normal. Eso significa almuerzos con viejas amigas como Ariza, ir de compras e incluso ir al spa. Somos como compañeros de piso. Compañeros de piso increíblemente retorcidos y tóxicos, que todavía tienen una inconveniente química intensa entre ellos, que amenaza con cobrar vida a cada paso.
Al menos tengo mi arte. Esta gran casa adosada tiene mucho espacio, y solo me tomo un rápido recorrido por la casa para elegir una habitación en el tercer piso como mi nuevo estudio de arte. Es un espacio grande y abierto cerca de la parte trasera de la casa con puertas francesas que dan a una terraza en la azotea. Nero no se aventura aquí arriba, así que ha sido mi santuario, y paso la mayor parte de mis días encerrada aquí, perdiéndome en el color y la luz de mis creaciones, tratando de ignorar la fea realidad que acecha justo afuera de las puertas. Pero no puedo ignorarlo para siempre.
—Buenos días—
Levanto la vista sorprendida y veo a Nero en la cocina mientras entro descalza. No soy muy madrugadora, y normalmente ya se ha ido para cuando salgo de mi habitación. Así que verlo sentado a la mesa con un bagel tostado delante, bebiendo una taza de café solo, me pone inmediatamente nerviosa.
Algo pasa.
—¿Qué haces aquí? — pregunto, deteniéndome en la puerta.
—Vivo aquí— Apenas me mira mientras habla, y suspiro.
—Sabes a que me refiero—
—Siéntate, cariño— dice, poniendo un énfasis empalagoso en esa última palabra. Está disfrutando esto.
En lugar de obedecer inmediatamente, voy a la despensa y agarro una caja de cereal. Me tomo mi tiempo para llenar un tazón y agregar leche, un pequeño acto de desafío contra mi querido esposo.
Es paciente, lo que me irrita. Siento que he perdido todo el poder en esta relación, como si ya no pudiera meterme bajo su piel, pero su fría indiferencia me está volviendo loca.
Me apoyo en la isla de la cocina y empiezo a comer, decidiendo esperar a que hable.
—Vamos a hacer una fiesta— dice, y lo miro sorprendida.
—¿Qué? —
Su característica sonrisa burlona hace acto de presencia.
—Una celebración de nuestro matrimonio. Ah, y el trato de bienes raíces en marcha. Esto también vale la pena celebrarlo. McComark votó oficialmente que sí. Los planes se están acelerando. No queda nada en mi camino—
Exhalo. —Felicidades—
Me mira como si estuviera siendo sarcástica, pero para mi sorpresa, mis palabras son genuinas.
—Trabajaste lo suficientemente duro para que esto sucediera— le dedico un encogimiento de hombros despreocupado para disimularlo.
—Secuestro, chantaje, extorsión. Solo espero que valga la pena—
Sus labios se curvan en una sonrisa. —Oh, sí que valdrá la pena. He estado recibiendo cotizaciones de agentes inmobiliarios…Una vez que el terreno se reurbanice, valdrá miles de millones—
Miles de millones.
No me extraña que no se detenga ante nada deshacerse de cualquier amenaza.
—Entonces, una fiesta— sorbo mi cereal. —Bien. Lo que sea—
—Tendrás que planearla— dice. —No quiero escatimar en gastos. Estoy dejando una huella—
—¿Qué Nero Morelli es el rey del mundo? — bromeo con sarcasmo.
Sonríe. —Me suena bien. Tenlo todo listo. Dentro de una semana—
—Claro que no— resoplo. —No es tiempo suficiente. Los mejores proveedores de catering se reservan con meses de antelación. Organizadores de eventos, alquileres…—
—Haz que funcione— me interrumpe, poniendose de pie. —El dinero habla, y no me importa lo que cueste. Quiero que el mundo vea que ya no pueden subestimarme. Es un juego completamente nuevo. Encárgate de ello—
Frunzo el ceño ante su tono. —Solo porque seas mi esposo, eso no significa que eres mi jefe—
Algo brilla en los ojos de Nero. Se acerca sigilosamente hasta que está de pie justo frente a mí.
—Interesante— reflexiona, con la mirada como si fuera a levantarme sobre el mostrador y follarme hasta dejarme sin sentido. Como si quisiera que lo hiciera.
—Pensé que te encantaba cuando te decía que demonios hacer— continúa Nero, oscuramente s****l. —Como cuando te ordené que te pusieras de rodillas y me chuparas la polla. No podías llegar ahí abajo lo suficientemente rápido, estabas tan mojada que te abriste de par en par y tomaste cada centímetro—
El deseo se encierra en mi bajo vientre y se extiende como un reguero de pólvora al recordarlo. Mierda.
Se rie, y esa claro que la respuesta de mi cuerpo está escrita en todo mi ser.
—Si, eso pensaba, princesa— sus ojos brillan con conocimiento. —¿Has estado manteniendo esos dedos ocupados por la noche, frotando ese clítoris hasta dejarlo en carne viva recordando lo bien que te lo doy? —
—¿Tú? — Me las arreglo para replicar.
—No, no eres tú en quién pienso. De hecho, en la lista de mis amantes pasados, apenas tienes un lugar—
Me doy la vuelta y salgo, su risa resonando tras de mi ante mi descarada mentira. Estoy furiosa conmigo misma. no quiero excitarme con esas palabras. No quiero pensar en cómo me domina en la cama y lo bien que se siente. Así que dejo a un lado mis deseos traicioneros y me aferro a la distracción más cercana a toda máquina. Si quiere una fiesta, le daré una maldita fiesta.
Durante los próximos días, soy la encarnación viviente de la frase “comprar hasta caer rendido”
Extrañamente, me da algo de perspectiva sobre mi situación. Si, estoy atrapada en un matrimonio sin amor con un hombre que me quiere muerta, pero sigo respirando, ¿no? No solo respirando, sino viviendo en el regazo del lujo, haciendo lo que quiera con mi tiempo.
Y lo más importante es que Jack está a salvo. Puede que Nero me haya ignorado cuando lo presioné para que volviera a comprometerse con nuestro trato, pero tampoco ha dicho lo contrario. Creo que va a dejar a mí hermano en paz. Le di mi número de teléfono real para que podamos mantenernos en contacto correctamente. Se acabaron las andanzas con teléfonos desechables. Suena de nuevo mientras busco la mesa.
“compañeros de estudio”, dice el mensaje, con una foto de sus compañeros de cuarto desmayados sobre sus libros.
Sonrió. Me ha estado enviando actualizaciones periódicas y fotos de su vida en la universidad en Chicago. Él tiene amigos, clases y ni idea de que me pasa. Así es como quiero. Hace que todo valga la pena.
Le respondo con un rápido pulgar hacia arriba.
—¿Señora Morelli? —
Me toma un segundo darme cuenta de que la vendedora me está hablando a mí. Todavía no me acostumbro al nombre.
—Si, hola, lo siento— guardo mi teléfono.
—La organizadora de eventos sugirió un par de opciones, si quiere elegir—
—Gracias— La sigo hasta el expositor. Nero tenía razón, a pesar de ser de última hora, su dinero dice todo lo que necesita decir. Pude contratar a la mejor organizadora de eventos de la ciudad, cortesía de la recomendación de Ariza, y hacer que arme una fiesta increíble en un abrir y cerrar de ojos. Ahora, solo estoy confirmando algunos detalles para el gran evento.
—Tenemos algo sencillo o un estilo más decorativo— dice la dependienta, señalando las opciones.
—Hmm…— No me importa nada de la fiesta, pero obsesionarme con los detalles me ha distraído del caos que es mi vida. —¿Tienes algo en cristal? —
Los ojos de la mujer se iluminan, probablemente al pensar en su comisión. —Iré a comprobarlo— desaparece.
—Me gusta lo sencillo— una voz a mi lado me sobresalta. Me giro. Es el agente George. Mierda.