La Sombra Del Millonario

Keyco Li Solo tenía dieciséis años cuando fui aceptada en la más prestigiosa universidad privada del país con una beca completa, fue uno de los episodios más traumatizantes de mi vida, mi madre se desmayo en mis brazos, y ese mismo día descubrimos que sufría de leucemia. No solo no puede recibir emociones fuertes: nada de alegrías, nada de tristezas, por lo que una sonrisa perenne se instala en mi rostro, sin importar que mi mundo se caiga a pedazos. Ha pasado un año en el que veo la salud de mi madre deteriorarse poco a poco, simulamos que todo está bien, nada lo está. Sufro bulling desde que tengo memoria, soy un poco diferente, y al mundo no le agradan las diferencias, para él soy un error que hay que borrar, pero un buen virus, con buena resistencia, puede adueñarse de un sistema completo. Mi madre y mi padre son nativos de j***n, se vinieron a los Estados Unidos, muy jóvenes buscando un mejor futuro mi herencia genética le debo mis rasgos particulares: soy pálida, delgada, de ojos rasgados, nariz pequeña, boca pequeña y cabello lacio. El bulling no comenzó por esto, comenzó por ser una mente prodigiosa, con dieciséis años, domino seis idiomas que aprendí sola, además desarrolle habilidades como hacker, me entretengo descubriendo los secretos más oscuros de gente muy peligrosa. –Debo ser sincero con ustedes, si la señora Li, no se opera, lo más rápido posible, perderá la batalla de forma inevitable. –Dice el doctor viéndonos con lástima. –No tenemos dinero, para algo como eso. – Responde mi padre, llorando. –Haremos, lo necesario, si muere, no será porque no luchamos. – Respondo sin verlos a la cara y con las manos apretadas entre sí. –Hemos hecho lo que hemos podido pequeño girasol. – Me dice mi padre viéndome, y levantando mi rostro entre sus manos. –No, ha sido suficiente. – Le digo con el rostro sereno, como siempre, como he ensayado frente al espejo desde que tengo memoria. –Tengo un examen importante hoy. – Le informo, después de darle un beso en la frente como despedida. –Me voy a la universidad, apenas entro Daniella, me lanza un café encima de mi camisa blanca, es un comportamiento habitual en ella… Hoy no es un buen día para joderme. –Disculpa, no deberías pasar por donde pasa la gente. – Dice ella, con una sonrisa de superioridad es sobrina del decano, mando todo a la mierda y le doy dos bofetadas como se las merece. –No debiste molestarme hoy. – Le digo con mi cara, sin expresión de siempre, no deben saber si me afectan sus tratos, en realidad no lo hacen solo, me afecta una sola persona, pero ni él lo sabe, no le daré el poder para que con eso me lastime aun mas. –Marginal, tu no deberías siquiera pisar el suelo que piso. – Grita furiosa intentando golpearme, alguien se coloca delante de mí –No pierdas el tiempo con la nerd. – Le dice Darién con su acento francés que me debilita las piernas, defendiéndome y ofendiéndome a la vez. –Darién, haré en serio que mi tío la bote de acá. – Chilla, mientras gimotea y se abraza en el pecho de su compañero de cama, el se declaro un alma libre, o sea libre de follarse lo que quiera. –Avanzo a mi salón, y presento en examen, en menos de diez minutos, me llega a aburrir la facilidad de lo que me enseñan, pero no puedo hacer nada. –Perfecto Keyco, en el próximo encuentro el siguiente modulo. – Dice el profesor de anatomía. –Gracias profesor. – Le digo yo mientras salgo hacia la biblioteca, varios estudiantes me pagan por hacer sus trabajos incluso de último año y de otras carreras, los hago lo más rápido que puedo y miro el reloj de la pared –El tiempo avanza Keyco y tu madre se muere ¿No vas a hacer nada?– Me pregunto, en ese momento llegan uno de los vigilantes de la universidad –Señorita Keyco, la solicita el rector. – Dice uno tomándome del brazo, como una delincuente –Puedo ir por mis propios pies ¿me podrías soltar por favor?– Le pregunto, con mi falsa amabilidad Me suelta de mala gana y dice–No te pases de lista. – A medida que me acerco, mi estomago se retuerce como si unas abejas africanas jugaran dentro de mí. –Y después me golpeo y me halo el cabello y me grito cerda tío, cerda. – –Toco la puerta y ella sentada hipeando al frente de su tío –Pase. – Me dice el rector, serio – ¿Me llamo?– Pregunto, sabiendo la respuesta a esa pregunta. –Que no vuelva a ocurrir lo que paso con mi sobrina si no puede despedirse de su beca. – Me dice de una vez –Ella me tiro café. – –Un accidente le ocurre a cualquiera. – Responde molesto y ella sonríe disimuladamente. –Si eso es cierto, pero no ocurre los trescientos sesenta y cinco días del año. – Respondo. –Como sea, tu eres becada y debes cuidar tu beca, los que pagan tienen la prioridad. – Me regaña él. –Lo siento señor. – –No es a mí a quien tiene que pedir disculpas, es a mi sobrina. – Dice él, siento, que me arrancan algo por dentro pero si quiero continuar con mi carrera debo soportarla un largo tiempo más. –Lo siento mucho Danielle. – Le pido disculpas inclinando ligeramente la cabeza, estoy realmente frustrada, me es difícil seguir fingiendo que todo está bien. –Es sabio que conozcas tu lugar. – Me dice el rector satisfecho. – ¿Me puedo retirar?– Le pregunto, con mi rostro sereno como siempre –Tío, mírala, sonríe, no se arrepiente de nada. –Se queja ella. –Tranquila querida, ella no volverá a ponerte en su vida una mano encima. – Dice él –No nunca. – Prometo, sin saber si lograre cumplir con eso. –No deberías, morder la mano del que te da de comer pequeña. – Dice Moreau con las manos en el bolsillo, me derrite su voz, su mirada, todo de él pero no se lo demuestro –La naturaleza de la serpiente, es morder, que no te engañe mi aspecto frágil, joven Moreau. – Le digo yo y él se acerca a mí se inclina un poco y me habla al oído haciendo que me estremezca de pies a cabeza –Solo eres una pequeña gatita, ten cuidado.– Me dice, se aleja y da media vuelta, su maldito perfume invadió mis fosas nasales, lo que me indica que hoy mis sueños con él serán más intensos de lo normal, esta semana es su acto de grado ya no lo veré pasearse mas por acá. El me gusto desde el primer instante en que lo vi, su cabello chocolate un poco largo, sus ojos miel, labios un poco gruesos y provocativos, cuerpo trabajado, pero lo más que me vuelve loca era su voz la forma en que arrastra las erres al hablar. Me voy casa, mi padre está en la sala, tomando un poco de saque, mientras mi hermano esta en los juegos en el televisor. El apartamento donde vivimos se está cayendo a pedazos y ni siquiera es nuestro, tiene filtraciones y un moho verde asciende por la pared cada día un poco más. – ¿Dónde está mamá?– Le pregunto, preocupada. –Se canso, y está durmiendo. – Responde tomando –No, deberías tomar a esta hora. – Le digo sentándome a su lado –No deberíamos, vivir tantas cosas feas y lo hacemos. – Me responde y sigue tomando como si nada, coloco un pequeño vaso al frente y me lo tomo. – ¿Que le sucedió a tu camisa?– Me pregunta papá –Lo de siempre, soy torpe, estaba tomando un café y se me resbalo. – Miento de forma descarada, y mi padre me cree siempre me cree.