El rey del código

3. ¿Celoso señor Blake?

Artemisa

Quien creería que el trabajo de un asistente fuera tan ajetreado.

Después del delicioso desayuno subimos al último piso de la torre principal de Blake Enterprises, Ethan tenía un ascensor solo para él que se encontraba en la parte trasera de todos los ascensores, desde el primer momento que di un paso dentro de la empresa todos y cada uno de los que allí se encontraban giraron su rostro hacia mí, y aquellos que estaban cerca de la recepción empezaron a cotillear, posiblemente ya esté en la boca de todos y la culpable sea la mona artificial.

No puedo creer que no haya pasado ni un día y ya tenga a alguien que me miré con odio, es pan comido para mi caer mal a donde voy y hacerlo sin intención.

Mi puesto de trabajo era inmenso, el piso 35 tenía otra recepción igual de grande que el primer piso, una sala de estar y a mano derecha varias oficinas más, cada líder de área tenía su propio cubículo. A mano izquierda solo había una oficina, la oficina más grande de todas y por supuesto la oficina del señor Blake, quien resultó ser un gran maestro y tener paciencia de sobra.

Fuera de la gran oficina se encontraba mi puesto, un inmenso escritorio que fácilmente cabrían tres personas, y desde el cual tenía una magnifica vista, pero no para la ciudad, desde mi puesto podía ver como Ethan pasaba su mirada de un papel a otro, como se desabrochaba su corbatín y estiraba su cuello, joder, todo en el grita la palabra “sexy”.

Salí de mi ensoñación al escuchar el ruidoso sonido del teléfono ¡por Dios! ni siquiera le tenía ringtone a mi móvil, no se si me iba a costumbrar rápidamente a ser una asistente mientras ese teléfono este repiqueteando el día entero.

- Buen día se comunica con la dirección ejecutiva de Blake Enterprises, le habla Artemisa Steel ¿en qué le puedo colaborar?

- ¡Oh! Así que Mrs. Magnate tiene nueva asistente – una voz varonil y ronca llegó a mis oídos por medio del auricular – es bueno saberlo.

- Si – di una media sonrisa como si me pudiera ver - ¿con quién tengo el gusto de hablar?

- Con el que te puso en el puesto que estas querida, recibí tu recomendación por parte de un amigo y confiamos tanto en él que no dudamos en ponerte allí.

- ¡Oh! ¡wow! – si supiera que su amigo es un infiltrado – muchas gracias, señor … - lo dejé suelto para que él terminara.

- Luego me conocerás querida – alcé una ceja, es la segunda vez que me dice querida - ¿podrías por favor pasarme con Ethan? Esa costumbre de dejar en espera hasta a sus amigos es … - no lo dejé terminar, ya me estaba cabreando.

- Lo siento señor “luego me conocerás querida” pero no puedo pasarlo si no sé quién es usted y que el señor Blake lo apruebe – escuché un silbido a través de la línea.

- ¡Que carácter! – volque mis ojos – serás un buen elemento – hubo unos segundos de silencio hasta que hablo nuevamente – soy Luis Borgia – terminó en un tono divertido.

Apreté mis dientes, he tenido bastante entrenamiento y se por su tono de voz que está tramando algo.

- Deme un momento le confirmaré si puede pasar a la línea señor Borgia – ese apellido.

Apreté el botón azul que me dirige automáticamente a la oficina del señor Blake, este contestó en un instante.

- ¿Sí? – suspire al escuchar su voz.

No solo es sensual de frente, se siente mucho mejor al pasar por medio de un auricular, aclaré mi garganta para hablar tranquilamente.

- El señor Luis Borgia está en la línea esperando y desea hablar con usted ¿se lo comunico? – hubo casi un minuto de silencio que me hizo mirar a través del cristal, Ethan se encontraba estático - ¿Señor Blake?

- Artemisa, te dije que me llamaras por mi nombre de pila – mordí mi labio inferior - ¿estás segura de ese nombre? – solté mi labio.

- Si señor, Luis Borgia – escuche un suspiro fuerte que me hizo juntar mi entrecejo.

- Pásalo por favor.

- Claro que si se … Ethan - colgué y pasé la llamada.

El gran CEO reía y negaba mientras hablaba, así que si lo conocía, tomé mi libreta he inmediatamente copie el nombre de “Luis Borgia” encerrándolo en un círculo.

Ese apellido se me hacía conocido … definitivamente tendré bastante trabajo, no solo al ser un asistente a tiempo completo sino también porque no sé cómo entrar casualmente a la oficina de Ethan y sentarme en su posible cómoda silla para revisar su computador, y hacer esto después de su clara advertencia bastante sospechosa.

- Me gusta mi privacidad así que te pido por favor que no toques mi computador.

Alzo de nuevo mi mirada al notar que Ethan empezó a caminar por su oficina mientras hablaba por teléfono, tal vez no sea sospechoso y simplemente sea reservado con sus cosas, suspiré y volví a mi trabajo.

El día sería bastante ocupado, en la tarde tendría una sesión fotográfica y luego una reunión con empresarios a los que se desea invertir, Ethan tenía la agenda bastante llena y no era nada de sorprenderse.

Disimuladamente saqué mi pequeña Tablet poniéndola cerca del computador de la antigua asistente, no había rastro alguno de información de ella ya que posiblemente lo hubieran borrado, pero siempre queda una mínima huella en su disco duro, y yo era experta para informática forense, o mejor dicho, era experta para cualquier cosa que implicara software.

Conectándolos vía bluetooth podía entrar sin restricciones a antiguos archivos, carpetas y/o programas que antes hubieran estado instalados, pero para mi sorpresa no había ni un mínimo indicio de que algo estuviera antes.

Movía mis dedos constantemente cada que me adentraba más y más y cada vez los resultado me salían en cero, este computador estaba completamente nuevo, no pude evitar suspirar pesadamente, la chica que “simplemente se fue” no fue propietaria de mi actual computador.

Guardé la Tablet rápidamente al notar como Ethan se arreglaba su saco y cruzaba su oficina para salir.

- Artemisa debemos salir ahora si queremos llegar a tiempo a la sesión de fotos – miró mi reloj en mi mano izquierda y asiento tomando mis cosas.

Bajamos a la primera planta mientras anoto en mi agenda cada uno de los nuevas tareas que debo hacer, desde llamar y verificar que nuestras entradas al baile estén en camino hasta prepararme para tomar nota de la reunión después de la sesión fotográfica … espera … ¿baile? Dejó de tomar nota para alzar mi vista y admirar su perfil mientras rectifico lo que dijo.

- ¿Ha dicho usted un baile? – él me da una leve mirada con una pequeña sonrisa mientras salimos del ascensor.

- El baile de fin de año, allí se recaudarán donaciones para que el Hospital Charité pueda seguir atendiendo gratuitamente a personas de bajos recursos – cruzamos las puertas principales e inmediatamente somos resguardados hasta su auto.

- Imagino que serás el invitado de honor – me acomodo a su lado en el suave cuero del auto mientras abrocho mi cinturón.

- Seremos – me giro rápidamente clavando mis ojos en sus par caramelos – tú serás mi acompañante – parpadeo varias veces asimilando la información.

Estoy abrumada, no solo por el delicioso aroma que este hombre desprende y llegan a mis fosas nasales gracias al viento que entre por la ventana a causa de la velocidad del auto, sino también porque nunca he asistido a bailes de gala, y mucho menos he vestido como lo hacen las riquillas princesas de papá.

- Oh ya veo – termino asintiendo para volver a mi agenda y disimular que estoy escribiendo.

No me percato que Ethan no ha dejado de mirarme hasta que vuelve hablar y yo vuelvo a girarme a él.

- No tiene que preocuparse por nada, yo enviaré a su residencia a los mejores estilistas y diseñadores de la ciudad – abro mis ojos de par en par y cuando estoy a punto de protestar Ethan levanta su mano dejando mis palabras en mi garganta – y no permito un no como respuesta, esto es tema laboral y yo me ocupo de pagar, tengo dinero para eso y más – gira su rostro al frente dejándome atónita.

La humildad de este hombre es increíble “¿tengo dinero para eso y más?” creo que ni Alexander puede llegar a decir esa frase.

- ¿Gracias? – quería agradecer pero no me salía del corazón.

- No tiene que agradecerme nada – desabrocha su cinturón haciéndome caer en cuenta que hemos llegado – ese día usted se verá como una princesa – sale del auto mientras yo me apresuro hacer lo mismo sin poder no soltar una risa.

- Créame cuando le digo que de princesa no tengo un pelo - vuelvo a reírme mientras subimos los escalones en dirección al edificio de fotografía más famoso de Berlín.

- Usted puede ser mi reina si así lo desea – freno en seco mientras Ethan abre las puertas para mi y espera que pase - ¿no entra señorita Artemisa? – me pregunta con tono divertido mientras yo salgo de mi estupor y aprieto mis libretas en mi pecho.

- He … si, si claro … gracias – trago saliva y entro.

¿Cómo puede decir algo de tan semejante magnitud y tan tranquilo? Aparte de ser todo un dios griego en su perfecto traje azul es todo un conquistador, no me quiero imaginar cuantas muchachitas tendrá a sus pies.

Y no solo muchachitas.

Más importante aún ¿Cómo puede tener ese efecto en mí? Aunque bueno, mirando como se preparaba para las fotos puedo entenderlo.

Sin perder tiempo aprovecho que está concentrado en el fotógrafo y el fotógrafo enfocando su lente en él para tomarle un pequeña foto con mi celular, una foto similar a todas las que encuentras en internet, con traje y una sonrisa nada natural pero que no deja de ser sexy, verifico que quedó bonita mientras por mi mente cruza el pensamiento de cómo se verá sin traje, pego un brinquito cuando siento una presencia a mi espalda que emite calor.

- ¡Que susto! – me giró llevando una mano a mi corazón.

Un chico bastante guapo me mira con diversión.

- ¿Acosando al jefe? – pregunta alzando una ceja.

- ¿Disculpa? – me cruzo de brazos mientras resoplo por mi nariz.

- Te vi tomándole una foto a tu jefe, acosadora – dice esto último con modulación exagerada.

- Primero – enumero con mis dedos – no soy una acosadora – doy un paso hacia él – segundo – otro paso haciendo que le chico retroceda a medida que avanzo – deja de ser curioso por no decir otra cosa, y tercero – pongo mi dedo índice en su pecho – respeta a tus mayores – doy un paso atrás mientras el chico cae sentado a una silla detrás de él.

- ¡Que violenta mujer! – exclama con diversión mientras se sostiene a la silla – eres muy diferente a su antigua asistente – y es ahí donde mi rol detectivesco toma posesión de mí.

- ¿Conociste a su anterior asistente? – me siento a su lado sin dejar de verlo para no perderme ningún detalle de su expresión al hablar de ella.

- Claro, creo que se llamaba Alexa, era una chica bastante distante y asocial aunque inteligente también, parecía que cuando te miraba pudiera ver tu interior, daba un poco de miedo – vaya, este chaval habla hasta por los codos – el último día que vino al estudio parecía nerviosa y al día siguiente nos llegó la noticia de que renunció, tal vez tenía miedo de renunciar.

- Tal vez – susurro sin dejar de ver al chico quien sin querer se intimidó por mi mirada - ¿sabes su apellido? – que mono se ven los críos apenados por la mirada de alguien mayor.

- Cre … creo que era Smith, Alexandra Smith – baja su cabeza avergonzado y no puedo evitar mirarlo con ternura.

Ambos nos levantamos de nuestros asientos al unísono cuando el gran magnate se anuncia con una leve molestia en su voz, sus mandíbula apretada, sus manos dentro de los bolsillos de su pantalón y una sonrisa a boca cerrada más falsa que mi ex acompañan una pregunta que si bien es de una sola palabra pareciera que tuviese un significado más profundo.

- ¿Interrumpo?

- No … claro que no señor Blake, yo ya me retiro – sin volver a subir su mirada se da la vuelta y sale despavorido del lugar.

- ¿Coqueteando con jovencitos? – abro mis ojos de par en par mientras suelto una carcajada que no puedo disimular.

- ¡¿Qué?! Jajaja ¡claro que no! – sigo riendo y sin querer le transmito mi risa al señor trajes oscuros.

- Eso parecía.

- ¿Celoso señor Blake? – pregunto en broma.

- Tal vez señorita Steele – y sin más se da la vuelta volviendo al estudio y congelando mi risa en el proceso.

De repente como que hace calor aquí, abanico mi cara aprovechando que me está dando la espalda, que impresión ver cómo puede descolocarme con unas simple palabras.