Gia se sentía como una pequeña gatito satisfecha. El changer acababa de salir de la ducha, luego de copular con ella dejándola complacida y temblorosa.
Se quedó con el cuerpo como gelatina y con una sensación rara. Se estaba encariñado un poco con ese changer reflexionó extrañada.
Se metió bajo el chorro caliente del agua y enjabonó su cuerpo con una suave esponja de marca cara. Cuando terminó agarró el pote de su shampoo preferido, se colocó un poco en la mano y lo distribuyó por su cabello para luego esparcirlo con un suave masaje sobre su cuero cabelludo. Finalmente dejó que el agua escurriera por su cuerpo llevándose el jabón junto con los fluidos de la actividad s****l compartida con su amante alpha dominante. De solo pensar en él, sus pensamientos se poblaban de imágenes eróticas.
Bajó la temperatura del agua, intentando así bajar la calentura de su cuerpo mientras se pasaba el acondicionador por su largo cabello, pasando sus dedos para desenredar sus mechones de un rico color cobrizo.
Salió desnuda luego de cerrar el grifo, y se observó en el espejo. Era alta y esbelta, pero bien formada. Su culo redondo, sus pechos naturales como dos melocotones rematados por sus crestas rosadas. Su piel de un color miel claro, palida y sin manchas.
Tomó la toalla suave y costosa, que se había comprado recientemente y se secó con ella. Se dió una última mirada en el espejo para apreciar su escultural cuerpo. Se puso un poco de crema que tomó de un pote, en sus manos y la esparció sobre su piel relajada.
Siguió pensando en su último amante. Aparte de ser generoso era bueno en la cama. Muy bueno.
El changer era un empresario de una manada de leones, que se encontraba por trabajo allí en la ciudad cuando fue al club a acompañar a un socio que iba a comprar una esclava humana.
Luego se quedó a ver el show y la vió, y como todos los machos, quedó prendado de ella. Y Gia parecía tener una intuición especial para detectar lo que le convenía.
Cuando bajó del escenario la hiena la esperaba. En ocasiones como esa, cuando los machos estaban muy enardecidos como ese día, la escoltaba personalmente junto al gorila de su guardaespaldas. James nunca lo admitiría siquiera para sí mismo, pero sentía un genuino afecto por la hembra humana e iba más allá de su encanto peculiar.
Así que cuando estaba bajo su techo intentaba protegerla.
Sabía que ella podía, pues había recibido entrenamiento...debió hacerlo luego de que un ex no recibiera bien un NO por respuesta. Solo se había salvado gracias a la intervención de la seguridad del edificio de apartamentos que ocupaba, que escuchó sus gritos...y de eso había pasado mucho tiempo.
Luego de eso había aprendido artes marciales, era buena con las armas de fuego y más con los cuchillos. Siempre tenía un broche de un intrincado diseño en el cabello, que se transformaba en un pequeño puñal, lo había mandado a hacer especialmente.
Ella bajó las escaleras sin ropa, su vestuario lo había recogido una de las chicas del club.
James la ayudó a ponerse la capa negra de seda con capucha, larga hasta los pies junto con los tacos. No pudo evitar echar un vistazo y luego se acercó por la espalda femenina y se arrimó.
— Basta James, me vas a pegar tu olor...— dijo ella riendo.
— Hay otra cosa quiero pegarte Mantis, bien adentro...— dijo él gruñendo.
Ella se giró y acomodó su corbata.
— Compórtate...hoy hicimos mucho dinero...y sabes lo que viene ahora...
El agachó la cabeza y suspiró.
— Vamos...no seas así...si eres bueno quizá luego puedo darte algo...— le dijo al oído y pasó su lengua por allí excitando al macho.
— Ufff bueno está bien, ¿a quién quieres???
Ella se puso de espaldas.
— Mira con disimulo, a mi derecha. El macho que está con otro en esa mesa...— dijo ajustándose el cinturón de la bata.
— ¿El joven???
— Naaaa...el otro más grande...¿lo conoces?
— ¡Pero ese macho peina canas Gia!!! — dijo indignado —. Tienes mucho para elegir, ¿porqué ese???
— Mmm no sé, tiene como un algo que me atrae...
— No sé bien quién es...sé que es un empresario. Un león, es de Texas creo...
— ¿De Texas, y que hace aquí???
La hiena se encogió de hombros.
— No sé...vino por trabajo, como todos supongo...
— Llévame con él, vamos James...— dijo canturreando ella y él pudo jurar que sus ojos se pusieron de un color verde mucho más claro que el habitual. Se encontró casi sin saber cómo, llevándola hasta la mesa del changer que quería. Sin poder resistirse a su encanto.
Y así habían comenzado su idilio con el changer león. Él le daba dinero, regalos...viajaba mucho por trabajo.
Según le había dicho. Había enviudado hacía unos años, tenía algo de la vieja escuela, como un caballero lo cual le encantaba a ella. Siempre la trataba como una reina, la llevaba a los mejores lugares.
Le transferia dinero a cuentas que tenía en paraísos fiscales, le daba joyas...
Últimamente había empezado a pensar en quedárselo, al menos por un tiempo.
Este changer era diferente a los anteriores, tenía un no se qué algo que le gustaba mucho.
No era tonta, no estaba enamorada ni nada que se le pareciera pero de verdad le gustaba.
El macho se iba ese día.
— Acompáñame abajo, así estamos más tiempo juntos...— susurró luego de que ella se levantara, de la tapa del vater donde había estado sentada.
Se acercó a ella y la abrazó.
— Es muy difícil irse así, me das unas ganas de quedarme...— susurró y le dió un beso en el cuello.
— No me marques — ordenó ella.
— Me encanta cuando sacas tu parte dominante...— susurró él y le dió un beso en los labios mientras agarraba su culo desnudo y lo arrimaba a su dureza.
— ¿No tienes que irte? — dijo ella sonriendo colgando de su cuello. Su cabellera, se había soltado de su moño y colgaba larga por su espalda.
— Mmmm — el le dió un beso sonoro y una palmada en el culo — . Me iré si me acompañas...
— Bueno...está bien...— ella finalmente cedió porque quería hacer picardias en el elevador.
Bajaron prácticamente teniendo sexo con ropa, y cuando llegaron al piso de abajo salieron como una pareja de la mano. Ella estaba sonrojada, se había puesto un vestido de breteles de tiras en color verde de seda tipo lencero y unas chinelas bajas al tono en cuero.
Un griterío la distrajo y no se dió cuenta sino hasta después de que el león la había soltado de manera inmediata.
— ASÍ TE QUERIA ENCONTRAR HIJO DE PUTA — Gritó una hembra atractiva de unos 40 años de cabello rubio lacio por los hombros y traje blanco de blazer y falda, muy fina. Elegante era la palabra que mejor la describía pero estaba furiosa y la gente de seguridad apenas podía contenerla.
Alex, el león, se acercó con las palmas en alto.
— Déjame explicarte mi amor , te juro que no es lo que crees...
— YO LO SABIA,¡ LO SABÍA!!! ¿CÓMO HACÍAS PARA LAVARTE SU OLOR CUANDO VOLVÍAS? ¡ HIJO DE PUTA!!!! ME LAS VAS A PAGAR...Y TÚ TUUUUUUU ZORRA— le dijo escupiendo y señalandolo con el índice —...NO SABES CON QUIÉN TE HAS METIDO, NO VOY A PARAR HASTA QUE LA PAGUES ¿ACASO NO TIENES INSTINTO DE SUPERVIVENCIA? ,¡ ESTÁS MAL DE LA CABEZA SI CREES QUE PUEDES METERTE CON MI MATE Y SALIR DE ESO INTACTA!!!