— AGARRA TUS COSAS Y VETE, ¿ME OYES??? MALDITA SEA SE CORTA LA COMUNICACIÓN
Lo que James no sabía era que el Comando había intervenido su teléfono. ÉL en cuanto supo lo que pasó se lo había advertido.
Le dijo que irían por ella.
Le dijo que se fuera, que él podía ayudarla pero ella lo desestimó riendo. Diciendo que exageraba...no había tomado la amenaza de la changer en serio y ahora era tarde, muy tarde ya...
El llamado de James la había puesto nerviosa, no llegó a escuchar lo que le decía y se sentía inquieta, así que estaba de un lado a otro paseando por su habitación...lo que no sabía era que James también le había enviado mensajes pero desde el comando los interceptaron.
Desde que había pasado lo de la esposa del león tenía un mal palpito.
Ella sabía que la hiena creía que ella había desestimado la amenaza de la mujer, pero la respuesta era muy diferente. Ella no quería dejar su apartamento, sus cosas por el enojo de una changer.
Gia nunca se habría metido con el macho de saber que estaba emparejado. Justamente porque evitaba esos problemas como la peste. MIERDA MIERDA Y MÁS MIERDA.
La humana abrió su closet y en un impulso sacó una maleta, comenzó a sacar vestimenta y colocarla dentro de ella.
Unos golpes fuertes en la puerta la distrajeron.
— GIA FERRER ABRE LA PUERTA —
CARAJO, CARAJO... Gia tenía solo una camisa de uno de sus ex amantes puesta, una que se había dejado olvidada allí. Tenía el cabello suelto y estaba descalza, ni siquiera tenía colocado su brassier.
Hubo una especie de explosión y su puerta fue tirada abajo.
Desesperada abrió la ventana, ¿para qué se había alquilado un apartamento en un piso tan alto? pensó. En un acto de locura temporal salió por allí. Sin mirar hacia abajo.
Peyton junto a sus hombres entraron. Todos vestidos de n***o y con máscaras para evitar oler su aroma. Empezaron a requisar el lugar, y rápidamente él llegó a su habitación. Vió la maleta a medio armar, la ventana que estaba abierta y hacia que la cortina ondulara y sumó dos más dos. HIJA DE PUTA, pensó Peyton. Él era un changer lobo, odiaba las cornisas y definitivamente no le gustaban las alturas. Parte de su entrenamiento cuando era pequeño fue el caminar a diez metros del suelo sin red sobre una soga metálica. Sus entrenadores conocían sus miedos y los usaban en su contra.
Cuando se asomó. La hembra humana había recorrido unos cuatro metros por una cornisa muy estrecha, ¿cómo había hecho? ¿es que acaso era un maldito gato???.
Él sacó medio cuerpo por la ventana.
— ¿Qué haces? ¿Acaso quieres morir???
—¡ NO, NO QUIERO...ESPECIALMENTE A MANOS DE ALGUIEN COMO TÚ !!!
Ese casco de mierda no lo dejaba oír bien y le molestaba, se lo desabrochó de atrás.
— Es peligroso. No lo haga Teniente...— era uno de sus sargentos hablando por el intercomunicador.
Pero obviamente no lo escuchó, se quitó el casco igual, y sintió un alivio increíble...esperó esa oleada de aroma extraño que describían pero no olió nada fuera de lo habitual, más que el aroma de la mujer y su perfume caro...pero nada que le hiciera querer cometer alguna locura o poseerla como todos decían.
— Estoy bien, no siento su aroma...quizá lo puedo bloquear con mis poderes...— le dijo mirándolo a los ojos a su subalterno y éste asintió.
El changer del comando era apuesto...muy apuesto, con su cabello castaño oscuro y sus ojos marrones. No tenía el cabello cortado en estilo militar, lo tenía un poco más largo y lacio. Aunque el gesto de su cara era duro...y peligroso.
— NO ME HAGAS IR A BUSCARTE MANTIS...
— NO ME GUSTA ESE APODO...Y MENOS CUANDO LO UTILIZA ALGUIEN QUE NO ES MI AMIGO
— ¿Y A TUS AMANTES CHANGERS SE LOS PERMITES???
— ¿QUE CLASE DE PREGUNTA ES ESA? — respondió ella ofendida. Y honestamente ni él sabía porqué lo había dicho.
— Atame la cuerda a la cintura y haz que la sostengan, voy a salir — le dijo a su sargento. Si bien era telequinetico levitar no era algo que le gustara especialmente, por el mismo motivo por el que no le gustaban las alturas ni las cornisas.
Una vez que se sintió sujeto salió despacio por la ventana intentando no mirar hacia abajo.
— ALÉJATE CHANGER O ME TIRARÉ
— ¿REALMENTE LO HARÍAS???
— ¿ANTES DE QUE ME MATEN USTEDES ? SÍ, PREFIERO DARME MI PROPIA MUERTE.
Dijo desafiante levantando su barbilla y él notó que efectivamente era una humana muy hermosa.
— YO NO TE MATARÉ, TE LO PROMETO — Vociferó él.
— Si no lo haces tú, alguien más lo hará...o quien sabe que me harán...¿Acaso crees que no he escuchado los rumores? — le dijo Gia y sus ojos se llenaron de lágrimas.
Ella era un espíritu libre, no le temía a la muerte. Temía que la encadenaran, estar en una jaula como un maldito animal de experimentación.
Por un momento lo miró, y el pasado se fundió con el presente en sus ojos verdes y él lo supo. Ella se iba a arrojar al vacío, lo supo inmediatamente y ni siquiera lo pensó.
Estiró su brazo con su palma abierta mientras se arrojaba tras ella, para atraerla con el impulso de su telequinesis. Los soldados sujetaron la cuerda con firmeza y ellos quedaron colgados, abrazados en el aire.
Ella lo miró con sus ojos verdes enormes y asustados, y aunque no habló la escuchó en su mente.
No le estaba hablando a él, ni siquiera sabía que él podía escucharla si así lo deseaba.
"¿Porqué lo hiciste???"
El podría haberle contestado telepáticamente pero no lo hizo, en cambio le dijo en voz alta algo que en el momento no tuvo mucho sentido ni para ella, ni para él.
— Ahora te tengo...y no te dejaré caer...