Capítulo 3 parte 1

1458 Words
ABIGAIL 17 de febrero Hoy sin duda era un día de mierda, después de una tarde-noche emotiva en mi casa nueva, desperté con los ojos algo hinchados y con mucha hambre. Solo cuando bajé a la cocina a hacerme de comer caí en cuenta que como era casa nueva no había nada para comer así que tuve que ducharme y arreglarme para venir a buscar un desayuno rápido y luego ir a alguna tienda para comprar la despensa. Ahora me encontraba sentada esperando mi pedido de huevos revueltos con tocino y pan tostado junto a una buena taza con café. He de admitir que fue una grata sorpresa entrar a un local y que no te miraran raro. El atuendo de hoy consistía en un par de zapatillas blanca de plataforma, unos pantalones cómodos de calaveras hecho a mano por mí y un polo con manga larga cuello redondo color n***o. Tenía un cárdigan de calaveras hecho también por mí que combinaba con aquel pantalón, pero lo llevaba en la mano pues el tiempo estaba fresco. Hoy en Arroyo grande estábamos a una cómoda temperatura de 17°C y no podría agradecer aquello, era una chica de frío. Y sí, puede que me queje alguna vez diciendo que, hacia demasiado frío, pero prefería abrigarme más a quitarme ropa y sentirme abochornada todo el día. Arroyo Grande parecía ser perfecta para mí, había hecho mi investigación previa y descubrí que la temperatura no era tan extrema, la temperatura más baja registrada en el año era de 6°C y la más alta de 25°C lo que lo hacía perfecto para mí. La temperatura, las casi inexistentes miradas raras y la poca gente en este restaurante familiar hicieron que mi día comenzara bien. Era una persona ambivertida, me gustaba hacer amigos y conoce gente nueva, pero también tenía mis momentos como ahora en los que no quería que nadie me hable, no tenía fuerza ni energía en mi batería social. No teniendo en cuenta que hoy era el aniversario de la muerte de mamá, el primer año que pasaba sin ella y dolía muchísimo. Estaba planeando hacer una especie de celebración en conmemoración, pero luego lo pensé mejor, mi madre no practicaba ninguna religión en específico y aunque era demasiado carismática, no tenía amigos verdaderos fuera de su ciudad natal, y el hecho que me mantuvo alejada de este pueblo como para conocer a sus amistades antiguas hicieron que me decidiera a no hacer nada. Además, todos los días la tenía presente en mi corazón, hoy la tenía mucho más presente, pero el punto al que quería llegar es que no necesitaba hacer nada especial cuando todos los días siempre la recordaba. – Aquí tienes tu pedido. Mi mirada se dirigió a la mujer que traía mi pedido, una mujer en los cuarenta, delgada con pocas arrugas y mirada amable. Su cabello castaño atado a una cola baja, ojos amables color marrón claro y como único signo de maquillaje un labial rojo que cubría unos labios delgados “ese color era el favorito de mi mamá”. Un nudo se formó en mi garganta. Le dediqué una tensa sonrisa, negándome a mostrar lo sensible que me encontraba. – Gracias. – Eres una cara nueva, ¿vienes por turismo? Querida, debo decir que es una fecha algo muerta para venir a Arroyo Grande a vacacionar. – Oh no, no vengo a vacacionar, heredé una casa en este pueblo así que decidí mudarme de forma permanente. – ¿Una casa? Oh vaya, entonces te tendremos seguido por aquí. Es un pueblo pequeño y casi todos nos conocemos ¿puedo saber de quién eres familiar? – Si, claro. Mi madre se llamaba Alice, Alice Callaghan y nació aquí. La amable sonrisa de la mujer se deshizo en una sorpresa, sus ojos me miraban, pero a la vez buscaban algo, estaban lleno de muchas emociones, sorpresa, anhelo y dolor. – ¿A-Alice? ¿Eres hija de Alice? ¿Eres…la pequeña Abi? – ¿Conocías a mi madre? ¿Me…conoces? Mis ojos se abrieron en sorpresa, estaba hambrienta, pero esa hambre pasó a segundo plano interesada ahora por conseguir la nueva información que necesitaba. Sin duda alguna esta incursión a desayunar estaba trayendo sus frutos sin siquiera buscarlo. – Yo ehm…bueno, si, Alice creció aquí y pues…ahm creo que mejor te dejo comer tranquila, querida. – ¡Rita! Rita, por favor, necesito saber de ella, de su vida. Hace unos días me enteré que tenía una casa, que mi madre nació aquí y hoy es el aniversario de su muerte, yo…yo solo…quiero saber sobre ella…por favor… Tomé la mano de aquella mujer con desesperación, leí ese pequeño rectángulo de metal que estaba pegado a su pecho y que decía su nombre. Estaba desesperada, las lágrimas en mis ojos amenazaban con caer y muy seguramente mi voz sonaba entrecortada, pero no me importaba, necesitaba saber por qué mi madre me ocultó muchas cosas. No me importaba si alguien en ese restaurante miraba nuestro intercambio, no importaba nada más. La mujer, Rita, me miró por unos segundos largos, buscando algo. Finalmente, soltó un suspiro. – Escucha, cariño. Alice, dijo estrictamente que nos mantengamos alejados de ti, por tu seguridad. Pero parece que ella misma te trajo aquí. Lo que te diré, no sé si sea correcto…tu madre nació aquí, sí. Su padre, tu abuelo era una especie de vicealcalde en este pueblo. Tus abuelos esperaban mucho de su única hija por su linaje, por su futuro. Pero Alice buscaba algo más, Alice era luz y no le importaba el estatus ni nada parecido, por eso nos hicimos amigas… Los años pasaron y Alice creció para ser una joven muy muy hermosa y muy inteligente. Todo era perfecto hasta que él apareció. La mirada de Rita se suavizó al hablar de mi madre y mi corazón se ablandó al pensar en una Alice pequeña, con ilusiones, sin maldad en su corazón, despreocupada. Ahora que lo pensaba, no tenía ni una foto de mi madre pequeña, mi meta al regresar a casa sería buscar en los álbumes de fotos., tal vez incluso pueda encontrar una foto de mis abuelos maternos y conocerlos al fin. No me pasó desapercibido el cambió en su voz. El tono de voz de Rita pasó de una voz con añoranza a una voz llena de resentimiento y de odio. – ¿Quién apareció? – Tu padre. Llegó de la nada y no sé cómo, no sé en qué momento fue, pero después de unos meses tu madre vino a mí diciendo que estaba esperándote. Para ese entonces tu padre ya se había ido así Alice me pidió ayuda para que le ayudara a encontrarte. Tus abuelos estaban muy muy enfadados con tu madre, tanto que…que le exigieron a tu madre interrumpir su embarazo, pero ella no quiso, se negaba a deshacerse de ti y una vez que logró encontrar el paradero de tu padre y comunicarse con él, escapó. Después de eso pues, tu abuelo intentó reparar su reputación y a escondidas buscaba a Alice, pero nunca la encontró hasta que sus padres murieron y ella se contactó con el abogado familiar. Mis labios estaban cerrados, estaba intentando procesar toda la información que Rita me dio. ¿buscaba algo? Pues toma, me dieron como si una piedra me golpeara. Así que había sido prácticamente una aventura de una noche, mi padre no sabía de mi existencia y aun así se hizo cargo de mí. tal vez incluso no quiso a mi madre, pero estuvo con ella por obligación hacia mí. Eso se reflejaba en sus constantes infidelidades y sus golpes, mi madre soportó porque realmente no tenía a nadie más, mis abuelos no me querían, ¿por eso no se separó de mi papá antes? ¿sentía que podía protegerme si estaba con él? ¿si yo no hubiese existido mi madre hubiese sido feliz? El nudo en mi garganta me estaba empezando a ahogar, el solo pensar que desde el nacimiento yo no hubiera sido digna ni siquiera de existir me estaba matando. Rita al parecer notó mi ansiedad, presionó mis manos con las suyas en un cálido apretón, recién la conocía, pero sentí como su cariño maternal me llenaba. – Cariño, no debes sentirte culpable. Alice te quería, fui testigo cómo lucho con uñas y dientes para que tu pudieras nacer, te amó cuando supo de tu existencia y te protegió mientras pudo. Eso es lo hace una madre, proteger a sus cachorros de cualquier peligro, no te atormentes por las cosas que pasaron antes de que nacieras, no fue tu culpa. No es tu culpa. – Tú…¿usted supo de la muerte de mi madre?
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