El sofá de cuero n***o me parecía aún más intimidante ahora que estaba frente a Lucien. Axel me empujó suavemente, obligándome a sentarme entre él y Cassian.
Lucien estaba recostado en el asiento, sujetando su vaso medio vacío con los dedos. Sus ojos grises me examinaron lentamente, como si me estuviera desmantelando pieza por pieza.
—¿Tienes algo que decirme, Aleron? —Su voz era baja, pero afilada como un cuchillo.
"¿De qué, exactamente?", respondí, intentando mantener la calma.
"Sobre Nicole."
El aire de repente se sintió denso. Axel y Cassian dejaron de sonreír y sus expresiones se tornaron serias.
—No hay nada que decir —respondí con cautela—. Apenas la conozco.
Lucien inclinó ligeramente la cabeza, sin apartar la mirada de la mía.
¿Apenas la conoces? No suele comportarse así con desconocidos.
"Supongo que tuve suerte esta noche. Fue solo un baile, hermano", dije con una sonrisa tensa.
Axel rompió el silencio con una risa seca.
—¡Vamos, Lucien! No lo presiones. Se ganó su lugar en esta mesa.
Cassian asintió en acuerdo.
El ambiente en la mesa VIP se sentía tenso, como si el aire estuviera cargado de electricidad estática. La mirada penetrante de Lucien seguía fija en mí, mientras sus dedos tamborileaban rítmicamente sobre la copa de cristal medio vacía que tenía delante. Cassian, siempre el más relajado del grupo, intentó animar el ambiente con una sonrisa torcida y un tono despreocupado.
—Sí, Lucien. Dale un respiro. Además, no es que vaya a robarte a tu prometida —dijo Cassian, con una ceja levantada y un brillo travieso en los ojos.
Lucien apretó los labios, visiblemente irritado. Su mirada se agudizó, pero no respondió de inmediato. Finalmente, dejó su vaso sobre la mesa con un suave tintineo y se inclinó ligeramente hacia mí, con los hombros tensos.
"¿Nicole es tu prometida? ¿En serio?", murmuré, sintiendo que cada palabra era un riesgo calculado.
Cassian soltó una breve carcajada y se acomodó en su asiento. "Créeme, Aleron, él tampoco lo sabía hasta hace poco. Por eso está de tan mal humor después de verte bailar con ella".
El ceño fruncido de Lucien se hizo más profundo y pude ver que su mandíbula se apretaba visiblemente.
—Lo… lo siento —murmuré, bajando un poco la cabeza—. No sabía que era tu prometida. Si lo hubiera sabido, nunca…
—No te preocupes —interrumpió Lucien en voz baja pero firme—. Sé que no significaba nada.
Su voz tenía una dureza que no pude descifrar. Aun así, sus palabras dejaron algo flotando en el aire, un silencio cargado de significado. Cassian, por su parte, parecía disfrutar de la tensión.
—Pero tengo que admitir algo, Aleron —continuó Lucien, clavando sus ojos grises en los míos con intensidad—. Tienes un toque... No puedo negarlo. ¿Cómo te acercas a las chicas con tanta naturalidad?
Axel, que hasta entonces había estado bastante callado, soltó una risita. "Sí, chaval. ¡Enséñanos tu secreto! ¿Cómo lo haces? ¿Te empapas de feromonas todas las mañanas o qué?"
Mi mente daba vueltas, buscando una excusa, algo creíble que pudiera decir. Pero por un instante, la verdadera respuesta cruzó mi mente: Porque soy chica. Claro, no podía decir eso.
"Creo... simplemente no le doy demasiadas vueltas", respondí con una sonrisa nerviosa, intentando parecer relajada. "No me presiono. Intento hablarles como si fueran personas normales, no como trofeos".
Cassian asintió lentamente, con una expresión que sugería que mis palabras le parecían casi filosóficas. Axel, en cambio, silbó y chocó su hombro contra el mío.
¡Guau! Eso es oro puro, hermano. Estoy tomando notas.
Lucien seguía mirándome, aunque sus ojos ya no tenían esa agudeza. Había algo diferente en su mirada. Algo… pensativo.
"Parece fácil así", murmuró Lucien en voz baja, casi como si hablara consigo mismo. "Pero no es tan sencillo cuando tienes la presión de un compromiso concertado".
Su confesión me sorprendió. Nunca imaginé escuchar algo así de Lucien Reinhardt, el príncipe heredero, el alfa perfecto. Por un instante, el aura fría que lo rodeaba pareció resquebrajarse.
"No quiero casarme", continuó, con la mirada fija en un punto indeterminado de la mesa. "No quiero atar mi vida a una desconocida. Pero... me gustaría conocerla, conocerla de verdad. Entender quién es, qué piensa, qué siente. Pero no sé cómo acercarme a ella."
Por un instante, nadie dijo nada. Ni Axel ni Cassian hicieron sus bromas habituales. Incluso el ruido del club parecía distante, como si ese momento estuviera encapsulado en una inesperada burbuja de intimidad.
"Lucien...", comencé, eligiendo mis palabras con cuidado. "Nicole... no parecía inalcanzable cuando hablé con ella. Es orgullosa, sí, pero también directa. Si quieres conocerla, quizás solo necesites... hablar con ella. Sin expectativas, sin títulos. Igual que Lucien."
Lucien desvió la mirada hacia mí, buscando la mía con la mirada, como si evaluara la sinceridad de mis palabras. Finalmente, asintió lentamente.
—Eres raro, Aleron —dijo con un suspiro—. Pero... dices la verdad.
—Es un cumplido viniendo de ti, hermano —intervino Cassian con una sonrisa divertida.
Axel levantó su copa. "¡Por Aleron, el pequeño sabio y rompecorazones de la academia!"
Cassian y Axel estallaron en carcajadas mientras yo me hundía un poco más en mi asiento, sintiéndome increíblemente pequeño bajo la intensa mirada de Lucien. Pero algo en el ambiente había cambiado. Su hostilidad se había desvanecido, reemplazada por una extraña mezcla de respeto y algo que no pude identificar.
Lucien tomó su vaso, lo hizo girar entre sus dedos por un momento y finalmente lo levantó ligeramente en mi dirección antes de tomar un sorbo.
—Gracias, Aleron —murmuró; sus palabras apenas eran audibles por encima del rugido de la música.
Ese pequeño gesto me dejó paralizada, pero también… aliviada. No sabía exactamente qué había cambiado, pero sentía que, de alguna manera, me había ganado algo más valioso que el respeto de Lucien: había creado una pequeña grieta en su impenetrable armadura.
La noche continuó, pero ya sabía que nada volvería a ser igual después de esta conversación. Tras unas copas, Lucien volvió a hablar.
"Aleron, necesito tu ayuda."
"¿Te puedo ayudar?" pregunté sorprendido.
"Quiero... comprender a Nicole", dijo en un tono más suave, casi incómodo. "Quiero acercarme a ella, pero no sé cómo".
-¿Y qué esperas que haga?
—Parece que tienes algo que yo no tengo. Quizá confíe en ti… —La voz de Lucien se apagó un poco.
Axel y Cassian intercambiaron miradas de sorpresa.
"¿Y qué recibo a cambio?", pregunté, intentando sonar más seguro de lo que me sentía.
Lucien ofreció una sonrisa fría.
"Te entrenaré en combate. Personalmente."
Mi corazón dio un vuelco.
"¿Tú... me entrenas?"
—Sí. Pero no me hagas bromas, Aleron. Si aceptas, no podrás echarte atrás.
Asentí lentamente.
"Trato."
Lucien extendió su mano hacia mí y la estreché con firmeza.
"No me decepciones", dijo con sus ojos fijos en los míos.
En ese momento supe que acababa de entrar en un juego mucho más peligroso que una simple partida de dados.
Estrechar la mano de Lucien Reinhardt no fue poca cosa. Sus dedos eran fuertes, su agarre firme, y sus ojos grises permanecieron fijos en los míos como si intentaran escarbar en mis pensamientos más profundos. Cuando finalmente me soltó, el aire entre nosotros aún vibraba de tensión.
—No me decepciones, Aleron —repitió en voz baja, casi un susurro, pero cargado de autoridad.
Axel y Cassian intercambiaron miradas incómodas. Era evidente que no esperaban que Lucien, el alfa más respetado (y temido) de la academia, me ofreciera algo así.
—Entonces... ¿cuándo empezamos? —pregunté con voz firme, aunque por dentro me sentía como gelatina.
Lucien tomó su vaso de whisky y lo terminó de un trago antes de levantarse.
Mañana al amanecer, en el gimnasio. No llegues tarde.
Sin decir una palabra más, se alejó con paso firme, dejando tras sí un silencio denso. Cassian dejó escapar un suspiro dramático.
"Hermano, acabas de firmar un contrato con el mismísimo diablo", dijo dándome una palmadita en la espalda.
—O con el mejor mentor que podrías tener —añadió Axel con una sonrisa torcida—. Lucien no entrena a cualquiera. Vio algo en ti, novato.
"¿Algo así?" pregunté, todavía confundido.
—No lo sé, pero será mejor que no desperdicies esta oportunidad —respondió Axel.
Antes de que pudiera responder, mi teléfono vibró en mi bolsillo. Era un mensaje de Silvy.
¡Aleron! ¡Deberíamos irnos ya!
Fruncí el ceño al leer el mensaje. Miré a Axel y a Cassian.
—Eh... me tengo que ir. Silvy me necesita.
"¿Te vas tan pronto, Romeo?" gritó Cassian mientras me alejaba de la mesa.
De vuelta con Silvy, noté que algo había cambiado en su expresión. Parecía distraída, como si su mente estuviera atrapada en otra cosa.
Por otro lado, no pude evitar fijarme en Colter, de pie al otro lado del club, apoyado en una pared con una bebida en la mano. Su mirada estaba fija en Silvy con una intensidad que me incomodó.
"¿Quieres irte?" pregunté.
—Sí, estoy cansada. Además, tú y los chicos ya hicieron las paces, ¿no? —respondió ella, forzando una sonrisa.
Asentí, pero algo me decía que esa noche se había abierto algo mucho más grande y mucho más peligroso.
Mientras las luces de neón seguían parpadeando y la música resonaba contra las paredes de Moon Rise, podía sentir que esto era solo una breve calma antes de la tormenta.
Por ahora, lo único que podía hacer era prepararme para lo que me esperaba mañana, cuando el amanecer me pondría cara a cara con el entrenamiento de uno de los lobos más peligrosos que jamás había conocido.