Al día siguiente, me desperté sobre las ocho y bajé a desayunar. Jhanvi estaba en la cocina preparando el desayuno y llevaba puesto de nuevo un sari. Lo llevaba bien ajustado a la cintura, resaltando sus caderas curvilíneas. La tela estaba húmeda por el sudor que había hecho en la cocina. Noté que llevaba una blusa escotada debajo del sari, que dejaba al descubierto gran parte de su pecho. Observé cómo sus caderas se balanceaban seductoramente mientras se movía por la cocina. Mis ojos se fijaron en su trasero firme cuando se agachó a recoger algo del suelo. —Buenos días —ronroneó sensualmente mientras se ponía de pie y me regalaba una sonrisa radiante. Se giró lentamente y se apartó el pelo, dejándome al descubierto su generoso escote. La miré fijamente a través de la blusa y tragué sal

