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A tu merced

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Blurb

¿Podrá el amor ser más fuerte que el rencor y la venganza?

Toda mi vida estuvo controlada bajo el yugo de mi padre, nunca me dejó tener novios, salir con amigos o viajar sola, a mis veintitrés años aún era virgen y sentía que no había vivido mi vida. Entonces, para mí fortuna o desgracia, una noche después de escaparme a la discoteca más exclusiva de la ciudad con mi mejor amiga, me reencuentro con Jasper Blackwell, mi primer amor de la infancia y el hijo del mejor amigo y socio de mi padre.

Nuestro encuentro fue explosivo y caliente, pero Jasper solo había vuelto a mi vida por una razón. Mi padre le debía una exorbitante suma de dinero, así que me quería a mí como garantía hasta que le pagaramos a su familia hasta el último centavo.

Pronto, me encuentro a su merced, inmersa en un mundo lleno de lujuria, placeres, lujos y secretos. Ahora soy suya para hacer lo que quiera conmigo, y las cosas que me hace me tienen amándolo y odiandolo al mismo tiempo.

Porque Jasper es mi salvación y mi perdición.

Mi locura y mi razón.

Mi tormenta y mi calma.

Mi libertad y mi prisión.

Lo es todo y nada...

Advertencia: Contenido explícito, escenas sexuales y situaciones intensas.

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Las luces de la discoteca me hicieron parpadear, cegándome por un momento. Llevaba tanto tiempo sin salir de fiesta, que me sorprendió de nuevo ver a tanta gente mezclada en la pista de baile. El lugar era enorme, con pantallas gigantes donde figuras de neón se movían. Las chicas eran extremadamente hermosas y los hombres jóvenes y apuestos, pero no se podía esperar menos de una de las discotecas más exclusivas de la ciudad. También había algunas modelos y una que otra figura pública, lo que me hizo sentir menos hermosa de lo que había creído cuando me miré en el espejo antes de salir. Llevaba un vestido blanco de seda, encima de las rodillas y ajustado al cuerpo con tiras que se ajustaban. Un escote poco pronunciado, y el cabello recogido con algunas hebras sueltas. No era la más sofisticada, pero había salido con tanta prisa, que no me dio tiempo de esmerarme más. Además, fui sobornada por mi mejor amiga para salir. —¡Micaela quita esa cara ya! —gritó la culpable de que me sintiera tan fuera de lugar, a través de la música alta de la discoteca. Un tipo nos tropezó al pasar y me aparté, lucía ebrio a más no poder. Mi mejor amiga, Carrie, me trajo a una exclusiva discoteca en el mejor lado de la ciudad. Estaba saliendo con uno de los administradores del sitio, por lo que nos había ganado un pase directo adentro, dónde la mayoría ni siquiera podía entrar a menos que tuvieras una reserva de dos semanas de anticipación o hicieras una fila interminable bajo el frio excesivo de Nueva York. —Si papá se entera de que estoy aquí, va a asesinarme —respondí, moviéndonos hacia algún lugar menos agitado. La mayoría tenía reservados privados, dónde la gente bebía y podía sentarse a conversar, pero estos eran excesivamente costosos. Mi padre no había tenido mucho éxito estos años y las ventas estaban por los suelos, además, tampoco sabía que estaba aquí y no me traje dinero. ——No tiene porqué saberlo —respondió ella, sonriéndome. — Nadie va a decirle nada. Solo relájate Intenté hacerle caso, pero cuando venías de una familia estricta, no podías darte el lujo de cometer errores y que te atraparán. Papá quería conservarme en casa, casta y bien cuidada, solo para poder conseguirme un buen pretendiente, uno muy rico que nos sacara del lío económico en el que estábamos metidos. Y a quien podía engañar, era mi padre, se lo debía. Si en mí estaba ayudarlo, entonces lo haría. El novio de Carrie se acercó a nosotras, era guapo, de contextura delgada y atlética y usaba unos lentes que le daban un toque muy intelectual. Estaba vistiendo de n***o, zapatos finos y ropa cara, pero no había esperado menos de ella. Mi mejor amiga era bastante decidida, y cada pretendiente o novio que tenía superaba al anterior. El único problema era que ninguno lograba enamorarla y terminaba dejándolos. —Oh, cariño —saludó, lanzándose a sus brazos de forma dramática. Para su beneficio, el chico la recibió con gusto, dándole un beso con lengua, profundo y sexi, que me hizo apartar la mirada, un poco incomoda y otro poco celosa. Nunca había podido besar a nadie así, de hecho, nunca había pasado de la primera base con nadie. Mis padres habían hecho de mi vida una prisión y mis novios fueron básicos y aburridos, eran los únicos que mi padre aceptó. —Hola Mic —saludó el chico, guiñándome un ojo. Le sonreí en saludo, no teníamos mucha confianza, solo nos habíamos visto una vez antes, cuando Carrie me citó para presentármelo. — Que bueno que hayas venido por fin. —Tuvo que escapársele a su padre —se burló Carrie, haciendo la fulminara con la mirada. — Es como si tuviera catorce años. Él sonrío, encogiéndose de hombros —No te preocupes, lo que pasa aquí en Sexy night, se queda aquí —dijo, haciendo alusión al nombre de la discoteca. — ¿Quieren algo para tomar? —Yo quiero un vodka —murmuró Carrie de inmediato. —¿Podría ser agua? —pregunté. — Estoy sedienta. Carrie se río, negando con la cabeza a su novio. —Tráele un vino o algo así —pidió y él asintió, dándole un corto beso, mucho menos efusivo que antes, para irse a buscarnos los tragos. Me tragué un comentario mientras esperábamos a su novio. El lugar cada vez se llenaba más y eso que solo eran las diez de la noche, estaban abriendo por lo que sabía. Algunos chicos nos dieron miradas, sobre todo a Carrie, que lucía un lindo vestido rojo con el cabello suelto y alocado. Sin embargo, apenas Blake regresó con nuestras bebidas, dejaron de hacerlo. El hombre debía tener poder en el lugar, era como si lo respetarán mucho. Le entregó un vodka con jugo de naranja a Carrie y me dio una copa de vino blanco que aprecié. No era de beber mucho, pero me gustaban las cosas sencillas. Pronto, la música subió de volumen y la gente se animó más, me sentí emocionada también, hacía mucho tiempo que no salía, estaba demasiado metida en mi piano y en la universidad, tan concentrada que olvidaba divertirme. Al principio, la idea de venir me había parecido mala, pero ahora no lo encontraba tan mal. Blake le dijo a Carrie que nos fuéramos al área VIP dónde tenía unos amigos, así que ambas nos tomamos de la mano y navegamos contra el mar de gente que se apabullaba en el centro. Algunas chicas pasaron por nuestro lado casi tropezándonos, venían riéndose alegremente. Me hubiese gustado vivir aquello, si mi padre no fuera un dictador y me hubiera mantenido presa en casa, esperando a que llegara el hombre indicado para mí solo para librarse. A unos diez metros, nos detuvimos de nuevo. Había una cinta de seguridad y un hombre enorme vestido de n***o con un audífono en su oreja. Lucia como el tipo malo de alguna película, sin embargo, apenas vio a Blake ambos se saludaron amigablemente. Carrie se giró a darme una mirada de éxtasis, no había nada más que le gustará a ella que la exclusividad. Después de que nos dejara pasar, me di cuenta de que el lugar cambiaba completamente. Seguía siendo inmenso, techos altos y oscuridad presente. El aire acondicionado se sentía más fuerte, refrescándonos un poco después de haber pasado por una asfixiante masa de personas que iban en sentido contrario. Luego, caímos en otra pequeña discoteca, está vez, había menos gente. Todo cambiaba aquí, comenzando porque la decoración gritaba lujos y exclusividad, el cristal era el rey, inclusive en el centro había una barra rodeada de cristal, daba la ilusión de que ibas a sentarse en un banco de vidrio, pero eso era imposible ¿verdad? Ambas miramos maravilladas, mi padre no era pobre, siempre gozamos de dinero y un poco de poder, pero esto era diferente, más lujoso, más… caro. Otro hombre de seguridad saludó a Blake, Carrie me soltó la mano, ya no había temor de que nos perdiéramos, no con la cantidad de gente que había. Estos eran otro tipo de reservados, diferentes a los que estaban afuera. Cerrados por completo, desde afuera, solo veías un cubículo en forma de burbuja, pero el vidrio no dejaba que vieras por dentro. Una pequeña entrada, que se abría y cerraba a tu gusto, era hermoso. –¡Me encanta este lugar! – exclamó Carrie, girándose hacia mí emocionada. – Este sí es el chico indicado querida, este sí. Puse los ojos en blanco, porque ya no le creía. Blake caminó hasta el último reservado, dónde la puerta se encontraba abierta. Otro guardia de seguridad afuera me pareció extraño, porque ningún otro reservado tenía seguridad, solo los hombres que se encontraban en diferentes puntos de la sala, y eran muy pocos a diferencias de afuera. —Hey, Seal —saludó Blake, hablando fuerte para escucharse a través de la música. — ¿Está el jefe adentro? El hombre asintió, abriendo la puerta para dejarnos pasar. Ambas, un poco excitadas por toda la exclusividad, no dudamos en hacerlo. Blake se hizo a un lado y nos hizo una seña para que pasáramos, Carrie no siquiera lo dudó, con paso firme, entró. La seguí, tratando de lucir tan confiada como ella, aunque mi vestuario seguía siendo el mismo. Allí fue cuando mi mundo cambió. Al entrar, lo primero que me di cuenta era que el lugar estaba más grande de lo que se podía ver desde afuera, mucho más espacioso. Había una mesa de cristal en medio, vasos del Whisky más caro que te puedas imaginar y algunas bebidas para acompañarlo, así como habanos. El aire era intenso, solo había dos hombres más y una mujer sentados en los sillones, conversando entre ellos. Uno de los chicos no llamó demasiado mi atención, más por el hecho de que estaba vestido para matar. Cabello oscuro y rizado, bebía un trago mientras tenía una especie de discusión con la chica, que no lucía menos que perfecta tampoco. Sin embargo, cuando puse mi atención en el otro hombre, fue cuando me quedé paralizada. Abrí los ojos como platos, de inmediato, mi mente viajó más de diez años en el pasado, hasta la última vez que lo vi. Era Jasper, mi mejor amigo de la infancia y vecino, el chico que no volví a ver desde que tenía doce años y su padre se mudó a otro país, dando por terminada nuestra amistad. Ya no era más ese niño pecoso y lindo del que estaba tontamente enamorada. Ahora era un hombre, mi primera impresión fue de desconcierto, lucía como un mafioso, vestido de n***o, llevándose un habano a los labios y luciendo más sexy que todos los hombres guapos de la discoteca. Mi cuerpo reaccionó, me sentí electrizada, mi cuerpo burbujeó adrenalina y un poco de excitación, no solo por volver a verlo, sino porque era sexo puro, sexy y jodidamente peligroso. Cuando sus ojos se posaron en mí, me sentí desnuda. Fue como si me estuviera viendo por dentro, golpeándome fuerte en el pecho. Nunca imaginé volver a verlo, Jasper se fue y jamás supe de él, las cartas que le mandé quedaron en el olvido después de que no me respondiera. Fue como si la tierra se hubiese desvanecido y ahora lo tenía en frente. —Jodido Jasper, ¡Pensé que no volverías de Londres! —exclamó Blake, sonriendo como si lo hubiese extrañado. Se dio cuenta de que estábamos allí, ya todos nos estaban mirando. — Ellas son Carrie, la chica de la que te hablé y está es su mejor amiga, Micaela. —Hola a todos —saludó Carrie, sin perder ningún poco de su encanto. No estaba para nada apenada, en cambio yo, era un manojo de nervios. La mirada de Jasper no se había despegado de mí, pero no me estaba viendo como el chico que dejé hace años atrás. Por supuesto, habían pasado muchos años desde eso, ya ninguno de los dos éramos los mismos. —Jasper, ¿te acuerdas de mí? —pregunté, no me había hablado, pero tal vez no estaba del todo seguro que fuera yo. Después de todo, mi físico también había cambiado. – Soy Micaela Young. Jasper lo pensó un segundo, como si de verdad estuviera tratando de recordar. Luego, negó con la cabeza, botando el humo del habano por su boca. —No tengo ni idea de quién eres —respondió. La chica soltó una risita burlona, y yo quise morir allí mismo, mi sonrisa desvaneciéndose poco a poco. Estaba esperando que la tierra me tragara, mis mejillas se sonrojaron, no estaba bromeando, Jasper seguía serio e inexpresivo. ¿Cómo pudo haberme olvidado? Habíamos sido mejores amigos en nuestra niñez, ¡me dio mi primer beso! Dijo que quería que lo recordara siempre, y ahora estaba frente a mí, diciéndome que no podía recordarme. La vergüenza me caló profundo. Carrie me dio una sonrisa de compasión, ni siquiera mi mejor amiga estaba enterada de lo que había pasado entre nosotros, así que seguramente pensaba que estaba confundida. —Tal vez te confundiste nena, eso me pasa todo el tiempo —dijo ella, tratando de aligerar el incómodo momento. Jasper no apartó la mirada de mí, no se vio ni un poco arrepentido por haberme respondido así, por lo que aparté la mirada de él. Blake nos presentó a los otros dos chicos, uno era Emilio, su hermano menor del que no me acordaba casi y la chica era una amiga de ellos. Los tres estaban bebiendo Whisky, pero Emilio nos hizo un lado para que pudiéramos sentarnos con ellos. Procuré no volver a mirar a Jasper, mientras me concentraba en los demás. Mi copa de vino estaba casi vacía cuando una linda camarera entró en el lugar, traía más hielo y una botella de vino blanco, el mismo que estaba bebiendo. No sabía quién le había dicho que trajera más, pero apenas me rellenó la copa, me sentí bien de nuevo. ¿Qué si no se acordaba de mí? No me importaba, había pasado mi enamoramiento por él hacía muchos años. Además, su jodida mandíbula cuadrada, sus increíbles ojos oscuros y su piel aceitunada no eran tan sexys después de todo. Mientras ellos iniciaron una charla sobre cosas que nosotras no entendíamos, Carrie se inclinó hacia mí, hablando muy bajito para que no pudieran escucharnos —¿Qué fue eso de que conoces a Jasper? —preguntó confundida. —Ahora te explico —murmuré de vuelta. No iba a ponerme a hablar sobre él cuando estaba a unos pocos metros de mí. —Es jodidamente sexy, ¡Dios! Si Blake no me gustará tanto, ya estaría haciéndole ojitos —murmuró ella, sonriéndome con picardía. Negué con la cabeza y le di otro trago a mi copa de vino. Sentí su mirada de nuevo en mí, y está vez, se la devolví. El alcohol me dio un poco de calor, porque alcé mi ceja, preguntándole con la mirada qué demonios hacia mirándome tanto. No me recordaba, así que no tenía por qué hacerlo. Diablos, estaba actuando como una tonta, el hombre probablemente solo se preguntaba porque era tan patética. La noche transcurrió sin más problemas, me di cuenta de que los chicos hablaban más de negocios que cualquier otra cosa, así que Carrie y yo pasamos mucho tiempo comentando lo hermoso del lugar. No había borrachos molestando, tampoco hombres dándote miradas lascivas, ni siquiera tenías que correr hacia la otra parte de la discoteca para ir al baño. Aquí, todo era más fácil y tranquilo, una especie de intimidad que daba el dinero. Cuando llevaba una cuarta copa de vino y ya estaba más que abría, Blake sacó a bailar a Carrie. Ambos se movieron juntos, riéndose y besándose profundamente, como les gustaba a pesar de la gente alrededor. Me sentí bien por ella, estaba divirtiéndose y siendo feliz, lo que mi padre nunca me dejó hacer. No importaba cuánto hubiese querido enamorarme, si él no lo aceptaba, entonces no podía estar con nadie que yo quisiera. No dependía de mí, mi felicidad estaba en sus manos. Las ganas de ir al baño se hicieron presentes, había ido con Carrie hacia una hora, pero ella estaba demasiado concentrada metiéndole la lengua a su novio en la boca, por lo que no quise interrumpirla. Me levanté y le hice una seña de que iría al baño, ella asintió, sus ojos vidriosos y sus mejillas sonrojadas, no sabía si en excitación o en felicidad. Nadie dijo nada cuando salí del reservado, había más gente ahora, hombres solos sentados en la barra, disfrutando de un trago. Nadie me dio una mirada irrespetuosa cuando salí, inclusive el hombre de seguridad se encargó de acompañarme hasta los baños de mujeres. Había una fila de al menos siete mujeres por delante, lo que era poco, tomando en cuenta que afuera eran de más de veinte. Si alguna vez me encontraba al dueño, me aseguraría de aconsejarle hacer más baños para mujeres. Mi vejiga se estaba quejando con fuerza, gritándome que necesitaba hacer pis. Pero todas las demás mujeres delante de mí estaban igual, así que no creía que ninguna de ellas me diera su lugar solo por eso. No tuve más remedio que ponerme hacer la fila, diciéndome a mí misma que podía aguantar más, era eso u orinarme encima. De pronto, una suave mano tocó mi cintura. Mi corazón dio un salto cuando me di cuenta de que era Jasper, acercó su boca a mi oreja, y cuando habló, su aliento me trajo escalofríos por todo el cuerpo. —Ven conmigo, tengo un baño privado —murmuró. Iba a negarme, pero me tomó del brazo antes de que pudiera responder. No opuse resistencia, mi vejiga estaba por explotar y necesitaba orinar cuánto antes, no tenía fuerzas para decirle que no, o demorarme más tiempo en ponerme a pelear. Algunas chicas me dieron una mirada de envidia, matándome con la mirada. Estaba consciente de que Jasper era el hombre más sexy de todo el lugar, inclusive me atrevía a decir que del mundo entero. Jasper me llevó por un pasillo angosto al final de la sala, la oscuridad se hizo más presente, pero me negué a sentir miedo. Cuando estaba por preguntarle dónde demonios me iba a llevar, abrió una puerta y nos metimos dentro. Era una oficina, espaciosa y muy lujosa, tenía un escritorio, sillones, una cafetera, un minibar y un televisor enorme. Un closet y una puerta más, me señaló allí después de cerrar la puerta detrás de nosotros. —Allí está el baño, tomate el tiempo que quieras —dijo, manteniendo esa seguridad que estaba por volverme loca. Asentí y no esperé más, antes de ir. El baño era precioso, no parecía el común en una oficina, inclusive tenía una ducha. Hice pis, suspirando en satisfacción y alivio. Mi vejiga me agradeció, después de aguantar tanto. Escuché a Jasper afuera, no sabía lo que estaba haciendo, pero tampoco me importó. Cuando terminé, lavé mis manos y traté de arreglar mi cabello sudoroso y esponjado. Mis ojos verdes estaban grandes y vidriosos también, seguramente por el vino. Arreglé mi maquillaje y aplaqué mi espeso cabello castaño claro, tratando de no verme como una bruja. Era entendible que Jasper no quisiera acordarse de mí, parecía una versión terrorífica de Cleopatra. Cuando salí de nuevo, Jasper estaba esperándome, apoyado sobre el borde del escritorio, con los brazos cruzados. Su mirada recorrió mi cuerpo, no estaba disimulando, me miraba explícitamente, lo que hizo que mi cuerpo reaccionara. Una punzada directo en mi entrepierna, haciendo que mis pobres bragas se empaparan. Podía echarle la culpa al exquisito vino que había estado bebiendo, pero la verdad, era que Jasper siempre fue mi criptonita. Ahora, años después, el niño del que estuve enamorada se había convertido en un hombre sexy y arrogante. —¿Es tu oficina? —pregunté, solo porque había tanta tensión en el aire, que sentía que me iba ahogar en lujuria. —Sí, lo es —murmuró, sin apartar su mirada de la mía. Era como si me estuviera evaluando, lo que me hacía sentir más nerviosa. —Así que trabajas aquí —seguí diciendo. Había un cuadro enorme de la ciudad de Londres, siempre había querido ir allí, aunque papá nunca quiso que me alejara. —Debe ser genial trabajar para un lugar tan exclusivo. —Soy el dueño —contestó, haciendo que lo mirara de inmediato. Joder, eso era grande. Él dueño de una de las discotecas más exclusivas y definitivamente de la más costosa de la ciudad significaba que era un hombre con poder, más que el que mi padre y el suyo habían tenido algún día. Papá dijo que su padre se había ido al otro lado de la ciudad buscando salir de la crisis económica, pero algo me decía que no le había ido para nada mal. Mucho mejor que a mi padre, eso seguro. —Es gen.. nial —respondí, entrecortándome cuando se movió, caminando hacia mí. El nerviosismo pudo conmigo, me eché para atrás, porque la forma en la que me miraba era… como si quisiera hacerme muchas cosas indebidas. En tres zancadas, tenía a Jasper frente a mí. Mi espalda golpeó la puerta y lo miré, mis ojos muy abiertos y mi respiración irregular. Apartó un mechón de mi cabello y lo metió detrás de mi oreja, ese simple gesto, me derritió completamente. —¿Te pongo nerviosa? —preguntó, observando mi pecho subir y bajar. Negué con fuerza. ——No… es solo... que yo… estás muy cerca —mentí, y él lo sabía. Una media y delicada sonrisa depredadora apareció en sus labios. Era hermoso, pero gritaba peligro y poder, era uno de esos hombres de los que sabías tenías que huir apenas pudieras. Se acercó más, dando un paso hacia mí. Fue como si me sacarán el aliento de golpe, sentí mi corazón golpetear cómo un loco, estaba hecha un manojo de nervios y ni siquiera me había tocado. Entonces, cuando estaba segura de que daría el último paso y me besaría, se movió hacia un lado y abrió la puerta que daba al pasillo por donde habíamos entrado. Mi pecho se desinfló cuando me di cuenta de que estaba echándome, más bien sacándome y yo de idiota pensaba que quería besarme. Me di la vuelta para despegarme de la pared al lado y salir, con la vergüenza comiéndome viva. Mi expresión no tuvo que ser la mejor, tuvo que haberle dicho cómo de decepcionada y avergonzada me sentía, porque se detuvo de nuevo. Antes de que pudiera salir, cerró la puerta en mis narices y se movió hacia mí, viniendo como una avalancha que no pude detener. —Al diablo —gruñó. Me tomó de las mejillas con las dos manos, no lo detuve, todo pasó tan rápido. Sentí sus labios en los míos y fue como si explotará el exquisito sabor del whisky en mi boca. Gemí cuando su lengua entró, me apretó contra su cuerpo, como si me estuviera marcando como suya. Duro como el acero, era un hombre que se ejercitaba, eso seguro. Su lengua, cálida, acarició la mía con la punta. A pesar de que había mil cosas pasando por mi mente, no pude evitar devolverle el beso con igual deseo. ¡Diablos! Era como si estuviera en llamas, mis pezones erectos, mi piel hormigueada. La sangre corriendo rápidamente por mis venas, mi corazón enloquecido, estaban pasando tantas cosas al mismo tiempo que era difícil de asimilar. —Sabes justo como imaginé que sabrías —comentó, despegándose un poco de mí para que respirara. —No sabía que habías fantaseado con besarme —confesé, recordando que había estado ignorándome toda la noche. —No fantaseé solo eso —gruñó en respuesta, presionando su erección en mí. Abrí la boca al sentirlo, estaba duro y grande. Jasper no me dio tiempo a pensar en eso, porque me llevó hacia uno de los sofás, el más grande. Volvió atacarme con su boca y me dejé llevar, olvidándome de todo lo que mi padre me había dicho de los hombres durante mi vida. Caí sobre el sofá acolchado e inmediatamente después Jasper se puso encima de mí. Se metió en medio de mis piernas, el vestido, de por sí corto, se subió hasta quedar en mi cintura. Mis bragas blancas quedaron expuestas, y Jasper aprovechó para presionarse allí. Gemí, mientras que él jadeó al sentir el dulce contacto. A pesar de la ropa, su bulto acarició mi clítoris, llevando latigazos de placer por todo mi cuerpo. Entonces, la puerta sonó. Fuerte, como una alarma cuando no te quieres despertar. Por un par de segundos lo ignoramos, antes de darnos cuenta de que en verdad estaba sonando, de que era aquí, justo ahora. Los golpes fuertes me sacaron de mi estupor. Jasper se echó para atrás, moviéndose lejos de mí. Apenas se levantó, hice lo mismo que él, me apresuré a bajarme el vestido de nuevo y acomodármelo, la tela de mi sostén se hizo visible. Jasper me dio una última mirada, negó con la cabeza para sí mismo, como preguntándose qué demonios había hecho. Apenas terminé de arreglarme, abrió la puerta, dejando ver al mismo hombre de seguridad que estaba fuera del reservado y que estuvo acompañándonos al baño toda la noche. Se dio cuenta de que estaba allí, era imposible no hacerlo, pero a su favor, no hizo ni siquiera una mueca o comentario. O era muy discreto, o estaba demasiado acostumbrado a que su jefe trajera mujeres aquí. —¿Qué pasa? —gruñó, en un tono poco amable —Disculpe la interrupción señor, pero lo necesitamos en una de las burbujas —explicó, se escuchaba delicado. — Es urgente. Jasper suspiró, asintiendo. —Ya te alcanzo —respondió y Seal asintió, como si entendiera. Cuando se volvió hacia mí, encontré en sus ojos la misma frialdad que al principio de la noche en el reservado. No había nada de la lujuria y la química de hacia un momento, todo se esfumó apenas tocaron la puerta. — Vuelve al reservado, tú amiga debe estar esperándote para irse. Me quedé de piedra, de todas las palabras, no había esperado que sonara tan… descaradamente frío. ¡Acabábamos de besarnos y restregarnos! ¿Y el hombre no encontraba nada mejor que decirme que me fuera de vuelta por dónde vine? No había esperado que me propusiera matrimonio, pero tampoco que se escuchará como si estuviera desechándome cómo una toallita después de usar. —Gracias —gruñí, porque, ante todo, mi madre me había enseñado a ser educada, aun cuando fuera un idiota arrogante. Pasé por su lado como alma que lleva el diablo, su mirada en mi quemaba, pero estaba demasiado enojada y avergonzada para que me importará. Llegué de nuevo al pasillo y caminé de vuelta hacia la sala VIP, era más rápido de lo que esperaba. La música todavía sonaba, pero había algo diferente, el ambiente estaba tenso. Los hombres de seguridad ahora se duplicaban y sus expresiones eran serias, preocupantes. Cuando volví al reservado, Carrie y Blake eran los únicos que quedaban allí. Ya no estaban bailando, en cambio, no parecían estarse divirtiendo mucho. Apenas entré, Carrie se acercó a mí. — ¿Dónde estabas? —preguntó preocupada. — Tardaste demasiado para estar en el baño. —Después te cuento —expliqué, tratando de tranquilizarla. No me iba a poner a contarle el brote de lujuria que pasé con Jasper delante de Blake, que me miraba interesado, como si también quisiera saber lo que iba a decir, pero por razones diferentes. — ¿Hay algún problema? Blake negó. —Ya nos vamos, toma tus cosas Mic, ha habido un problema y es mejor que las llevé a casa —ordenó, por lo que asentí de inmediato, toda la cosa era rara a más no poder. Sin embargo, yo estaba más que feliz de que la noche por fin acabara. Carrie tomó mi mano de nuevo y Blake nos llevó fuera de la discoteca, sacándonos por un camino diferente, uno que evitaba tener que pasar por el montón de gente aglomerada en el área general. No le di importancia, era normal que la sala VIP tuviera su propia salida de emergencia, lo que sí me pareció extraño, era la mirada de los chicos de seguridad en nosotras. Cada uno de ellos nos daban miradas al pasar, nadie nos quitaba ojo de encima. Cuando llegamos a la puerta y salimos, otro grupo de hombres nos esperaba afuera. Nos hicieron subir a una camioneta negra, y allí fue cuando comencé a ponerme nerviosa. Mi padre nunca había tenido una, pero sus amigos sí, y supe de inmediato que era blindada. Le di una mirada a Carrie, ella lucía igual de confundida que yo. ¿Por qué tanta seguridad? Blake se subió al coche y comenzó a conducir, ya no estaba el mismo humor divertido y relajado de antes de meterme al baño, ahora, todo estaba tenso. El camino fue largo, pero me quedé en silencio como todos los demás, rememorando una y otra vez lo que pasó con Jasper en su oficina. Aun sentía mi cuerpo en llamas, era más que seguro que apenas regresará a casa, tendría que masturbarme. Nadie dijo nada más, apenas y nos despedimos cuando me dejaron frente a casa. Sin embargo, no se me pasó por alto el hecho de que supiera mi dirección exacta aun cuando nunca se la dije, o la otra camioneta blindada que nos siguió durante todo el camino.

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