Isabella
Lloré muchas lágrimas por una mujer que apenas conocía, por la madre de una señora que apenas me mira.
No es difícil, cuando la iglesia católica del centro está absolutamente repleta de familiares y miembros de la comunidad, de luto por la muerte de Rose Becker.
Estoy sentada en la fila detrás de los hermanos Parker, que está reservada para las parejas, soy la única. Y también para los primos hermanos y más. Los hermanos y hermanas de Maggie están más abajo en su fila.
Por lo que puedo ver, estoy sentada junto a su primo Mark, que es oriundo de los Becker de Madison. Parece igualmente como veinteañero y guapo como la totalidad de los hermanos Parker, lo que me hace preguntarme si realmente es algo en el acervo genético que producen que hace que los chicos se vean así.
Enzo está a un brazo de distancia, pero no me atrevo a captar su atención durante la misa. Una vez que el funeral se traslada al cementerio, la mano de Enzo no se separa de la mía. Todos tienen lágrimas en los ojos y Enzo se ha masajeado la frente no menos de cien veces. Cuando no está sosteniendo mi mano, está abrazando a su madre. Es un asunto triste en todos los sentidos.
Pero el hechizo se rompe un poco cuando nos dirigimos a la casa de los Parker para la recepción posterior al funeral. Maggie se pone en modo anfitrión y las fotografías de Maggie cubren la mesa. Los miembros de la familia están hablando de sus famosas frases: “No puedes guiar a un caballo, obligarlo a beber nada parecido”, mientras Maggie se ríe con su hermano y hermana de los recuerdos más ridículos de su infancia.
Es raro estar rodeado de tantos Parker, por qué A) yo no soy uno de ellos, y B) mis padres probablemente se cagarían encima si supieran que había penetrado tan profundamente tras las líneas enemigas. Honestamente, me sorprende que Maggie me haya dejado asistir al funeral. Esperaba que hubiera una cinta con el mensaje. “Blackstone, deténganse aquí” alrededor del perímetro del cementerio.
—¡Isabella! — la voz de Enzo llega desde el patio trasero. Salgo para unirme a él, un rayo de sol brillante del mediodía se cuela entre los árboles de su patio trasero. Me está esperando con el brazo extendido, haciéndome señas, la sonrisa en su rostro, dirigida solo a mí, es tan seductora que prácticamente floto hacia él. Cuando me acerco, me rodea la cintura con el brazo y me atrae firmemente hacia su costado. El cuero y las especias me bañan, y casi pierdo el equilibrio y caigo perdidamente enamorada de este hombre. Pero su voz me saca de mi caída libre.
—Estaba hablando con mis primos sobre nosotros— dice jovialmente, y el sutil llamado a las alarmas me hace sonreír un poco más.
—Oh, ¿lo estás? — Envió mi mejor sonrisa ganadora. La que dice. En realidad, somos una pareja, así que no hay necesidad de indagar más, ¿de acuerdo?
—Ustedes dos tienen una vida encantadora en el oeste— dice el primo de aspecto muy recatado.
Xander y River se acercan, ambos con cervezas en la mano.
—¿Qué está pasando aquí? — pregunta River, dándole una palmada en la espalda a su fornido primo.
—Estamos escuchando sobre la maravillosa vida de Enzo e Isabella— le susurra la Señora prima, sonriendo a Enzo. —Es increíble que trabajes para E-bid—
Enzo me aprieta con más fuerza mientras Xander nos mira fijamente. —Oh, sí. Maravilloso—
—Trabajo para Emerson y Bennett— interviene River, dando un paso adelante. —Lo cual es a partes iguales maravilloso y horrible—
Los primos luchan por ubicar la ciudad de origen de la empresa de River, lo que da a lugar a una explicación demasiado larga de las distintas ciudades en las que opera su empresa. Mientras escuchan a River, Enzo baja sus labios hacia mi oído.
—Creo que deberíamos besarnos—
Las palabras me atraviesan como un rayo de luz inesperado. ¿Besar? ¿Besar a Enzo? ¿Justo cuando lo he estado fantaseando con hacer desde el tercer año de preparatoria?
¡¡Absolutamente!! ¡¡Si!!
—Para demostrar que somos una pareja especial— murmura, y me aprieta la cintura. Para cualquier otra persona, parece como si estuviera murmurando cosas dulces. Me rio, haciendo rodar mis labios hacia adentro. Me inclino más hacia él, finalmente atreviéndome a mirarlo a los ojos.
—¿Sí? — pregunto, empujándolo con mi hombro.
Desde este ángulo, es más hermoso que nunca. Las comisuras de sus ojos se arrugan mientras me mira. Se humedece el labio inferior, ese cuero y esa especia no solo llenan mis sentidos, sino que me ahogan por completo. Estoy perdida. Envía a buscar el bote de rescate. El bote de Isabella se dirige al fondo del lago.
Sus ojos buscan mi rostro por un momento, y luego acorta la distancia entre nuestras bocas, sus labios se posan sobre los míos tan suavemente, pero tan intensamente, que tengo que acallar un jadeo. Agarro el costado de su brazo, empujándome hacia arriba sobre las puntas de mis pies para que podamos apretar nuestros labios aún más.
Porque ahora que lo he probado, lo necesito todo.
Sonríe mientras me besa, lo que da paso a un segundo beso, que provoca una oleada de humedad muy visible en mis bragas. Mis dedos se hunden en la manga de su camisa blanca abotonada.
—Por Dios, chicos— interrumpe River un momento después, mientras estamos doblando la esquina hacia el beso número tres.
—Consigan una habitación—
Enzo se aparta y yo me derrumbo contra él. Mi corazón late fuerte entre mis oídos y no estoy segura de poder salir del patio trasero por mis propios medios. Tres besos con Enzo son suficientes para deshacerme. Y ni siquiera usamos nuestras lenguas.
—Tenemos una habitación, ¿sabes? — me dice, lo suficientemente alto para que los demás lo oigan. Me río débilmente, porque, por supuesto, lo dice por ellos. No lo dice enserio. A pesar de que los besos falsos que me dió ganan fácilmente el primer, segundo y tercer lugar en la historia de todos los besos de mi vida.
—Lo siento chicos— les doy a sus primos una sonrisa de disculpa, pero no lo siento en absoluto. Dios, es agradable interpretar el papel de novia tímida. Enzo no mueve su brazo de mi cintura y se reincorpora sin esfuerzo a la conversación sobre la situación laboral actual de todos. Apenas puedo concentrarme en lo que están diciendo. En realidad, no me importa nada. Solo quiero que Enzo me vuelva a besar.
Pero no lo hace, y la tarde avanza. Pronto, Maggie saca las ensaladas de pasta y David enciende la parrilla. Algunos miembros de la familia se han ido, pero la mayoría de los primos se quedan a cenar. El recuerdo posterior al funeral se convierte lentamente en una fiesta posterior al funeral. Enzo se arremanga hasta la mitad del antebrazo, lo que casi me deja embarazada en el acto. Una vez que veo que Maggie se ha cambiado de ropa, corro al dormitorio para ponerme un vestido de verano que encontré en la tienda de segunda mano. Es de tiras, largo y lleno de soles de dibujos animados, lo que parece perfecto para esta noche. Porque, ya saben, verano.
Cuando vuelvo a bajar, la mirada de Enzo me recorre, dejándome un escalofrió ardiente a su paso. No sé si le gusta o no lo que ve.
—Deberías haberme dicho que ibas a cambiarte— dice cuando me reúno a él. —Yo habría ido contigo—
Trago saliva. ¿quiere decir lo que creo que quiere decir? No hay nadie más cerca de nosotros en este momento; la mayoría de la familia esta reunida alrededor de las mesas del patio, comparando los dos tipos de ensaladas de pasta que preparo Maggie. Mientras que River insiste en voz alta en que la base de la mayonesa es la clave, me doy cuenta de que esas palabras estaban dirigidas solo a mí.
Finalmente.
—Bueno, el dormitorio todavía está allí— le ofrezco, y tan pronto como salen las palabras, me doy cuenta de que no tengo idea de lo que estoy diciendo. No tengo idea de si él quiso decir lo que yo creo que quiso decir.
—Si—
Si. Eso es todo lo que dice, y luego mira a su familia, dejándome confundida. Lo interprete todo mal. Probablemente solo hubiera sugerido que me pusiera otra cosa. Tal vez este vestido es horrible. Probablemente no tuvo nada que ver con continuar los besos.
Todos los costados de mi vestido, preguntándome si alguna vez seria lo suficientemente atrevida para decir las palabras: “¿Podemos iniciar formalmente una sesión de besos?” Esa podría ser la única forma de aclarar esto. Podría escribirlo en un papel, incluso al estilo de la preparatoria. Pasárselo cuando los hermanos no están mirando. tendría dos casillas de verificación, por supuesto. ¿Quieres iniciar formalmente una sesión de besos conmigo arriba? ABSOLUTAMENTE NO O DIABLOS SI.
Había algo que no se había dicho, pero Wyatt lo llamó de repente. Por alguna razón, Enzo necesitaba opinar sobre las sutilezas del debate sobre la ensalada de pasta. Lo sigo y Nolan toma dos cucharadas grandes de cada ensalada de pasta mientras explica apasionadamente algo sobre la acidez.
Después de la apasionada suplica de Nolan, Xander se burla.
—Como sea. Fumas mucha marihuana, así que siempre estas comiendo—
Nolan deja caer las cucharas. Un poco de ensalada de pasta cae sobre los pantalones de River, lo que hace que se gire hacia Xander enojado.
—¿En serio? — le pregunta a Xander.
—No te arruine los pantalones— responde Xander. —A Nolan se le cayó la cuchara—
—Si, porque lo estás antagonizando— aclara River.
—En realidad, todos ustedes me provocan— escupe Nolan, poniéndose de pie.
—No se equivoca— añade Wyatt.
—Muchachos— comienza Maggie, aunque está a medio camino del otro lado del patio, junto a la parrilla. Las mamás pueden detectar una pelea a quinientos metros de distancia. Juro que lo leí una vez en una revista científica.
La pelea se disipa cuando Maggie trae un plato de hamburguesas. Hay una fila de condimentos cuidadosamente dispuestos, seguidos de servilletas y platos de papel con soles en ellos. Me río y levanto uno para ver a Enzo.
—Mira, combina con mi vestido—
Me sonríe de una manera que me pone los pelos de punta. Hay calor en su mirada, pero más que eso, juro que percibo una pizca de ternura.
—Eres un rayo de sol— dice, y el aire se tensa entre nosotros a través de la mesa mientras avanzamos lentamente hacia las hamburguesas. Mi mano está suspendida en el aire, porque la forma en que me mira ha incapacitado mis habilidades motoras.
Me mira como si me estuviera devorando. Como si no solo me tolerara, sino que en realidad me quisiera. Tal vez hasta me deseara. O tal vez estoy tan hambrienta de afecto que lo veré en cualquier lugar.
De todos modos, las líneas se están difuminando. Mis bragas están húmedas de tanto desearlo y es posible que nunca me recupere de nuestros besos anteriores. Si así será hacerme pasar por la novia de Enzo durante la próxima semana y media, es posible que no salga con vida de Bahía Azul.