Amaranta:
Faltaban dos días ya para el gran día, realmente estaba nerviosa y no dejaba de contar y checar los ítems de la gran lista que había comprado en cosas románticas y deliciosas para nuestro día especial.
El día empezaría así: primero, el doce, o sea… mañana, iríamos al aeropuerto y viajaríamos en su jet para llegar a Montreal. Ahí serían las pruebas del nuevo monoplaza de la compañía. Segundo, y no menos importante, llegar al departamento a descansar y entretenerlo hasta que Gianna llegue y lo entretenga para que yo haga la llamada de confirmación a la misma cabaña a en donde nos amamos por primera vez. ¿Sería especial? Sí.
Él quería que todo fuera especial, pero yo decidí organizarlo y solamente le pedí que me amara con todo su corazón, realmente no pedía más que solo eso y por supuesto, la paciencia.
—¿Está todo bien? Te noto un poco ansiosa por el viaje— dijo de golpe, mientras yo veía la lista.
—Claro, mi amor.
—Perdóname por no mover la prueba del monoplaza, pero sabes que mi carrera depende de esto y bueno…
—Lo sé, Killian, por eso mismo solamente te pido que me ames y me consientas, recuerda que vamos adaptándonos en verdad.
—Sabes, eres la chica que siempre soñé… y quiero contarte algo que me pasó en la madrugada— dijo emocionado, tomando mi mano y llevándome al sofá para poder hablar más tranquilos.
Suspiré y quise adivinar qué era lo que había pasado, soy demasiado ansiosa y pensar en los posibles actos de su mente, me perdí en lo que realmente quería decirme.
—En serio, no estás prestándome atención, Amaranta.
—Perdón, es que… si, mi inmadurez regresa por momentos, ahora sí, cuéntamelo todo —tomé su mano y le di un beso corto en los labios.
Él se acercó más y en cuanto iba a hablarme, sonó su celular y maldijo en francés, sabía que cuando maldecía en su fino idioma era por cuestiones de trabajo que ameritaban fuerza mayor. Le inste a que respondiera el teléfono y se disculpó conmigo levantándose del sofá y saliendo al balcón para hablar, me ponía nerviosa el hecho de que esta primera fecha importante se viera afectada por algún problema de trabajo.
Me quede fija viendo sus movimientos corporales a través del cristal de la puerta del balcón, se notaba exasperado, molesto y en cuanto empuño su mano, pude saber que nuestros planes o más bien, mis planes, se habían estropeado, pero, no quise ser una piedra más en su camino.
Me levante del sofá y él inmediatamente colgó la llamada, no sin antes gritar “Merde” a quien sea que le había llamado.
—Perdóname Ma petite dame, esto es un problema que no puedo evitar.
—Cálmate, Killi. ¿Qué pasa? —dije en tono conciliador.
La verdad lo suponía, pero si antes en esta relación había altas y bajas, era momento de tomarlos en serio y luchar juntos como una pareja, obviamente no podíamos estar el uno sin el otro, lo demostramos hace unos días en cuanto regresamos y prometimos ser una pareja normal en lo que sea que signifique esa palabra.
—Siempre que quiero hacer las cosas bien para ti, nunca puedo… siempre termino decepcionándote y no es que no me importes más que mi carrera, es sólo qué, ahora que se supo lo de Kelly, mis padres y su fraudulenta manera de sabotearme, nadie más firmaría conmigo en un futuro y solo dependo de este patrocinador…
—Ve al punto, Killian— lo admito, estoy molesta.
—Me enviaron el jet para dentro de dos horas y debo estar allá mañana a las seis de la mañana, necesitan hacerme pruebas antes de probar el monoplaza y dar una mano con nuevos pilotos para el nuevo programa que lanzó la FIA… yo… yo no podré celebrar San Valentín contigo, Ma chère petite— dijo acongojado, acercándose a mí, y traté de comprender… traté.
Me aleje un poco, dejando ese triste y frío espacio entre los dos, en mi corazón no cabía la tristeza y la idea de que prefiriera su carrera a estar conmigo… ¿acaso no habían bastado tres meses y semanas, separados y sufriendo por el amor que nos teníamos?
Su voz imponente me sacó de mi charla entre el cerebro y el corazón, porque mi cerebro decía: “Te lo dije, es un idiota que no te ama”, y mi corazón me martillaba diciendo que debía de ser comprensiva y amarlo para que todo fluyera.
—Sé qué, en este momento me odias y está bien, está bien odiarme por ser un imbécil, pero…
—¿Pero? ¿Pero? ¿Pero qué, Killian? ¿A qué estamos jugando? Sé que estas fechas no te gustan porque son cursis, ridículas, comerciales o que no están a la altura de un arrogante que ni siquiera se da cuenta de todo lo que su patética novia está organizando, y es que, a este punto… ¿Qué más esperaba yo de ti? —sí, esa Amaranta cruel e inmadura había despertado en ese momento.
Él se quedó en shock, sabía que si trabajaba duro era por el miedo de quedar en la ruina y no tener un futuro como él decía que debíamos tener.
—Esto lo hago por los dos, Amaranta… no soy como el loco de José Buen Día que dejaba de lado a Úrsula para encontrar algo para él solo… quiero que cuando— no le deje terminar, rompí en llanto porque sabía que sólo por mí se había leído mi libro favorito, aunque eso no solucionaría la crisis que teníamos en ese momento.
—Ya no digas nada, en cuanto termines de trabajar, búscame y espero que no sea muy tarde.
Tomé mi bolso y salí directamente rumbo a un bar, las viejas costumbres de ahogar mis penas con tequila sunrise no habían cambiado, y no esperaba esta vez viniera a salvarme, solamente quería dejar de convertir el infierno que teníamos por el Edén que yo quería.
Shot tras shot no hacían a que dejara de llorar como una mujer dolida, y ahí surgió la duda, esa que empezó a carcomer mi cerebro preguntando si estaba bien dejarlo que se fuera así sin mí, aunque no celebráramos ese día juntos, podíamos hacerlo luego del trabajo, la verdad no entendía mi comportamiento tan patético por algo que tenía solución.
—Señorita, vamos a cerrar ya, ¿necesita que pidamos un taxi o llamemos a alguien de confianza que venga por usted? —preguntó el barman, haciéndome caer en cuenta que ya era de madrugada.
—¿Qué hora es exactamente? —inocentemente, pregunté casi tartamudeando.
—Son las dos de la mañana, señorita— no sé qué cara fue la que puse, pero, caí en cuenta que el avión de Killian salió hace una hora después de que le dejé solo en el apartamento.
Tomé mi bolso como pude, pero el barman me detuvo, peleé con él por no dejarme ir a buscar al amor de mi vida y pedirle perdón, así que bueno, esta demás decir que llamaron a Ricky, uno de los chicos que trabajaba conmigo en el periódico y que fue el único que estaba despierto a esa hora y podía recogerme.
—El señor llegará pronto, por ahora debe esperar aquí, está demasiado ebria.
Suspiré y me quedé dormida en la mesa en la que estaba sentada, mi problema con Killian siempre fue que me perdía entre el alcohol cada que nos peleábamos y eso no era bueno, aunque ya lo había superado.
Ricky por fin llegó, subiéndome al auto y llevándome a su casa, su esposa ya me tenía el sofá arreglado y unas mantas, prestándome ropa holgada para terminar de dormir… comprendí en ese momento que ya no podía comportarme así y me puse a llorar como tonta, realmente no me sentía yo.
(***)
—Buenos días, Amaranta —dijo Ricky, acompañado de una taza de café caliente y su esposa detrás de él, cargando a la pequeña Bonnie.
Sonreí de ver la escena y me visualice así a futuro con mi piloto de carreras, aunque en estos momentos ya estaría en Montreal.
—Perdón por invadir su casa así de esta manera…
—No te preocupes, sabemos que a veces necesitas olvidarte de cómo te llamas, no haremos preguntas— dijo Sussie, la esposa de Ricky.
—¿No piensas llamarle? —dijo Ricky, entregándome la taza de café.
—Dijimos que no haríamos preguntas, Ricky.
Tomé el primer sorbo de café y sonreí, definitivamente tenía que compensar a estas personas y sobre todo a Killian por la actitud tan horrible que tuve con él.
—¿Les conté todo?
—Con pelos y señales, nos tomamos el atrevimiento de llamar a una tal Gianna, coordinamos tu llegada a Montreal para hoy por la noche, ve y sorprende al hombre de tu vida…
Sonreí como una tonta y termine mi taza de café, agradecí la hospitalidad y prometí enviarles fotos en cuanto estuviera todo listo, mis planes no se iban a arruinar por mi actitud y por el trabajo, llamé a Gianna en el camino y acordamos que me recibiría en el aeropuerto, terminando de confirmar la cabaña, eso era lo que más necesitaba que estuviera seguro y transformar todo en nuestro paraíso.