CAPITULO 2

1728 Words
—¿Cómo fue todo Arturo? He estado ansioso todo el tiempo —esperó a través de la línea telefónica a que su amigo respondiera. —Te dije que podías quedarte, pero hiciste caso omiso de mi sugerencia como siempre. Pero hay noticias buenas, el médico que asistió el procedimiento ha dicho que todo fue de maravilla, la chica está un poco delgada para su gusto, pero todo indica un 99% de éxito. ¡Felicidades! —Preferiría tus felicitaciones, cuanto tengas los resultados a la mano Arturo, de todas maneras te lo agradezco. Te dejo tengo una junta dentro de cinco minutos, te veré esta noche. ⧓⧓ Despertó mareada y con el cuerpo un poco entumecido, se preguntaba qué había sucedido, tenía puesta la bata del hospital y la habitación era por demás lujosa, se reprendió por su debilidad, no había desayunado esa mañana y ver la factura de 2,000 quetzales la llevo al colapso. ¿Cómo haría para pagar ahora su estadía en aquella habitación? —Veo que ha recuperado la conciencia, eso es bueno, podrá irse a casa dentro de  media hora, recuerde alimentarse y comer sano, necesito que venga el próximo mes para revisar que todo marche en orden ¿de acuerdo? —asintió. No entendía nada, ¿Por qué tendría que volver? Recordó la cita que el traumatólogo le dejó, quizá sería sobre el mismo tema que hablaba, pero no pensaba volver ni de loca. —Yo… yo  no tengo dinero para pagar —se mordió el labio y bajo el rostro apenada —No te preocupes por eso, todo está debidamente cancelado. Puedes irte, te veré el próximo mes —el enfermero o médico salió para dejarla sola, ¿estaba bromeando? ¿Cómo estaría todo cancelado, si lo único que tenía no alcanzaba para nada? Se olvidó de todo lo demás cuando recordó que Belén, se había quedado sola en la sala de espera, se levantó, busco sus ropas y se las coloco lo más rápido que pudo. Para ir por su hija. Su corazón se encogió Belén dormía en una de las sillas lujos de la sala de espera, la tomo entre sus brazos, cuidando de no lastimar su brazo herido, recibió su tarjeta de identificación y salió de aquella clínica.   ⧓⧓ —Se supone que venía a ganar dinero no a pagar una cuenta de la cual no tengo ni idea de lo que es —la pelinegra entro sin ceremonia a la oficina. Estaba roja debido al enojo —No sé de lo que hablas —la mujer lanzo la factura sobre el escritorio —¿Dos mil quetzales? — Arturo, tampoco entendía lo que estaba ocurriendo —Cálmate Tití, acabas de recibir el tratamiento por el cual hemos esperado demasiado tiempo —trato de calmar a la mujer frente a él —Ningún tratamiento, tuve en embotellamiento, me retrase diez minutos, diez malditos minutos y cuando llegue fue recibida con la noticia que debía dos mil quetzales exactos, ¿se puede saber a qué estás jugando? Renuncie a  mi trabajo para enfocarme en esto, fue idea tuya —alegó. —Tití por favor cálmate, dame dos  minutos averiguare lo que sucedió —la mujer se sentó en la silla frente a él, llamó al médico encargado del procedimientos mientras miraba con ojos preocupados a la mujer frente a él, Cristina Sánchez, viéndolo bien era una suerte que Fernando no la hubiera conocido antes o lo mataría si llegaba a enterarse que su futuro heredero estaría en el vientre de una fina prostituta. —¿Cómo? Maldición no puede ser ¿estás seguro? Bien, prepárate para lo que venga —Arturo cerro la llamada. Su rostro estaba más blanco que su bata. —¿Qué ocurre? —la mujer enarco una ceja mientras preguntaba —Pagaré la  cuenta, vete, te llamaré pronto —no podía hilar más de un pensamiento coherente en estos momentos, pensando en la manera de enfrentar a su amigo.   ⧓⧓ —Tengo hambre —restregó los ojitos mientras esperaba a que su madre le diera de comer —Ahora voy cariño —llevaba una semana sin poder trabajar normalmente, debido a que en ningún lugar le permitían llevar a la niña. Magdalena su amiga le ayudaba en su día libre, su despensa estaba vaciándose tan rápido que tuve miedo de que llegara el fin de semana y no tuviera que darle a su niña. Vació el poco cereal que quedaba en la taza y un poco de leche, dos cosas indispensables le habían dicho adiós. —Aquí tienes cariño, tienes que terminarlo todo, para que puedas crecer grande y fuerte, también para que tu brazo se recupere pronto —la niña asintió —¿No comerás conmigo? —quería gritar porque su niña tenía que hacer tantas preguntas. —Perdóname cariño, comí antes que despertaras —mintió, trataría de ahorrar la comida lo más que pudiera hasta conseguir trabajar de nuevo, al menos podía llevar a la niña al turno en la Cafetería y Panadería, donde trabajaba, su jefe se lo había permitido desde un principio, no tenía la misma suerte, al mercado no podía llevarla no podría tenerla a su lado ella limpiaba locales por las mañanas y tenía que hacerlo rápido porque los clientes empezaban a llegar desde muy temprano. El sonido de la puerta le hizo dar un brinco, dejo a su pequeña y fue a abrir… —¿Hola alguien quiere sopa? —sonrió al ver a su amiga parada en la puerta con una pequeña olla. —Pasa por favor —se hizo a un lado para que entrara —Tía Maggi, llegas tarde mamá desayuno antes, ni siquiera me espero —Magdalena la miró con ojos interrogantes —Lo siento —se disculpo —No importa obligaremos a que tu madre coma ¿verdad? —la niña asintió, dejo su lugar y fue por dos tazas más —Gracias Magdalena, siento que cada día se me complica más cosas, temo un día no poder darle un desayuno decente —se mordió el labio —Te lo advertí Cristina, criar un hijo no es fácil, imagina criar una que… —Por favor no lo digas —suplicó —He hablado con la jefa del salón el día de ayer, hoy me dará respuesta, necesita una chica de limpieza, si estás interesada —dejó la  oferta al aire —Por favor, si tengo la oportunidad de conseguir un trabajo estable, me ayudará mucho. Belén volverá al jardín en una semana y  podre acoplarme — la ilusión de tener algo estable se arraigó en su corazón,  no tenía estudios universitarios, en el orfanato solo le dieron lo básico, a los diecisiete estuvo fuera por negarse a renunciar a Belén. Desde que nació su vida fue difícil, ella no le haría a Belén lo que su madre le hizo a ella, la dejo abandonada cuando solo tenía días de nacida, no sabía  ni quienes habían sido sus padres, ni siquiera sabía si su apellido pertenecía a alguno de ellos o le había sido dado sólo para tener un nombre. —Te llamaré se me hace tarde. Adiós cariño pórtate bien —le dejo un beso a la niña y salió de la pequeña habitación de alquiler, demasiado pequeña, demasiado cara para su gusto, pero no podían darse el lujo de pagar algo más grande. ⧓⧓ Su turno en el café había sido agotador, hubo clientes casi toda la tarde y parte de la noche algo que agradeció, algunos clientes le dejaban propinas con los cuales se ayudaba mucho. —¿Tienes hambre? —preguntó a la niña, quien había permanecido quieta detrás del mostrador —Un poquito, ¿puedo tener un cubilete? —sus ojitos brillaron eran sus favoritos —Claro, ahora te lo preparo — camino hacía la cocina para preparar un vaso de leche sin azúcar y su cubilete. —¿Cansada? —su jefe preguntó al entrar a la cocina, era  un hombre de sesenta años, pero muy amable, agradecía haberlo conocido cuando más lo necesitaba —Un poco, pero ha valido la pena, hemos vendido un montón —su expresión hizo reír al mayor —Tomate un descanso, acompaña a tu hija, me haré cargo —ella asintió con pena, pero agradecida. —Una orden de leche sin azúcar y un cubilete para la princesa Belén —la niña sonrió  al ser tratada como un cliente —Muchas gracias mami, eres  muy amable —la sonrisa de su hija valía todos los sacrificios que hacía, quiso llorar mientras ella degustaba su panecillo   ⧓⧓ —¿Cómo dices? —la voz de Fernando sonaba furiosa —Fue un error, estamos buscándola Fernando,  no te alteres —había ocultado la verdad por más dos semanas, llevaba buscando a la chica que había sido inseminada por error, pero en la ciudad sería como buscar una aguja en un pajar. —¿Un error? Arturo, ¡¿Cómo pudo suceder algo así?! – preguntó molesto. Se supone que tendría los resultados alrededor de dos o tres semanas y su amigo le salía con la noticia de haber cometido un error y que no sabían dónde estaba la chica que posiblemente llevaba un hijo suyo en el vientre. —Tranquilo, ni siquiera estamos seguro de que haya funcionado debió volver hace un semana para asegurarnos de que el procedimiento tuviera éxito, podemos intentarlo con la candidata que ya había elegido —trato de razonar con su amigo —De ninguna manera, tienes exactamente dos semanas para encontrarla, no me importa que es lo que tengas que hacer Arturo, dos semanas o demandaré a la clínica por negligencia —salió furioso del lugar, no debió creer en ningún momento que esto sería fácil. Todo se había complicado y eso lo frustraba. —Ten cuidado por donde caminas —gritó enojado cuando choco con el cuerpo de una pequeña mujer —Ha sido usted quien ha chocado conmigo señor, debería ser un poco más educado — arrugo la frente ante el rostro enojado del hombre —No voy a discutir contigo —la aparto y continuo su camino —¡No cabe duda que la educación no se compra con dinero  arrogante!—gritó enojada, se le hacía tarde para ir al trabajo, así que se olvidó del hombre y continuo su camino…
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