CAPITULO 3

2014 Words
Suspiró cansada, había limpiado el Salón en la última hora del día, agradecía profundamente a Magdalena por conseguirle el trabajo, era fijo el sueldo de su primer mes había sido bien invertido, pagó el servicio de una clínica modesta y económica para retirar el yeso de Belén, ni loco volvería al lugar ese lujoso, no fuera que le cobraran lo que antes  no le habían cobrado y aunque su sueldo era mejor, mucho mejor que antes no podía darse esos lujos. Se dio prisa, para ir a su turno en la cafetería,  no podía fallarle a don Luis después de ser siempre tan amable con ella  y con Belén. Lo menos que podía hacer era continuar trabajando en el turno de la noche. El malestar que era su compañía desde hace una semana se hizo presente, sin poder evitarlo fue a los servicios que recién había limpiado, no podía enfermarse, era su primer trabajo formal, no podía darse el lujo de faltar un solo día, trato durante toda la semana de creer que no estaba enferma, pero era sábado y los malestares continuaron en aumento en lugar de mejorar. Se enjuago la boca y lavo su rostro pálido, algo estaba mal sólo rogaba porque no fuera grave, visitaría el puesto de salud aprovecharía que tendría el día libre, no quería enfermarse y contagiar a la niña, ¿qué haría si las dos terminaban enfermas?, no podía siquiera pensarlo. —¿Esta bien? —se asustó, no había escuchado la puerta abrirse, se relajó al darse cuenta que era Rubí la dueña del Salón —Sí, creo que ha sido solo la comida que me ha caído mal —mintió, no quería ser despedida, espero a que ella dijera algo más, pero simplemente asintió y se dirigió a su oficina. Suspiró aliviada. Se cambió el uniforme y salió con rumbo a la panadería su noche aún era larga. ⧓⧓ —¡Un mes, Arturo! ¡Un maldito mes y no has sido capaz de encontrarla! ¿Qué clase de responsabilidad tomara tu  equipo médico por esta falta? — Fernando estaba furioso, llevaban un mes, un largo mes buscando a la chica, sin saber si estaba o no embarazada de su hijo. —Por favor, cálmate estamos haciendo todo lo posible — Arturo. Sabía cómo había ocurrido la confusión exactamente pero se atrevió a decírselo. —Es una negligencia imperdonable, si no he demandado a la clínica es porque eres socio — en nombre de su amistad le estaba dando una oportunidad de arreglar está grave equivocación. —¿Por qué no lo olvidas? Podemos intentarlo con la chica que había contratado. Existe la posibilidad de que el esperma no haya logrado fecundar el ovula de esa chica y por lo tanto no exista un embarazo —la mirada dura de Fernando le dijo claramente que había cometido un error al hacer la sugerencia. —¡Una prostituta! Cielos en que estábamos pensando cuando se te ocurrió contratarla para llevar a mi hijo en su vientre, estás totalmente loco, si no hubiera escuchado tu conversación accidentalmente no me lo habrás dicho ese pequeño detalle, que se te había olvidado mencionar en el principio —quiso matar a su amigo el día que descubrió la identidad de la candidata para ser la madre de su hijo. —Diablos, debiste buscarla tú personalmente, hice todo lo que pude, para conseguir una persona capaz de firmar un acuerdo de manera fría y calculada renunciando a su hijo. Ninguna mujer de su casa, habría aceptado este trato —se defendió —Quiero que la encuentres, Necesito que la encuentres Arturo, quiero quitarme la duda que me carcome el corazón, ningún hijo mío andará rodando por el mundo sin mí por tu culpa —era consciente que estaba siendo duro, pero no tenía otra opción, Arturo era su mejor amigo, pero esto estaba fuera de discusión. —¿Y qué harás si la encontramos?  —por un momento se hizo el silencio entre los dos —¿Le quitarás al niño? ¿Qué sucederá si se niega? —negó. Era justamente lo que no quería pensar ¿tan difícil era ser padre? Primero su esposa y ahora esto, su vida era un completo caos. —Tienes una semana, la última semana Arturo o ten por seguro que demandaré a la clínica, no estoy jugando —sabía que sólo hablando de esta manera haría que su amigo se interesara verdaderamente en encontrar a la mujer. Arturo respiró profundo en cuanto su amigo dejo su oficina. Demonios, todo era culpa de la secretaría por confundir a los pacientes y de Cristina por llegar tarde gracias a su complejo de diva, siendo sólo una prostituta. ⧓⧓ —Mami ¿estás bien? —Belén camino con cuidado de no enredarse en los pies de Cristina, quien estaba prácticamente tirada en el piso del baño. —Cariño ve a lavarte las manos ahora te sirvo el desayuno —cerro los ojos cuando un mareo llegó, hoy era mucho peor que otros días, sólo había bastado sentir el aroma del aceite friéndose para enviarla al baño con urgencia. Se lavó de manera rápida, no quería preocupar a su hija, se dio prisa para servirse el desayuno, acompañado de un vaso de leche y galletas como postre, sonrió era un pequeño lujo que le daba por primera vez. —Iré a ducharme, tengo que salir al puesto de Salud, podrías quedarte con María —la niña asintió, María tenía dos hijos con los que ella solía jugar y con quien se quedaba por las tardes cuando su tía Maggi no estaba. Cerró los ojos mientras el agua fría caía sobre su cuerpo tembló debido a la baja temperatura del agua. Su vida había cambiado hace cinco años con la llegada de Belén a su vida, tenía solo dieciocho años, había luchado para que los servicios sociales no se quedaran  con ella, se había cambiado de casa alrededor de cinco veces para perderse en la gran ciudad. Hubo momentos muy difíciles en lo que estuvo tentada a entregarla, los días que no tenía para comer, los días que había enfermado y le había sido difícil conseguir dinero para la medicina, pero su amor había sido mucho más fuerte que nada. Ahora con un trabajo decente rogaba no tener que pasar nunca más ese tiempo de necesidades. Un ahora más  tarde tomo las llaves de su cuarto y camino con Belén hacía la casa de su vecina, agradecía a María que tuviera paciencia con Belén. —Trataré de volver pronto —dijo a manera de disculpa —No te preocupes Cris, los niños se entretienen solos, realmente no me molesta hacerme cargo de ella un momento —sonrió agradecida, le dejó un beso a la niña y camino hacia la parada de buses. ⧓⧓ —Doctor de la Reguera. La hemos encontrado, hemos encontrado los datos de la señora Sáenz —Arturo se giró tan rápido que se mareo —Dame eso —exigió los papeles de la mujer, revisó la información Cristina Sáenz y Cristina Sánchez, que coincidencias de la vida pensó, una era prostituta de lujo y la otra con una hija de cinco años, posiblemente tenía marido. Se pasó la mano sobre el cabello frustrado ¿Qué debía hacer? Quizá primero debía confirmar que se tratara de la persona correcta antes de comunicarle a Fernando la noticia, otro error más y entonces tendría no solo problemas legales sino también perdería su amistad. ⧓⧓ Cristina, no supo cómo había llegado a su vivienda después de la noticia tan impactante e imposible totalmente imposible, es que no había manera, su mente estaba gritando que todo era un error. Nada de esto era verdad no podía ser verdad… Recordó las palabras del Doctor en el puesto de salud, después de hacerle un examen de rutina y solicitarle los análisis de sangre. —“Esta usted Embarazada” —esas palabras estaban haciendo eco en su mente, su corazón se apretó —“Es imposible, no puedo estarlo” —fueron sus primeras palabras, el doctor incluso la miro feo, pero ¿Qué otra cosa podía decir? —“Eso dicen todas, debe saber que si tiene relaciones sexuales sin protección, esto será parte de las consecuencias. Si me disculpa tengo pacientes que atender” —prácticamente la había echado del consultorio. En cualquier otro momento habría dicho algo inteligente ante la grosería del doctor, pero fue incapaz de decir una sola palabra. Dejo que sus lágrimas corrieran libremente por sus mejillas, su bello y pálido rostro estaba empapado. No entendía ¿Cómo y porque estaba embarazada? ¿Qué sería de su vida de ahora en adelante? ¿Y si perdía el trabajo? negó, no podía ¿qué haría con dos niños? Se acercó a donde Belén dormía ignorando el dilema de su madre, dejó un beso sobre su frente antes de dirigirse al baño, las náuseas se apoderaron de nuevo ella. ⧓⧓ —¿Estás seguro que es la indicada? No quiero más errores Arturo, ni un solo error más — Fernando, apretó el auricular entre sus dedos, estaba a poco de conocer a la mujer que posiblemente llevaba un hijo suyo en el vientre. ¿Qué tipo de persona sería? Se preguntó, había esperado tantos años para poder tener un hijo entre sus brazos, se había sentido menos hombre por más de diez años, sintiéndose terriblemente culpable por privar a Rosario de ser madre, sonrió con ironía, no era él, el culpable si no ella, llevaban separados más de un año, pero su traición dolía aun. Había amado a esa mujer tanto que le habría dado el mundo. Pero su amor resulto ser una mentira que le había arruinado la vida, no creía ser capaz de volver a enamorarse jamás. Se perdió en sus pensamientos, recuerdos, anhelos…  ⧓⧓ Contuvo la respiración varias veces el aroma del tinte que las estilistas utilizaban para trabajar, hizo que su estómago gruñera y la náusea subiese por su garganta. Lucho por contenerse si Rubí la descubría no dudaría en echarla, fue lo primero que le recomendó cuando le dio el trabajo, ella no era mala, pero no era el tipo de jefa que estuviera dispuesta a pagar el sueldo de una trabajadora por licencia de maternidad como lo establecía el código de trabajo. Muchos propietarios preferían despedir a sus empleadas por esa razón alegando que resultaba mucho más económico contratar nuevo personal que mantener personas con goce de prestaciones sin trabajar. —¿Sigues sintiéndote mal? —la pregunta de su jefa le hizo estar alerta —No, es solo que dormí poco —mentía de nuevo —Tu rostro está pálido, tomate un respiró, sólo te advierto, no te acostumbres —dijo de manera sería. Salió al pequeño jardín donde se entretenían los niños que acompañaban a sus madres al salón. Llevo una involuntariamente una mano hacia su vientre aun plano, embarazada. Estaba embarazada, sus lágrimas amenazaron con salir, cielos no podía con esa noticia, ¿nadie se embarazaba por chocar dos veces con el mismo tipo verdad? Era el único contacto más cercano que había tenido con un hombre, nunca, nunca en su vida  había sido besada, era virgen aunque todos creyeran lo contrario. Belén había llegado de manera inesperada mientras caminaban por la calle en una noche fría de diciembre, había escuchado su llanto y sin pensarlo dos veces habías buscado hasta encontrarla en una pequeña caja de cartón, su corazón se rompió ante la crueldad del ser humano, no pudo dejarla. Mucho menos lo haría con un hijo que llevaría su sangre, que sería parte de ella para siempre. —No sé cómo llegaste aquí pequeño bebe —murmuro  tocando su vientre con fuerza — Pero te prometo que nunca te dejaré, no haré  contigo lo que mi madre hizo conmigo, no te abandonaré, lucharé por ti. ⧓⧓ Dos autos convertibles se estacionaron frente al salón de Belleza, habían estado siguiéndola por dos días para asegurarse de que ella fuera la persona correcta, finalmente la conocería…
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