CAPITULO 5

2558 Words
—¿Ofrecer algo que no pueda rechazar? ¿La has observado bien? —preguntó a su amigo, parecía que estaba olvidando que esa mujer parecía una fiera. Dejaron de hablar apenas Cristina entró de nuevo en su campo de visión. Cristina suspiró desde la puerta, estuvo tentada de escabullirse, marcharse y no mirar atrás, pero el cuarto solo tenía una pequeña ventana sería imposible salir a menos que fuera un gato. Así que lo descarto, no podía quedarse mucho tiempo más su hora de comida había terminado hace más de media hora, Rubí estaría furiosa y contar que era posible que le descontara o le hiciera trabajar por la noche. Sin olvidar la amenaza de Fernando —Los dejo solos para que puedan hablar sin interrupciones —quería quedarse y ayudar a su amigo, pero no sabía que decisión había tomado lo que si era cierto es que su negocio se había ido por el caño Tití había prometido compartir un porcentaje del dinero que recibiría por dar a Luz al hijo de Fernando. Sus vicios con las mujeres le estaba pasando factura, su capital iba en picada. —Siéntate por favor —ella arrugo la frente —Voy tarde, necesito volver ahora —Por favor ya estás aquí, no alarguemos esto —pidió no sabía que decir —Lamento hacerte pasar por esto, realmente no lo habría deseado así, estoy seguro que un segundo hijo no estaba en tus planes, sin embargo estas embarazada y el niño es mío, Cristina, no quiero ofenderte, pero estoy dispuesto a pagarte muy bien para que cuando el niño llegue puedas dejarlo a  mi cuidado y puedas marcharte sin ningún temor yo cuidare de él —Cristina no podía creer las palabras del tipo — ¿Quieres pagarme? —el asintió —¿Estás realmente loco? Jamás podría venderte a mi hijo, por Dios que clase de ser humano eres. Es un niño no una mercancía que se pueda vender y comprar como si fueras aun mercado y pidiera dos kilos de papa. —Es mi hijo —También es mío —respondió interrumpiendo lo que fuera que él iba a decirle —Había firmado un contrato para llevarme al niño en cuanto naciera —dijo molesto —No firme ningún contrato, el niño crece en mi interior, soy quien sufre en las mañanas los vómitos y mareos repentinos, seré yo quien lo sienta moverse dentro de mí, seré quien le dé a luz y amamante, seré su madre y no pienso entregártelo. Error o no es  mío —Cristina salió furiosa de la oficina sin darle tiempo a Fernando a explicar nada más. Las lágrimas caían por sus mejillas, ese hombre arrogante no tenía derechos a tratar a su hijo como su fuera sandía. Por todos los cielos era un niño, un pequeño bebito y era suyo. ⧓⧓⧓⧓ Se lavó la cara después de su rutina obligatoria en el baño como todas las mañanas, Cristina empezó a desesperase su embarazo era notorio ahora con tres meses. Había pedido el empleo en el salón cuando Rubí descubrió que le había estado mintiendo sobre sus constantes malestares. Todo se había complicado, era como si el destino forzosamente quisiera que aceptara el trato del hombre, pero no lo haría, no vendería a su hijo, no era la primera vez que se encontraba en esta situación, habían sido muchas y de todas había salido victoriosa, golpeada por la vida pero vencedora. —Perdona a mami mi pequeño milagro, quizá estoy siendo egoísta al rechazar la propuesta de tu padre, él tiene dinero suficiente para darte una vida de lujos, una vida que yo nunca podría darte, ni en mis más bellos sueños, sin embargo no puedo renunciar a ti, te amo tanto, sólo espero que mi amor te sea suficiente y puedas un día perdonar mi decisión si un día descubres la verdad —se limpió las lágrimas que corrían por sus mejillas y se dispuso a salir, don Luis le había dado la oportunidad de cubrir el turno de la tarde y noche, sin mencionar que le enviaba siempre raciones de leche y pan. Salió distraída, pensando en encontrar una solución, podía vender comida a domicilio, no era un chef, pero sabía preparar platillos típicos y antojitos, su cabeza era un sinfín de ideas, pero el problema radicaba en encontrar el dinero para su capital. —Podemos hablar —Cristina sintió un escalofrió recorrer su cuerpo, se giró bruscamente para quedar de frente al señor arrogante —¿Qué hace aquí? —Por instinto llevo una de sus  manos a su vientre —No le venderé a mi hijo —sentenció, viéndolo con ojos furiosos —Por favor perdóname, no quise ofenderte, lamento mucho lo sucedido, reconozco que me excedí al hacerte una propuesta como esa. Quiero proponerte un trato —Fernando había repetido la escena de la oficina miles de veces en su cabeza, la manera de reaccionar de Cristina ante su ofrecimiento le había sorprendido, era una persona de escasos recursos y aun así se aferraba al niño. —No estoy interesada en tener ningún trato con usted, he dejado muy claro que no venderé a  mi hijo, por favor no insista o lo demandaré por acoso —se giró para continuar su camino, no podía darle el lujo de llegar tarde era su único sustento hoy en día. Pero las palabras de Fernando le hicieron detenerse —Vas a matarlo si continuas así, Cristina por favor, quiero a mi hijo, quiero que llegue sano al mundo, eres consciente que el ritmo de vida que llevas podría terminar con su vida, ¿realmente prefieres perderlo a tenerlo contigo en mejores condiciones? —Fernando era consciente lo arriesgado que era hablarle de esa manera, pero también era consciente que si no hacía algo, no se lo perdonaría jamás, nunca creyó que esto sucedería, había imagino vivir el embarazo día a día, sin embargo no estaba sucediendo así. —Estoy dispuesta  a morir con él, pero no voy a entregárselo —estaba enojada, pero también era consciente de la verdad en sus palabras —Estás siendo egoísta Cristina, tu hija se quedaría sola, ¿puedes imaginar lo que sería de su vida si le faltaras? Escúchame no voy a quitarte al bebe, sólo quiero formar parte de su vida, acompáñame y hablemos, lleguemos a un acuerdo que sea bueno tanto para el niño como para nosotros — se mordió el labio, no había pensado en Belén, cielos ¿esto era así? —Por favor —Cristina lo pensó, él tenía razón de seguir así no podría cubrir los gastos de los tres, su alimentación había cambiado drásticamente de nuevo al perder su empleo sin contar que debía comprar los suplementos y vitaminas que le habían dejado en el puesto de salud ya que no contaban con prenatales en ese momento. —Está bien pero… ¿podría saber tu nombre? —Fernando se dio cuenta que era extraño que no supiera quien era él, no se había presentado formalmente tampoco, no recordaba si Arturo había mencionado su nombre o apellido en algún momento. Aun así era raro que no tuviese idea de quien era, su rostro aparecía todos los fines de semanas en las portadas de finanzas, pero entonces recordó la situación económica de la chica. Posiblemente comprar una revista era en lo último que ella podía pensar —Fernando Lavalle —asintió el nombre tampoco le decía mucho, era un hombre como todos, bueno no tan igual este era el padre de su bebe algo que cambiaba las cosas. —Sube al auto, te invito a desayunar y podremos conversar sin interrupciones —acepto con desconfianza, pero si era sincera moría de hambre, la única ración que tenía para ese día había sido para Belén. ⧓⧓⧓⧓ Estaciono el auto frente a un Lujoso edificio, dudo, nunca le había importado su manera de vestir, esperaba que al señor Lavalle tampoco el importará. —Relájate Cristina, el estrés no le hace bien a nuestro hijo —sintió sus mejillas arder apenas las palabras abandonaron los labios del hombre. ¿Era la primera vez que se refería a al niño como nuestro? No recordaba porque su mente estaba en una constante confusión, pero ahora lo había escuchado tan claro como el agua. Fernando utilizó el elevador privado para llegar a su oficina, evitando a la mayoría de sus empleados. No quería especulaciones antes de tiempo. —Esto no es un restaurante —la desconfianza se reflejó de nuevo en su mirada, la oficina era lujosa, sillones de piel o eso creía ella. —No, este lugar es mi oficina, necesitamos privacidad —se quitó el saco mientras se arreglaba las mangas —Siéntate por favor, en breve traerán el desayuno espero que no te  moleste el haber elegido por ti —en realidad sería capaz de comerse una vaca si fuera posible, pero en su lugar permaneció callada hasta que una duda llego a su cabeza —¿Trabaja aquí? —preguntó —Sí, soy el dueño de todo lo que vez — esas simples palabras hizo saltar sus alarmas de una manera aterradora —No me quitará al bebe —sentenció. Mientras Fernando simplemente sonreía. Definitivamente la chica era una fiera defendiendo a su cachorro. Por alguna razón eso hizo que la admirar e incluso sintiera respeto por ella. Sin en lugar de Cristina Sáenz, estuviera hablando con la prostituta que Arturo había conseguido para madre de su hijo, estaba seguro que la tipa estaría disfrutando de los lujos y placeres a cambio de entregar al bebe en unos meses, asegurándose una fuerte cantidad de dinero en su cuenta. Cristina, estaba en la absoluta pobreza y sin embargo se aferrada al niño con tanto amor y fuerza, rechazando todo lo que él le ofrecía. Se preguntó por un momento ¿Cómo sería ser amado con esa intensidad?  Había amado a su esposa y los sentimientos quizá fueran distintos. Pero había sentido amor en su lugar fue brutalmente engañado de la peor manera posible. Ver a Cristina de repente fue como ver una flor en el pantano, aunque vivía rodeada de fango, se mantenía limpia, tenía una hija pero ni siquiera eso podía mancharla. —¿Me está escuchando? —se disculpó, se había metido en sus pensamiento que no había prestado atención a lo que ella decía. —Lo siento, ¿Qué decías? —trato de olvidarse de sus pensamientos y prestó atención. —Te preguntaba sobre el trato que tiene para mí, tengo que llegar al trabajo, no puedo perderlo —Olvídate de eso, concéntrate ahora mismo en nuestra conversación —fueron interrumpidos por la secretaria y el personal que llevaba su pedido. Cristina ignoro la forma despectiva en que la secretaría la miro y se concentró en el carrito con comida, todo parecía terriblemente caro. —¿Podemos servirle ahora? —la secretaría no aparto la mirada de Cristina —Pueden retirarse, lo haré personalmente —la chica se dio cuenta de la mirada de enojo que su jefe le dio así que salió sin esperar más. Cristina pasó su lengua sobre sus labios, el olor de crepas de frutas, las barritas de cereales acompañadas de yogurt, el olor del biscocho de naranja hicieron que la boca se le hiciera agua. —Te recomiendo el sándwich de queso blanco y tomate es realmente delicioso —Fernando había leído sobre los desayunos nutritivos y meriendas recomendadas para tener un embarazo saludable, era ridículo pero se sentía feliz al haber hecho la primer cosa por su hijo, alimentar bien a su madre. —Pero puedes empezar a comer lo que prefieras —dijo después de ver la manera en que Cristina miraba el biscocho. Sonrió cuando finalmente lo tomo y le dio el primer mordisco —Esta delicioso, gracias —suspiró al darle la segunda mordida, hacia tiempo que no podía darse esos pequeños lujos de comer algo suave y fresco. Fernando permaneció en silencio, viendo como cada cosa iba desapareciendo del carrito, sintió un extraño placer en ver que disfrutaba de todo lo que había elegido para ella. Después de un largo tiempo, Cristina volvió a agradecer, por un momento temió que s estomago la traicionara y buscara el primer baño para devolverlo, pero no había sido así, se sentía satisfecha. Se acomodó mejor sabía que el momento había llegado. —Vuelvo a pedirte una disculpa por mi comportamiento, la última vez que nos vimos no me di a entender bien e hice que me malinterpretarás, cuando hable de contrato no me refería a ti, sino a la mujer que daría su vientre para mi hijo, pero en su lugar fuiste tú quien termino siendo inseminada y ahora llevas a mi hijo en tu vientre. Sé que esto no es fácil para ti, como no lo es para mí, pero te pido que me dejes cuidar de ti y del niño — fue sincero, sabía que era su única oportunidad. —¿Qué quiere decir exactamente? —Cristina no había pasado por alto el que no mencionara a Belén. —Me gustaría que dejaras de trabajar, me haré responsable de los gastos del bebe —Cristina se mordió el labio —Me es imposible dejar el trabajo, necesito pagar el jardín de mi hija y procurar su alimento —se sintió incomoda expresando sus necesidades —No te preocupes por eso, me haré cargo de los gastos de tu hija también, solo con una condición —levantó la mirada sospechando nuevamente —¿Qué condición? —Ven a vivir a mi casa, quiero estar en cada momento del embarazo, quiero saber que mi hijo crece, seguro. —No me conoce, no lo conozco, tengo una hija que cuidar y… —Fernando la interrumpió.  —Y mi hijo crece dentro de ti, Cristina, no te estoy pidiendo que renuncies al niño, te estoy pidiendo que me dejes ser parte de su vida desde ahora, que me dejes cuidarlo, soy su padre y no sabes el tiempo que llevo esperando por él —esa chica no tenía idea lo que él bebe significaba para él —Puedo permitir que se haga cargo de los gastos y cuidados del bebe, solo si promete no intentar apartarlo de  mí lado —dijo después de un largo silencio —Te lo prometo —No puedo aceptar que cubra los gastos de mi hija, ella es mi responsabilidad, ¿podría ofrecerme un trabajo? —Fernando apretó los puños bajo la mesa, Cristina lo frustraba, pero también le hacía sentir que era una mujer que debía respetar. —¿Podrías ser mi asistente? —la idea se le ocurrió de la nada, tenía que convencerla de una u otra manera. —No sabría qué hacer, no tengo estudios superiores —admitió con cierta vergüenza —Necesito a alguien que se haga cargo de llevar el control en casa y de llevar el orden de mis archivos. Podrías ser algo así como mi asistente domestica ¿Qué te parece? —Cristina sonrió, trabajar era muy diferente a ser simplemente una mantenida —Me jura que no me quitara a mi hijo —Cristina sabía que era arriesgado —Te lo juro Cristina. Mi única intención realmente es protegerte, protegerlos  —Acepto —Cristina había firmado y sellado su destino
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