Tras pasar unos minutos con sus pechos y su boca, percibí un atisbo de excitación femenina. Quería alcanzar su coño y saborearla, pero sabía que debía controlarme. Verónica estaba excitada, pero no estaba seguro de que estuviera lo suficientemente excitada como para permitir que esto continuara si yo hubiera alcanzado su coño tan pronto en nuestro toqueteo. Así que me tomé mi tiempo, rotando mi boca entre su cuello, oreja y labios mientras rodaba sus duros capullos entre mis dedos. Solo minutos después, cuando una curva cuidadosamente planeada de su m*****o izquierdo hizo que sus suaves piernas se sacudieran por primera vez, supe que se había acabado: era mía.
Lentamente deslicé mi mano hasta su vientre y, desde allí, la dejé caer con astucia sobre su delgado muslo. Acaricié su piel mient
