Punto de vista de Roxie
Tuvo que sentarse frente a mí.
Mis entrañas están enloqueciendo y no sé si quiero saltar sobre él o golpearlo.
Bex lo admiraba, "Se ha vuelto más guapo", dice ella.
Gruño "No empieces", le digo "Él fue quien me alejó y hasta me lastimó".
Bex me mira, "Lo sé, pero él es nuestro compañero; podemos perdonarlo".
Sé que puedo perdonarlo, pero algo me está molestando. Todos aquí debían de haber sabido. Nadie se sorprendió cuando él me dijo compañera. Todos seguían mirándome para ver mi reacción.
Bex sentía todo lo que yo sentía. "Deben de haber tenido una buena razón para ocultárnoslo", dice ella.
Miro a mi alrededor y noto que mi padre me estaba mirando. Todo encaja, la forma en que mi padre y Jason actuaron antes.
Tenía hambre antes, pero de alguna manera había perdido el apetito.
Miro de reojo y me encuentro directamente con sus ojos marrones oscuros.
Están llenos de fuego y deseo.
"Ni hablar", le digo a Bex.
"Necesito tiempo", le digo a ella.
Bex me mira y asiente.
Ella sabe que me llevó mucho tiempo superar lo que él me hizo y me dijo ese día.
Probablemente él había olvidado lo que hizo.
"Deja de mirarme", le digo a él. "Toma una foto o algo así".
Me mira, pero aparece una sonrisa burlona en su rostro.
Alejo la silla y me levantó.
Me quedo allí y echo un vistazo, mirando a cada persona. Pero mis ojos vuelven a posarse en los suyos.
—¿Hace cuánto tiempo saben sobre nosotros? —le pregunto.
Él guarda silencio.
Sus ojos me miran fijamente. Parece que quiere hablar, pero al final no dice nada.
Miro a todos los demás.
—De acuerdo, ¿cuánto tiempo han sabido los demás sobre nosotros siendo compañeros? —les pregunto.
Nadie dice nada.
—Bueno —les digo.
Mi padre carraspea y lo miro.
—Rox, por favor come —dice mientras mira mi plato —. Podemos hablar sobre esto después de comer.
Suspiro.
—No —digo y me alejo de la mesa —. Voy a mi habitación; ya no tengo hambre.
Me alejo y me dirijo directamente arriba, hacia mi habitación.
Cierro la puerta de golpe.
Miro a mi alrededor. Sé que parezco infantil, pero odio sentirme así. Nunca me tratan como a una adulta ni me toman en serio; siempre me tratan como a una niña.
"Necesitas calmarte", dice Bex.
Cierro los ojos y la miro. "Estoy intentando, pero quiero respuestas. Ya no soy una niña; por eso nunca regresamos antes. Sabía que esto pasaría", le menciono.
Bex sabe cómo me siento. Soy la más joven de esta casa. No fui planeada, pero mi madre y padre estaban felices de tener otro hijo. Mi mamá siempre me hizo sentir especial y siempre hacía cosas conmigo. Mi padre solo se molestaba cuando mi madre se lo pedía o cuando todos hacíamos noche familiar, que serían juegos de mesa o incluso ver una película juntos. Estaba planeado una vez a la semana. Pero cuando ella murió, mi padre se convirtió en esta persona que me protegía demasiado y me hacía sentir tan insegura sobre todo que nunca supe quién era realmente, pero descubrí más sobre mí misma viviendo con mi tío.
Recuerdo que escribía en un diario que me ayudaba con mis sentimientos, especialmente cuando se trataba de la muerte de mi mamá. Siempre me sinceraba en él, incluso mis sentimientos por Alexander. Recuerdo que estaba en la escuela y, de alguna manera, todos se enteraron. Pensé que Jason se lo había dicho a todos, pero nunca descubrí quién abrió la boca o incluso cómo se enteraron.
Paseé por mi habitación, tratando de calmarme.
No pasé mucho tiempo en mi habitación cuando ya huelo su aroma desde afuera de mi puerta.
Me detuve y miro mi puerta.
Sin pensar, camino hacia la puerta y la abro.
Y ahí está él, con el puño levantado, listo para golpear la puerta.
Lo miro fijamente.
Maldición, es alto.
Me mira, sus ojos buscando los míos.
—¿Qué quieres, Alexander? —le pregunto.
Me mira y frunce el ceño.
—¿Por qué demonios sigues llamándome así? —pregunta y se acerca, pero yo retrocedo. Ahora está en mi puerta y ni siquiera puedo cerrar mi puerta.
Lo miro.
Sé por qué lo digo. A él no le gusta su nombre completo. Todos en la escuela y alrededor de la manada lo llaman Lex, y nunca entendí por qué. Sé por qué lo hago; aún le molesta, igual que cuando solía llamarlo Alexander cuando era niña.
—Bueno, es tu nombre —le digo.
Me abrazo a mí misma mientras siento sus ojos recorriéndome.
Arrugo mi ceño una vez más.
—Los ojos aquí arriba —le digo.
Sus oscuros ojos se posan en mi rostro y él sonríe.
—Me gusta lo que veo —confiesa.
Lo miro; qué idiota.
Me observa. Podría ser halagador, pero necesita dejarme en paz.
Bex está babeando y jadeando en mi cabeza. "Puede tenerme de cualquier manera que quiera", dice ella.
Maldita loba cachonda.
Me duele la cabeza. Necesito que se vaya para poder pensar.
Lo miro mientras me mira.
—Necesitas irte —le digo mientras me acerco a él. Cierro la brecha entre nosotros, y su aroma me envuelve. Siento cómo mi centro se tensa cuando su aroma y calor me golpean.
Lo miro y él sonríe. Sabe que me está afectando.
—No, quiero hablar contigo —dice él.
Lo miré.
"Bex, necesito tiempo, pero creo que podemos provocarlo", le dije a ella, sin apartar la vista de él.
Bex me mira y una sonrisa traviesa se forma en su rostro; ella sabe lo que quiero hacer y creo que le gusta.
Lo miro de nuevo y coloco mi mano en su pecho; en cuanto mi mano llega a su pecho, los cosquilleos del lazo del compañero me recorren como electricidad. No hay palabras para explicar lo tenso que siento mi centro. Me mantengo lo más tranquila posible, sin revelar mucho.
—Necesitas irte ahora, Alexander —le digo.
Alexander se inclina, coloca su cabeza sobre la mía y respira mi aroma, pero se pone a la altura de mis ojos.
—Deja de llamarme así, pequeña compañera —dice con tono seductor.
Lo miro, y lo empujo ligeramente, lo que hace tambalearse un poco. Lo echo de mi puerta.
Me acerco más, mis ojos están clavados en los suyos.
—Entonces, ¿cómo debería llamarte, Alexander? —digo con mi mano todavía firme en su pecho.
Puedo sentir que su corazón se acelera un poco.
Miro sus labios y luego vuelvo a sus ojos.
Alexander lame sus labios mientras mueve la mitad superior de su cuerpo hacia mí.
—Llámame compañero —dice con voz ronca.
Me doy cuenta de que debo intensificar el juego, pero solo espero poder manejar esto sin que él percibiera lo excitada que estoy.
Me acerco más, lo cual le sorprende. Muevo mi mano hacia la parte superior de sus pantalones y su respiración se vuelve pesada.
—Supongo que tendrá que ser Alexander —digo, y miro sus labios y luego vuelvo a sus ojos.
Muerdo mi labio inferior y me alejo rápidamente.
Retrocedo rápidamente y sostengo mi puerta.
—Ahora vete —le digo mientras cierro la puerta frente a él.
Me doy la vuelta y me apoyo en la puerta para sostenerme.
Cierro los ojos y Bex me mira con una sonrisa maliciosa. "Le has puesto duro", dice.
La miro, pero no digo nada.
Espero un momento, pero escucho sus pasos después de unos minutos.
Me alejo de mi puerta y me dirijo a la cómoda. Tomo mi teléfono y marco el número de mi tío.
Presiono el botón de llamar y él responde en el primer timbre.
—Rox, ¿todo bien? —pregunta con un atisbo de preocupación.
—¿Lo sabías? —le pregunto —¿Sabías que Alexander era mi compañero?
Mi tío se queda callado, pero después de unos segundos que parecen siglos, dice: "
—Sí, lo sabía.
Me siento en la silla y miro mi puerta.
Todos saben, incluido mi tío.
—Rox, necesitas escuchar... —dice él, pero le corto.
Mi tío estaba aquí cuando me dijeron que me fuera. Me llevó de vuelta a su manada; es el beta del alfa de allí. Fue más amoroso que mi padre e incluso me trató como una igual.
Nunca se lo conté a nadie, solo a él, lo que Alexander me dijo y me hizo.
Me levanto y camino hacia mi cama.
Bloqueo a Bex, ya que no tengo ganas de hablar con nadie.
Necesito calmarme y no exagerar con todo.