1. Lo que pasa en las Vegas
1. Lo que pasa en las Vegas
Dicen que lo que pasa en Las Vegas, se queda en Las Vegas, pero…¿En verdad ese dicho aplica en todos los casos?
Teresa, una joven abogada que ha sido criada bajo un fuerte régimen de honestidad y el deber, está poniendo en duda este concepto.
Acaba de despertar y la resaca le provoca náuseas, así que corre al baño para arrojar todo lo que hay en su estómago. Cuando termina, se da cuenta de que está desnuda y al bajar su mirada hacia su pecho, observa la gran cantidad de marcas nuevas que lo decoran.
¡Ay no! Con gran dificultad, se pone de pie y se dirige al espejo. Algunas de las marcas están más moradas que otras. ¿Qué le pasó?
Lo único que recuerda, es haber tomado ese shot de tequila que le ofreció su amiga Pris y después de eso, todo es confuso en su mente.
Camina de regreso a la habitación y una gran espalda y un magnífico trasero la reciben. ¿Eso que tiene en el glúteo es una mordida? Mide su boca y se da cuenta que puede ser una réplica de sus dientes los que decoran ese enorme lugar.
—Hummm…. —El hombre comienza a moverse y ella corre a la cama por una cobija para cubrirse justo antes de que el adonis que está en la cama se dé la vuelta. No puede evitar abrir los ojos enormes al ver el “artefacto” del hombre.
¿Se puede tener esa medida?
No se da cuenta de que el chico la observa con un poco de burla y una gran sonrisa de autosuficiencia en rostro.
—Es temprano…¿Quieres repetir? —Su voz aún suena adormilada, sin embargo el tono sensual no se pierde por ese detalle.
—¿Repetir? Creo que no entiendo. —Lo observa saltar de la cama y dirigirse hacia ella. Por inercia, trastabilla hacia atrás, buscando que no la alcance.
—Anoche fuiste insaciable, acaso tu prometido…¿no te complace lo suficiente?
Abre y cierra la boca como un pez, pues quiere defender a Alan, pero las palabras no le salen.
—¿Cómo fue que terminamos aquí? ¿Abusaste de mí? —Le pregunta y el hombre suelta una gran carcajada.
—De verdad no recuerdas nada, jajajaja. Tsk, tsk que pena. —El chico comienza a buscar su ropa regada por el lugar. —Creo que debes dejar de consumir sustancias, porque hoy fui yo quien estaba contigo, pero si te ha tocado algún pervertido, quién sabe que te hubiera pasado.
—Espera un segundo…¿Qué sustancias? —El chico se detiene de lo que está haciendo y la observa ya sin burla.
—La que debes haber tomado…¿Al menos recuerdas quien soy? —La chica niega y el hombre se peina el cabello hacia atrás en señal de frustración.
—Soy el stripper de tu boda…¿el del traje de Santa? —En ese momento, muchas escenas pasan por su mente. ¡Ay no puede ser!
—Veo que ya recuerdas, jejeje. Fue un gusto estar contigo. Eres una mujer hermosa, y no te preocupes, la noche fue por cortesía de la casa.
El joven sale de la habitación llevando solamente puesto el ridículo pantalón rojo. No puede negar que es el Santa más sexy que ha visto en su vida, pero la voluminosa panza ha sido reemplazada por unos abs de infarto. Y su rostro es muy atractivo, sin barba por supuesto, con una ojos azul profundo que asemejan la profundidad del mar. Un flashazo pasa por su mente y esos mismos ojos que la observan mientras la embisten con fuerza. Sacude su cabeza para quitar esos malos recuerdos.
«Concéntrate Teté, el hombre dijo que consumiste sustancias…»
No espera más y se viste de prisa. Sabe que debe ir al hospital para que le tomen muestras en caso de que haya sido dr0gada. No por nada es una de las mejores abogadas de San Diego. En cuanto está lista, sale a la calle y pide un taxi.
—Por favor, lléveme al Hospital San Judas.
*****
—Listo Teté, en un rato más tendremos los resultados. —Su prima Lory la ayuda a ponerse de pie, pero hace un gesto extraño ante las evidentes marcas que sobresalen de su cuello. —¿Quieres que te acompañe a poner la denuncia? —Levanta su cara para ver a su prima sin entender.
—¿Denuncia? —Su prima le señala con su dedo índice los lugares y entonces comprende.
—Ah, esto…la verdad, no sé qué pasó, te lo juro Lory. Lo único que recuerdo es haber tomado una bebida y luego pasar al frente para que el stripper de la despedida me bailara, pero…es lo último que recuerdo. Y esta mañana, al despertar, el hombre con su inmenso “m*****o” me insinuaba que si quería repetir. Dijo que estuve insaciable.
Se lleva las manos a la cara y comienza a llorar sin consuelo.
—Entiendo, por eso quieres las pruebas de que fuiste dr0gada y probablemente abusada. Les voy a pedir que se apuren con los resultados.
La chica se queda sentada en la orilla de la cama mientras su prima sale, pensando cuáles serán sus siguientes pasos. De lo único que está segura es que alguien va a pagar por esto.
*****
Cuarenta y ocho horas antes
—No lo sé chicas, no estoy muy convencida de esto. —Teresa Connors, mejor conocida como Teté por sus amistades, está a punto de casarse justo en la víspera de Navidad, por lo que sus tres mejores amigas, Corinne, Pris y Atena, han decidido que la van a llevar a despedirse de soltería en el mejor lugar para ese tipo de ocasiones: Las Vegas, la ciudad de las luces y el pecado.
—Anda vamos, no seas aguafiestas. Ya te complacimos con ir a esa fiesta aburrida llena de señoras de la edad de tu abuelita y jugando al bingo. Solo serán dos días y te devolveremos sana y salva.
Aunque sus amigas le daban muchas excusas para llevarla, aún así no lograban convencerla. De pronto, tocan a la puerta y entra su novio, Alan Parker, abogado en el mismo despacho y candidato a nuevo socio, al igual que lo era ella.
Y a pesar de que todos en la oficina mencionaban que ella sería definitivamente quien pondría su apellido en la pared del despacho, eso no estaba decidido y sería anunciado poco antes de su boda, el veinticinco de diciembre.
—¿Están planeando algo con mi hermosa novia? —Las chicas comienzan a contarle sus planes y para sorpresa de Teté, luce emocionado con la idea.
—¡Suena genial! Amor, debes ir. Pronto tendremos más trabajo y no es justo que te prives de un momento de diversión y relajamiento con tus amigas. ¡Sólo pórtate bien!
Todas comienzan a reír pues nadie es tan formal y chapada a la antigua como Teté. Su padre, un abogado penalista y juez jubilado, la había criado con todos sus conceptos altamente morales, los cuales ella nunca había transgredido. Era una copia fiel del anciano juez Connors.
Ante las palabras de su novio, tomó una gran decisión: acompañaría al grupo de locas a ese sitio de perdición, solo esperaba no lamentarlo.
—Solo manténganme informado en tiempo real donde se encuentran por cualquier cosa que suceda…¿De acuerdo?
Las chicas comenzaron a saltar emocionadas, mientras que la futura novia no lucía tan feliz. Solo esperaba que estos días no le provocaran dolor de cabeza.