Draco estaba todo enchufado en la cama de hospital, pero consciente. Sus ojos oscuros la miraban atentamente. Siempre había sido un chico muy inteligente.
— Yo te necesito Ada, por favor no te vayas — suplico con los ojos llorosos tomando su mano.
Un nudo se hizo en el pecho de la joven que acarició su rostro con ternura.
Luego, con cuidado se inclinó y lo abrazó intentando transmitirle todo lo que sentía con ese abrazo. Temió romper en lágrimas y tuvo que esforzarse mucho para contenerse y no romper a llorar.
— Yo también te amo — dijo el niño en respuesta al gesto — pero,¡ por favor no me dejes!— exclamó Draco llorando ya abiertamente aferrado a su hermana.
Layla miraba la escena desde la puerta, tapándose la boca, estaba con lágrimas en los ojos.
Ada se había despedido más temprano de sus otros dos hermanos. De alguna forma entendieron cuando ella dijo que debía irse a trabajar lejos y no la cuestionaron, pero Draco era diferente y su relación con Adalind siempre había sido distinta a la de la chica con sus otros hermanos.
Ada se alejó de él y tomó su rostro con dulzura, enjugó sus lágrimas con las manos.
— Yo nunca te voy a dejar, NUNCA — Le dijo mirándolo apasionadamente —.Necesito este trabajo...— ella no quería decirle más pero su hermano era astuto, demasiado para un chico de su edad...Siempre lo había sido y su vínculo con ella era de alguna forma que no podían explicar, especial.
— Es porque estoy aquí ¿no? Deben pagar mi tratamiento y no tenemos dinero...es eso...— dijo bajando su rostro mientras seguía llorando—. Es por mi culpa que te vas...— murmuró él niño triste y cabizbajo.
Ella lo tomó de la barbilla.
— Hey, esto no es tu culpa...no es culpa de nadie...— excepto de esos sucios animales, pensó con rabia por dentro Ada. Si fueran igual de generosos con los humanos como con la gente de su r**a, quizá hubiesen cubierto el tratamiento pero no. No les alcanzaba con su sumisión, ellos los odiaban.
Su hermano levantó su mirada, puso su mano en la cara de Ada y acarició su rostro. Ella inmediatamente se calmó. Él siempre surtía ese efecto en ella, cuando se encontraba mal o triste. De alguna manera lograba calmarla.
— Estás enojada — le dijo.
Ella agarró su mano y besó su palma.
— Pero no contigo mi amor, nunca contigo...
— Lo sé...— dijo el pequeño.
Ella volvió a abrazarlo. Intuitivamente su hermano le dijo algo en su oído.
— Si es necesario desata tus poderes — ella se alejó y lo miró interrogante pero Draco no dijo nada más. Siempre había creído que él no sabía nada sobre eso.
No era momento para preguntas ni cuestionamientos. Ella agarró fuerte la mano del niño,
— Yo te prometo que volveré Draco...
El asíntió con la cabeza pero en sus ojos se notaba su tristeza.
— Se que harás lo posible...solo cuídate... cuídate mucho...— le dijo crípticamente y Ada sintió una sensación extraña retorciéndose dentro de ella.
Luego de eso, se fue con su madre en bus a Nevada. No podía llevar mucho pues era parte de las condiciones, ni tampoco tenía tanto, así que llevó un par de prendas a las que se sentía apegada. Y una foto de su familia en un pequeño bolso. El viaje con su madre sentada a su lado fue silencioso y se lo pasó en sus brazos, como una niña pequeña. El futuro era incierto pero intuía que ser comprada como esclava no podría traerle nada bueno a ella.
Llegaron a la estación, y desde ahí fueron caminando hasta el burdel. Era un día de otoño gris. Y el clima acompañaba el estado anímico de Adalind.
Las hicieron pasar por un pasillo hasta una habitación, y allí se dió cuenta que de que había otras como ella. Que iban a ser subastadas para ser esclavas de los changers.
Una joven particularmente, de quizá uno o dos años menos que ella, estaba llorando y suplicando a su padre que no la vendiera pero éste permanecía impávido ante sus ruegos.
— DEJA DE LLORIQUEAR MALDITA SEA. ERES UNA ZORRA COMO TU MADRE, AQUÍ TENDRÁS LO QUE TE MERECES
El grito del hombre sobresaltó al resto de las personas allí, la mayoría eran mujeres.
Layla miró y negó con la cabeza.
— Qué cerdo...— murmuró y Ada no podía estar más de acuerdo.
Layla miró a su hija y tomó su rostro.
— ¿Estás segura de esto? — le dijo con el ceño fruncido y la mirada preocupada.
A Ada se le llenaron los ojos de lágrimas y su madre la abrazó.
— Quizá aún estamos a tiempo de decirle a la hiena que no queremos, quizá todavía podemos deshacer el contrato...
Ada negó con la cabeza...se alejó del hombro de su mamá y aspiró aire. Se secó el rostro con el dorso de la mano.
— Yo voy a estar bien...de alguna forma voy a salir de esto entera...ahora todo lo que importa es Draco mamá...
Layla asíntió con la cabeza. Nunca había sentido tanto dolor desde la muerte de su esposo, Gerome. Se sentía como si le estuvieran desgarrando las entrañas desde adentro.
— No llores mamá, ya verás estaré bien — le aseguró ella.
Layla asíntió pero no estaba tan segura. Nunca supo porqué lo hizo, ya que Ada no sabía su verdadero origen, pero tuvo la imperiosa necesidad de decirle lo siguiente:
— Pase lo que pase siempre serás mi primer hija, mi niña de los ojos color lavanda...siempre te he amado y siempre te amaré, no importa qué ...— volvió a abrazarla y sin saberlo, le dijo murmurando en su oído algo parecido a lo que le había dicho Draco unas horas antes — Sabes lo que te padre y yo siempre te hemos dicho, de ocultar tus "ya sabes qué" pero si es necesario... úsalos, si estás en una situación crítica haz lo que sea necesario para defenderte...