Capitulo 3. Hienas

1584 Words
Un tiempo antes... Ningún changer podía vagar libremente en el territorio de otro pack o manada sin un permiso. La familia de hienas Edison tenía permiso para trabajar a lo largo y ancho de todo el territorio de los Estados Unidos. Ellos exportaban humanas, se jactaban de tener "carne de primera calidad humana". Solo eso le daba escalofríos a Layla. Ninguna humana (o changer) podía ser vendida como esclava sin su permiso, había una ley que lo regulaba. Generalmente eran mujeres desesperadas, como Ada, las que se vendían al mejor postor. Ada y Layla estaban esperando a la hiena, y era literalmente de una familia de hienas. James Edison era la hiena que manejaba ese sitio. El lugar, por supuesto, era un burdel. EL burdel de mejor categoría de toda la costa oeste. En el lugar no había solo humanas, aunque ese era el fuerte de James. Generalmente era raro que una mujer perteneciente a alguna manada terminara en un burdel pero había excepciones. Mujeres que por alguna situación se veían obligadas a dejar su manada o eran desterradas. James y su familia que tenían tentáculos por todo el mundo y bien podrían ser más pulpos que hienas, estaban a la caza de esas mujeres. Les ofrecían protección y refugio a cambio de un alto precio, su cuerpo por siempre... Las mujeres que caían en sus fauces prácticamente no tenían posibilidad de escapar de ese destino salvo que fueran muy viejas para trabajar entonces pasaban a cumplir otra función en los burdeles, como madamas, como secretarias, como señoras del aseo o lo que fuera útil para ellos. Todo dependía del desempeño que hubieran tenido en su vida como prostitutas. Bajo el lema "la carne no se deshecha" nunca mataban a las mujeres, o eso se decía. Quizá era lo único bueno de esas hienas. No permitían tampoco la violencia en el burdel. En el extraño caso de que una prostituta terminara emparejada con un compañero de su propia especie, tenían opción de comprarlas por sumas obscenas de dinero haciendo muy pero muy difícil para las chicas la salida de lugares como ese. Era una trampa, una hermosa y bien armada trampa. El lugar era lujoso, aunque parecía de noche por dentro. Eran todo cristales, espejos, seda y terciopelo n***o y violeta. Extrañamente el color combinaba con los ojos color lavanda de Ada. Una mujer de traje de chaqueta y falda corta, muy hermosa de cabello oscuro por la barbilla y rasgos orientales las hizo pasar. James era un hombre de unos 35 años aproximadamente, delgado, de ojos y cabello castaño y una sonrisa maliciosa dibujada en su rostro. Cuando ellas entraron inmediatamente se incorporó, pareció saltar sobre su escritorio y fijó su atención inmediatamente en Ada que tuvo que hacer un increíble esfuerzo para mantenerse quieta cuando lo que más deseaba en el mundo era escapar de ese animal. El hombre levantó su barbilla con su dedo índice e inspeccionó su cara. — Muy inusual...igual que su aroma y sus colores — murmuró para sí mismo —. Abre tu boca para mi pequeña humana Ada se sintió tan insultada, pero se tragó su orgullo y abrió su boca para que él la inspeccionara. — Dentadura perfecta, piel de porcelana...mmmm... necesito que te quites la ropa... — ¿Quee??? — le dijo ella indignada y no pudo evitar mirarlo a la cara. Él alzó una ceja curioso, — Esto es un mercado de mujeres y mi tiempo es valioso. Si no vinieron a vender nada, pueden irse por la puerta... Ada miró a su madre, que la miraba apenada. Si Layla no estuviera vieja y gorda se vendería ella misma antes de que su hija pasara eso. Tomó fuerte su mano y la apretó. — Si quieres nos vamos — murmuró — Encontraremos otra forma... Ada aspiró aire y negó con la cabeza. Tomó coraje, cerró los ojos y se quitó su chaqueta, su sweater, su camiseta. Luego bajó su jean. — Quiero ver tus pies también, te pido que te quites el calzado y las medias Ada se quitó los tenis viejos y se quitó el jean gastado, quedó en un conjunto de ropa interior de algodón que había visto tiempos mejores. — Quítate el brassier querida...necesito ver el producto, como te indiqué antes... Ada abrió los ojos. Tenía lágrimas contenidas. La luz artificial de los focos parpadeó, pero la hiena pareció no darse cuenta. Ada tiró de los breteles hacia abajo descubriendo sus senos pequeños pero redondos y turgentes. — Eres perfecta...— murmuró con cierto asombro —¿cuánto quiere por ella? — dijo dirigiéndose a Layla. — Yo no...no venimos a venderla para el burdel señor Edison...venimos por la subasta...mi hija, Ada, es virgen...quiero que sea vendida a un Alpha o a un changer importante que pueda pagar mucho dinero por ella... La hiena sonrió. — Interesante...— dijo mirando a Layla — Ponte la ropa querida y déjame hablando con tu madre... Ada miró a su madre que asintió con la cabeza. Se puso rápido las cosas y salió de allí corriendo. — Por una virgen como ella, podría obtener mucho dinero en el burdel... sé que ustedes son de Sacramento, estamos solo a una hora de allí — pues el burdel quedaba en Nevada —.Podría ver a su hija cuando quiera, las chicas tienen un día libre a la semana. Nosotros entendemos que el cuerpo necesita descansar y luego vienen a trabajar con más ímpetu... Qué generosos, pensó sarcástica Layla. — Mire señor Edison, sin ofender, pero no quiero este tipo de vida para ella... La hiena lógicamente rió, rió por un rato hasta que le saltaron las lágrimas y Layla se sintió abochornada. — Ay perdón, no había escuchado algo tan gracioso en mucho tiempo — dijo James enjugandose las lágrimas — ¿Usted que cree que le pasará a su hija con un Alpha en la intimidad de su casa o su manada? ¿Cree que la tratarán como una dulce flor? ¿que le propondrán casamiento? ¿que ocurrirá un milagroso emparejamiento? jajaja jajaja jajaja. Señora... piénselo, aquí nos aseguramos de que las chicas no sean dañadas... Layla miró al hombre con los ojos llenos de lágrimas. — ¿Tiene hijos señor Edison? — Aún no estoy emparejado, aunque no sea de su incumbencia — le dijo respingando. — ¿Sabe lo que es tener que elegir entre dos hijos? Ojalá nunca en su vida viva algo así. Yo JAMÁS vendería a Ada, pero ella quiere hacerlo...es por la salud de su hermano...si yo fuera joven y atractiva yo misma me vendería a su burdel pero ya ve, soy gorda y vieja...he tenido una vida dura, usted jamás lo entendería...es la vida que llevamos el 70% de los humanos — le dijo con pasión — Así que perdóneme por -bajo estas terribles circunstancias- tratar de conseguir lo mejor para mi hija ¿o realmente cree que lo que quiero es que la compre un Alpha y la aleje de mí para siempre? Claro que no...pero quizá, pueda encontrar a alguien que a pesar de que la compre como su esclava no sea cruel con ella...usted me entiende... James se tomó las manos en la espalda. No era la primera vez que venían madres desesperadas como esa mujer. Y a James no le gustaba perder. Esa jovencita podría traerle mucho dinero al burdel...pero él era ante todo, un hombre serio de negocios. Por su familia tenía una reputación que mantener. Por eso los Alphas y changers, más ricos y poderosos iban con él. Porque, a pesar de ser una hiena, nunca faltaba con un contrato o con su palabra. — Mi porcentaje es del 50%. Y si, sé perfectamente cómo son los changers que vienen a comprar mujeres ...— él solo vendía a las chicas, no se preguntaba que hacían luego con ellas. Ese tipo de contrato de "esclavitud voluntaria" estaba legalizado. No hacía nada ilegal. Pero claro que tenía conocimiento de que había changers más gentiles y otros más crueles. Las hienas no eran bien vistas en el mundo changer y a su familia le costó siglos el hacerse de un buen nombre, de ganarse el respeto de otros changers. Por eso él trataba de honrar el esfuerzo de su familia nunca faltando a un contrato o una palabra dada. Sabía que los changers preferían pensar que ellos eran "buenos", que las cosas que hacían eran "por naturaleza", que no eran mezquinos como los humanos. Pero él había conocido changers que eran una lacra, y humanos que eran buenas personas, como esas dos mujeres. —...para vender a su hija a esa clase de changer, mi porcentaje aumentará un 20% — ¿Quee??? Es mucho un veinte, yo necesito ese dinero para el hospital, mi hijo está mal...— suplicó la mujer. — 50 + 20 señora, es mi porcentaje... — Un 15 en vez de un 20 — retrucó ella. La hiena estaba preparada para eso. Se hizo el que meditaba. — Está bien, pero solo porque me conmovió con esa lacrimosa historia...voy a necesitar que usted y la chica firmen unos papeles, y la revisaran médicos para comprobar su estado de salud general y su virginidad... La mujer asintió y bajó la mirada. — ¿Tenemos un trato? — preguntó James y extendió su mano. — Tenemos un trato señor Edison — dijo Layla con voz derrotada. Estaba a punto de vender a un changer, a su amada hija Ada.
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