Capítulo I
Tara se estacionó en el aparcamiento del gran hotel, respiro profundo y apago el motor del auto y miro su rostro en el espejo retrovisor, tomo sus llaves y su abrigo y después bajo del auto, se dirigió hasta la cajuela para sacar sus maletas y cargarlas, miró a su alrededor solo unos cuatro carros estaban ahí estacionados camino hacia el pequeño elevador que se encontraba ahí y presiono el botón para subir. La recepción parecía acogedora, olía a café y a almendras, además de que estaba iluminada por una gran lampara que colgaba del techo, se acercó al mostrador y llamó con la campanilla de color plata, del cuarto detrás del mostrador salió una señora con tez blanca, ojos azules y cabello lleno de canas, le dedico una sonrisa cálida y se paró frente al mostrador.
-Buenas noches, me gustaría reservar una habitación-dijo mirando con atención el mostrador que estaba decorado con flores de diversos colores y también había un recipiente con dulces en él
-Claro querida, me llamo Abigail, puedes llamarme así-sacó una gran libreta-Anota tus datos aquí, tienes suerte de que aun tengamos habitaciones
-Si, gracias-tomo la pluma que le ofrecía
Se dio cuenta de que la habitación 332 estaba ocupada, pero Abigail le había dado la 334 mientras que la anterior estaba desocupada, decidió hacer caso omiso y apunto sus datos.
- ¿Cuánto tiempo deseas quedarte? -preguntó Abigail cuando dejo de escribir
-Sólo está noche, debo viajar a Míchigan para el cumpleaños de mi padre el día de mañana-contesto la joven
- ¿Míchigan?, debes tener cuidado con la tormenta, estará nevando toda la semana
- ¿Enserio?, mamá no me dijo nada-la joven suspiro
-Si, apenas anunciaron por eso hay más personas en los hoteles, no me sorprendería que el hotel se llenará esta noche-dijo con una leve sonrisa mientras alistaba las cosas para ella
-En ese caso creo que me quedare la semana-saco su billetera y le entrego su tarjeta-la mujer tomo la tarjeta y la paso por la pequeña máquina que estaba sobre el mostrador y después ella puso su número de seguridad
-Christopher, ayuda a nuestra nueva huésped con su equipaje-un chico salió hacia el pasillo y camino hasta ella
Era alto tenía el cabello castaño, su piel era casi del mismo tono que la de Abigail y sus ojos eran verdes. Cargo sus únicas dos maletas y camino hacia el elevador. Ya dentro presionó el botón del tercer piso, cuando el elevador comenzó a moverse tuvo que cerrar los ojos mientras el elevador se movía, agradeció que Cristopher estuviera frente a ella para no verla mientras enfrentaba aquel miedo que estaba sintiendo, llegaron y las puertas se abrieron, Cristopher la dejo pasar primero ella vio que el pasillo tenía las paredes decoradas con un papel tapiz color azul y la iluminación era neutra, caminaron por el pasillo hasta que él se detuvo, ella miro todas la puerta que se encontraban a lo largo del pasillo, Christopher saco la llave y empezó a abrir la puerta
-Bien habitación 334-abrió la puerta usando la llave
-Gracias-dijo entrando, la habitación era grande y bonita- ¿Nadie está en la habitación 333? -dijo sin esperar más tiempo, parecía que aquella habitación no estaba en malas condiciones y aunque no tuviera problemas con aquella habitación que le habían asesinado, quería conocer la historia
-Es una larga historia, nadie puede entrar a ella, ni huéspedes ni empleados es orden de la dueña, buenas noches-dijo y salió de la habitación, ella se quedó confundida mirando la puerta por la cual él había desaparecido, subió sus maletas a la cama y las abrió para empezar a desempacar
Después de colocar algunas de sus blusas y poner las maletas en una de las esquinas de la habitación y saco su celular de su bolsillo para llamar a su mamá, tuvo que esperar al cuarto timbre para que ella atendiera el teléfono
-Cariño, lo lamento el celular estaba en otra habitación-se disculpó su madre, escuchar su voz la tranquilizo un poco después de llegar al hotel
-No importa-dijo y se sentó en la cama
- ¿Ya vienes hacia acá?, te estamos esperando tenemos mucho tiempo sin verte
-Mamá, olvidaste decirme sobre la tormenta de nieve al parecer durara toda la semana, no puedo ir a Míchigan con este clima, ni siquiera conseguiré un vuelo que salga con la tormenta
-Lo sé cariño, lo olvide por completo y lo lamento, entonces ya no vendrás-dijo en un tono de tristeza
-Si, pero llegare cuando la tormenta se pase-sabía que eso le dolería a su madre y a su padre, pero era la solución más segura para ella
- ¿Dónde estás ahora?
-Me hospede en un hotel cerca, no es mucho, pero al menos es acogedor-antes de que pudiera continuar un golpe en la pared se escuchó, ella miro la pared de manera confundida-Mamá te llamo después, ¿sí?
-Está bien cariño-colgó y se acercó a la pared, sabía que debía haber un error y que quizás era un golpe de algo que se había caído de su habitación, miro el suelo, pero no vio nada extraño o fuera de su lugar
Acerco el oído esperando estar equivocada, espero unos segundos para poder salir de dudas, nada en un rato y cuando decidió separarse rendida a escuchar algo de nuevo, el golpe se escuchó de nuevo y la hizo brincar. Salió rápido de la habitación y miró el pasillo, estaba completamente vacío, se acercó a la puerta 333, sabía que el ruido venía de ahí, pero era imposible si el espacio estaba en blanco cuando ella escribió sus datos.
-Yo no haría eso, sí tuvieras algo de sentido común ni siquiera te acercarías-la voz venía de la habitación 332
- ¿Usted lo...escucho? -dijo viendo los números en la puerta, esperaba que aquella mujer le diera algo más de seguridad
-Esos ruidos siempre se escuchan cuando hay un nuevo huésped, es la manera de recibirlo-un escalofrío le recorrió la espalda, la mujer hablo de manera tan tranquila, como si ella hubiera superado aquel trauma con el que ella estaba esperando
-Supongo que no me dirá lo qué paso-se tocó la frente y miro a la mujer, ella solo la miro de manera tranquila y después a la puerta de aquella habitación
-Lo que paso, fue algo tan aterrador que nadie lo debe mencionar jamás y si quieres dormir es mejor que no lo escuches, buenas noches-la puerta se cerró y Tara se quedó sola
Respiro profundo antes de regresar a su habitación, ya dentro de esta se cambió por su ropa para dormir, quitó la gran colcha de arriba y se acostó, deseo poder conciliar el sueño aun después de los horribles ruidos, finalmente su deseo se cumplió se quedó profundamente dormida.
Despertó gracias a un ligero golpe en la ventana y un olor inundó la habitación era algo parecido al azufre, reviso el reloj en el mueble eran las dos y media de la mañana, se levantó y fue hacia la ventana, abrió la cortina y notó que estaba lloviendo y el golpe que había oído no eran más que las gotas al golpearse con el cristal, pero aquel olor seguía en el aire y le impedía respirar correctamente, abrió un poco la ventana intentando que el aire fresco entrara. Cuando el olor a azufre se desvaneció casi por completo volvió a la cama, se sentía más cansada de lo normal y ese olor era algo que no podía entender y que sabía que tenía algo que ver con lo raro de aquella habitación al lado de la suya, ni siquiera estaba segura de poder dormir más con la cama pegada a la pared donde había escuchado aquellos golpes.