Capítulo VI

2257 Words
Tara marco el número de su madre y se puso el celular sobre la oreja, escucho aquellos timbres mientras esperaba que ella atendiera su llamada y esperaba que lo hiciera antes de que decidiera colgar y volver al hotel. -Querida-dijo su madre un poco agitada-Lo siento estoy arreglando la casa para la fiesta de tu padre y ya sabrás, me tiene ocupada -No te preocupes, ¿cómo esta él? -dijo esperando tener noticias de su padre, no se veían hace años y cuando por fin iba a casa una tormenta cubría el camino -Bueno, esta triste al igual que todos, pero lo tranquilice diciéndole que vendrás pronto-dijo su madre y sonaba un poco distante -Te prometo que estaré ahí, incluso un poco antes de lo esperado-dijo viendo el jardín, no había ningún niño jugando en él-Mamá tengo que irme, te quiero-dijo y colgó sin esperar respuesta de su madre Se puso de pie y camino unos pasos hacia el centro del jardín, el pasto estaba cubierto por algunos copos de nieve que habían empezado a caer y su respiración podría verse al igual que su aliento saliendo de su boca, camino hasta el lugar donde había visto a Eveline o al menos a lo que parecía ser aquella niña de la fotografía, solo había unos cuantos árboles y un pino enorme en una de las esquinas del lugar. Se quedo ahí un momento más hasta que su mirada se fijó en la ventana de las habitaciones del tercer piso, si podía contar bien las que daban al frente eran la de Linda, la suya y la de la habitación 333, se dio cuenta de que los vidrios de las ventanas estaban cubiertos no solo con periódicos viejos, sino que con una especie de pintura blanca que impedía ver algo. Después de un rato y con frío decidió volver al interior del hotel, se dio cuenta de lo cálida que era la recepción y se quedó ahí un momento, miro el pequeño sillón de color beige que estaba cerca de la puerta de entrada y a su lado un estante con algunas revistas decidió que podría quedarse ahí leyendo mientras oscurecía y después subiría a su habitación solo a dormir. Tomo asintió y miro las revistas del estante se decidió por una con una portada colorida y comenzó a hojearla, en ese momento se dio cuenta de que aquella revista tenía fecha de seis años atrás, pero no era la única, al revisar casi todas se dio cuenta de que la mayoría eran de esa fecha o de años pasados y que ninguna era reciente. - ¿Buscando distracción? -dijo Christopher que llevaba unas maletas en las manos, seguramente eran de huéspedes que se irían ese día y cuyo destino no estaba cerca de la tormenta -No me gusta estar en mi habitación sola-dijo mientras ponía la revista en su lugar-La habitación tiene las ventanas cubiertas, ¿lo sabias? -Si-dijo él y miro la recepción como si esperaba que nadie estuviera viéndolo-Abigail las puso ahí -Pero dijiste que nadie había salido con vida después de entrar a esa habitación-dijo ella recordando lo que él le menciono al principio -Al parecer Abigail, si y es algo muy extraño - ¿Mas extraño que todo lo que ha pasado? -Si-dijo pasando la lengua por su labio inferior-Abigail suele enfermarse más de lo normal, pero por muy grave que parezca siempre se niega a ver a un médico o a tomar medicina-dijo Christopher poniéndose en cuclillas - ¿De verdad? -Christopher asintió -La enfermedad no le dura más que un día, mañana cuando bajes la veras en la recepción como si nada hubiera pasado - ¿Qué piensas? -dijo mirando los ojos verdes de Christopher, él suspiro pesadamente y volvió a cerciorarse de que no hubiera nadie cerca -Cuando comencé a trabajar aquí, solía tener insomnio y una noche subí a todos los pisos esperando que eso me ayudara a dormir o al menos a distraerme-dijo viendo el suelo-Pero, al subir al tercer piso vi a Abigail parada frente a la puerta de la habitación 333 y parecía como si estuviera hablando con alguien detrás de la puerta, más bien era como si lo estuviera regañando por algo - ¿Ella te vio? -No, fui lo más cuidadoso posible y bajé rápido para volver a mi habitación - ¿Pudiste escuchar que le decía? -Si, le decía algo sobre cómo comportarse y que no podía hacer esas cosas, era extraño porque parecía que le hablaba a un niño -Su hija-dijo ella y Christopher levanto los hombros mientras se incorporaba -La verdad es que, ninguno de los puede saber la verdad sobre lo que sucede en esa habitación, no al menos que no entremos y no pienso hacerlo-dijo y tomo de nuevo las maletas y salió por la puerta principal Tara vio por unos minutos la puerta cerrada por la cual él había desaparecido, tenía razón, para conocer lo que sucedía en aquella habitación tendría que entrar, pero eso significaba perder la vida en el intento, podría simplemente preguntarle a Abigail, pero no quería que ella supiera que había estado husmeando en la habitación detrás de la recepción. Tara subió y se detuvo frente a la puerta de Linda, ella tenía que darle más respuestas de las que ella había conseguido en internet o con Christopher, podría ser que incluso ella conociera la historia de Eveline, levanto la mano y golpeo levemente dos veces la puerta y después espero. - ¿Sí? -dijo Linda entreabriendo la puerta, solo podía ver el rostro de aquella mujer de cabello castaño y de ojos verdes, no había notado que tenía una cicatriz en el mentón y pecas en el rostro -Hola-dijo ella con una ligera sonrisa-Perdón, pero de verdad necesito hablar con usted-dijo mirándola, esperando que aquella mujer aceptara hablar con ella de sus inquietudes -No vas a rendirte, ¿cierto? -dijo la mujer con una expresión seria -No hasta que obtenga la mayor información -De acuerdo, pasa-dijo abriendo la puerta en su totalidad, Tara avanzo y entro en la habitación Tara se dio cuenta de que aquella habitación no se diferenciaba mucho de la suya, salvo porque tenía unos cuadros en las paredes que seguramente no pertenecían al hotel, sino a Linda. - ¿Lleva mucho hospedada aquí? -la miro y la mujer hizo lo mismo -Regularmente lo hago, no suelo estar en casa durante mucho tiempo, así que cuando vengo me gusta poner los cuadros para sentirme más cómoda-dijo caminando hacia el tocador, Tara noto que traía puesto una bata para dormir y se puso un poco de crema mirándose al espejo - ¿Hace cuanto se hospeda en el hotel? -Casi cuatro años, al menos dos veces al año estoy en el hotel, soy periodista, debo viajar contantemente-dijo la mujer cerrando el bote de crema y dejándolo en su lugar- ¿Hacia dónde vas? -A Michigan, mi padre celebra su cumpleaños 60 y se suponía que yo estaría ahí, pero sucedió la tormenta - ¿A qué te dedicas? -la miro mientras tomaba asiento en la silla frente al tocador -Soy publicista-dijo ella con una ligera sonrisa-Me encuentro de vacaciones en este momento -Tengo que ser sincera contigo, la verdad no tengo mucha información sobre lo que pasó o lo que sigue pasando en esa habitación-hizo un señal con la cabeza hacia la pared que conectaba con la otra habitación-Pero puedo decirte que no es nada bueno y yo estoy aquí para tratar de averiguarlo - ¿Está investigando el caso? -Si, leí la noticia sobre los homicidios y decidí seguirle la pista, pero durante cuatro años me he estancado y no he conseguido nada sobre aquello que puede esconderse en la habitación - ¿Cree que es algo paranormal? -dijo tomando asiento en la orilla de la cama -En mi profesión me he encontrado con casos así que resultan ser una pérdida de tiempo o un siempre invento de las personas, pero este caso no parece serlo -Bueno, parece que todo está en mi cabeza en realidad, veo a los demás huéspedes actuar como si nada pasara -Bueno, algunas personas ignoran lo que no pueden explicar o lo que no están dispuestos a entender, pero tú y yo sabemos que hay malo en esa habitación -Leí algunas notas de periódico, pero solo hay fotos de la habitación tomadas desde el jardín -Creo que sabemos la razón, pero es extraño que Abigail no haya dicho nada más sobre las muertes - ¿Cree que es sospechosa? -Pudo haber ayudado al asesino y no deja a nadie entrar porque se descubriría su complicidad o teme por la vida de todos los demás por lo que se esconde ahí adentro -Abigail tenía una hija-dijo y Linda pareció sorprendida, en ese momento se dio cuenta de que ella no lo había descubierto en tantos años-Su nombre era Eveline y murió cuando tenía ocho años - ¿Sabes las causas? -No, me lo dijo el chico de la recepción, pero él tampoco sabe -Podría ser un gran avance en todo esto-dijo ella poniéndose de pie y caminando hacia la ventana donde había un pequeño escritorio, saco algunos de los papeles y regreso para dárselos-Esto es lo que he conseguido de los huéspedes del hotel, no de los nuevos, huéspedes que estuvieron durante los últimos años, incluso he hablado con algunos de los empleados y logre contactar al jefe de policía que atendió el caso - ¿Consiguió algo? -No y la policía tampoco, es como si no hubiera nada o a nadie a quien perseguir -Gracias-dijo ella y la mujer asintió Salió de la habitación mientras trataba de leer algunas de las hojas que Linda le había dado, pero no podía mientras caminaba y de pronto se detuvo en seco, había visto algo por el rabillo del ojo y se volteó de manera lenta y con el corazón latiéndole del miedo, se dio cuenta de que la puerta de la habitación 333 estaba abierta como invitándola a pasar, trato de llamar a Linda pero las palabras solo se quedaron atoradas en su garganta, no podía decir nada y ni siquiera podía moverse para correr escalera abajo o huir hacia su habitación. -Tara, ¿quieres saber la verdad? -escucho salir de la habitación, se veía en una total oscuridad y ella no podía ver el interior y esa voz era la de Eveline Se quedo mirando la oscuridad de la habitación y después a lo largo del pasillo, se detuvo en la puerta de Linda esperando que aquella mujer saliera a su auxilio, pero la puerta no se abría, volvió la vista y se dio cuenta de que había una mano pequeña saliendo por el marco y extendiéndose hacia ella, como esperando que ella la tomara con toda la confianza del mundo. -Te lo mostrare Tara-dijo la voz con el mismo tono, Tara por fin pudo dar un paso hacia atrás y se recargó en la pared aun viendo aquella mano con terror- ¡Tara! -esta vez la voz era aterradora y ella decidió cubrirse los oídos con las manos y se recargo en la pared para ponerse de cuclillas sobre el suelo, escuchaba unos golpes como si alguien quisiera tirar la paredes a su alrededor - ¡Déjame en paz! -grito, pero cuando abrió los ojos se topó con dos niños que jugaban con una pelota y un bate de beisbol, ambos la miraron un poco aterrados y luego salieron corriendo escaleras abajo Tara vio la puerta de la habitación y se dio cuenta de que estaba cerrada por completo, seguía en el suelo mientras trataba de recuperar su respiración, no cabía duda de que aquello quería jugar con su mente haciéndola parecer una loca con los demás huéspedes del hotel, se puso de pie lentamente y tomo las hojas que había dejado en el suelo tras el incidente, camino hacia la puerta de su habitación y entro cerrando la puerta rápido mientras recargaba su espalda en la puerta. Se alejo de la puerta y se sentó en la cama y recargo su espalda en las almohadas y puso las hojas frente a ella, decidió leer una que estaba en medio del montón. “El homicidio de una pareja de recién casados que se hospedaban en el hotel Cielo para pasar la noche antes de dirigirse a su destino de luna de miel, los reportes policiacos coinciden en que la habitación no había ninguna huella del asesino o del arma homicida, así como que la habitación hubiera sido alterada en las cerraduras o en las ventanas, la mayoría de los investigadores describen un olor a azufre, el piso lleno de sangre perteneciente a amabas víctimas”. Ella leyó las notas de Linda donde ella mencionaba algunos aspectos de la investigación, no parecía que ella hubiera encontrado algo más durante este tiempo y finalmente decidió leer los testimonios de los huéspedes anteriores, ninguno de ellos tenía nombres, solamente fechas específicas y algunas horas registradas. “08 de octubre 2009- La primera persona a la que entrevisté tenía su habitación en el segundo piso, su número el 331, llego en la tarde noche y conoció a Abigail como nosotros y cada uno, algunos trabajadores atendían el lugar y subieron sus maletas al piso, la mujer me dijo que al entrar a la habitación noto que hacía frío como si estuviéramos en invierno en pleno verano y que incluso con las cobijas sentía el aire frío incluso si no tenía la ventana abierta”.
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