8: Dos muertes dolorosas

1716 Words

Lo que esa mujer me dijo me dejó helada, no podía creer que Víctor hubiera cometido tal bajeza. Ella se fue después de escupir mi rostro y de lanzar varias maldiciones en mi contra. — Pero qué tonta he sido — limpié mi rostro y miré la puerta del apartamento — no puedo creerlo. La decisión que tomé fue irme de ahí, no podía seguir un segundo más en el sitio que llegué a experimentar una felicidad tan grande y al final solo era un espejismo. Al final, para las personas ricas lo único que veían en nosotros era un maldito pasatiempo. Dejé todo lo que le pertenecía a Víctor, incluidas las llaves del carro de la empresa y de paso una carta en donde le ponía que nunca más me buscara. — Nunca más volveré a enamorarme, solo pasaré el rato y eso es todo. Si no tienes un corazón el cual romper,

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