Víctor colocó su dedo en mi labio y me detuvo de seguir hablando, empezó a darme un beso en la frente, luego en las mejillas, en los hombros, en mi mentón y por último miró mis labios. Pensé que me iba a besar, sin embargo, se mantuvo a unos escasos centímetros y no se movió, era como si esperará mi permiso. — Ven aquí. Lo tomé fuerte de la camiseta y eliminé la distancia que nos separaba, sus brazos me tomaron de la cintura y después me incliné hacia atrás. — Te amo, Víctor — lo miré fijamente a los ojos y sonreí — eres una de las mejores cosas que me ha pasado. En definitiva, tomé una buena decisión al dejarte hablar, tal como me lo aconsejaron mis amistades. — Pues entonces me tocará a mí agradecerles también, ya que ellos son la causa de mi felicidad. ¿Sabes? Estaba pensando en lle

