Minutos más tarde... Los pies de Saleema flotaban en el aire, con sus piernas acunadas bajo los fuertes antebrazos de Absalón. Sentía cómo él apretaba sus glúteos con cada movimiento, mientras sus grandes pechos se mecían al ritmo de las intensas embestidas. Absalón, con la espalda ligeramente arqueada, la mantenía firmemente presionada contra la pared, con sus cuerpos unidos en una danza intensa de pasión. A escasos centímetros uno del otro, sus alientos se entremezclaban mientras el agua caía sobre sus pieles ardientes, creando una neblina de vapor a su alrededor. ―¿Quién soy? ―susurraba él con voz ronca, con sus caderas moviéndose con precisión, presionando a Saleema contra los azulejos con cada poderoso embate. Ella, jadeante, recibiendo aquella imponente virilidad hasta lo más pro

