Mientras tanto, en un rincón exclusivo de Miami…
El Capital Club de Miami, con sus paredes de madera oscura y candelabros de cristal, emanaba exclusividad por cada rincón. El aire acondicionado contrastaba con el calor húmedo del exterior, mientras el aroma a habanos cubanos y whiskey añejo flotaba en el ambiente, mezclándose con el poder y la ambición que permeaba el lugar.
En uno de sus espacios más privados, resguardado por cortinas de terciopelo, Ismael y sus dos hijos Rubén y Farid ocupaban una mesa apartada donde solo los miembr0s más selectos podían acceder.
―Entonces, ¿vas a hacer la fiesta aquí, Ismael? ―preguntó Peterson, mientras un camarero discreto renovaba el hielo de su whiskey.
―Sí, necesito reunir a los más ricos de toda Florida para este nuevo proyecto. Tengo ya diez
