CAPÍTULO 1

1900 Words
Lucha por tu vida, Clara    NO TE RINDAS No te rindas, aún estás a tiempo de alcanzar y comenzar de nuevo, Aceptar tus sombras, Enterrar tus miedos, Liberar el lastre, Retomar el vuelo. No te rindas que la vida es eso, Continuar el viaje, Perseguir tus sueños, Destrabar el tiempo, Correr los escombros, Y destapar el cielo. No te rindas, por favor no cedas, Aunque el frío queme, Aunque el miedo muerda, Aunque el sol se esconda, Y se calle el viento, Aún hay fuego en tu alma Aún hay vida en tus sueños. Porque la vida es tuya y tuyo también el deseo Porque lo has querido y porque te quiero Porque existe el vino y el amor, es cierto. Porque no hay heridas que no cure el tiempo. Abrir las puertas, Quitar los cerrojos, Abandonar las murallas que te protegieron, Vivir la vida y aceptar el reto, Recuperar la risa, Ensayar un canto, Bajar la guardia y extender las manos Desplegar las alas E intentar de nuevo, Celebrar la vida y retomar los cielos. No te rindas, por favor no cedas, Aunque el frío queme, Aunque el miedo muerda, Aunque el sol se ponga y se calle el viento, Aún hay fuego en tu alma, Aún hay vida en tus sueños Porque cada día es un comienzo nuevo, Porque esta es la hora y el mejor momento. Porque no estás solo, porque yo te quiero. MESES DESPUÉS... Málaga, España Todos los días, a la misma hora, en el sillón Kendrew Morgan, leía el mismo poema de Mario Benedetti a Clara. Él sabía que le escuchaba, siete meses en coma producto de aquella atroz barbarie que habían cometido con ella. Pero mientras ella se encontraba respirando, y aunque fuese por un aparato, tenía esperanzas.  El sonido del celular hizo que parara la lectura. ―¿Vives escondiéndote de mí, Ken? ―La voz de Ethan Brennan sonaba al otro lado de la línea con un poco de reproche. ―Ya te dije ―contestó Kendrew aburrido―. Tengo cosas personales que hacer, Ethan. ―¿Se trata de una mujer? ―cuestionó con un poco de burla―. Es la única explicación en la que puedo pensar, después de que tengo más de siete meses sin verte físicamente.  ―¿Me estás declarando tu amor? ―Kendrew estaba divertido.  ―¡Nah! No eres mi tipo para nada. ¡Dios! Que difícil era decirle a su amigo, que él estaba cuidando a la mujer que aún buscaba desesperadamente, por más que le todo el mundo le decía que estaba muerta. Seguía investigando; solo esperaba que Clara se levantara de esa maldita cama, y contara qué había sucedido realmente en esos días. Aunque ya se lo imaginaba. El doctor se lo hizo dedujo, con sus estudios y análisis. El juramento que le había hecho pesaba mucho sobre sus hombros. ¿Qué pasaría si ella no despertaba nunca?¿Cómo iba a seguir ocultándose de él? ―Las cosas van bien, Ethan. Solo que he tenido muchos inconvenientes —Kendrew decía nada más que la verdad.  Él estaba en ese momento de espalda a  Clara, mientras contestaba la llamada, sentado en un sillón cuando sintió levemente que le movían el hombro. Se giró para verla despierta y la emoción sumada con el alivio recorrió su cuerpo. ―Lo siento debo colgar, luego te llamo ―le comunicó a Ethan, con las palabras atropelladas, y sin darle tiempo a que le dijese nada. Clara no podía hablar y su mano izquierda estaba rígida hacia adentro. Se veía una posición dolorosa. Kendrew llamó enseguida a la enfermera, y ésta a su vez llamó al médico, quien llegó unos tres minutos después. Después que el galeno comenzó a realizarle un chequeo volvió a quedarse dormida. Lo que dijo que era normal en ese caso. Enseguida le hicieron las evaluaciones correspondientes. Dándole la buena noticia de que el coágulo de sangre que tenía en su cerebro, había disminuido más de un noventa por ciento. No hubo ningún daño cerebral, solo que la inamovilidad de los meses en cama le había pasado factura a su cuerpo. Solo tendría que hacer terapia física para recobrar la movilidad.   Ese día la lucidez para ella era intermitente; ya que se despertaba por unos pocos minutos y volvía de nuevo a la inconsciencia. En uno de esos momentos le pidió a Kendrew lápiz y papel, para poder comunicarse. Enseguida él rebuscó un poco para facilitarle lo que le había pedido. Al entregárselo Clara escribió: “¿Cuanto tiempo?” ―Siete meses ―contestó Kendrew. “¿Le contaste?” Él cerró los ojos y negó con la cabeza. ―Le he mentido todo este tiempo a mi amigo.  Ella trató de sonreír. “Estoy muerta”. ―No, no estás muerta —negó con la cabeza y luego le amenazó diciendo—: Y si no te paras de esa maldita cama, te juro que buscaré a Ethan y lo traeré aquí. El horror de saber que podía hacerlo, la hizo agitar de tal manera que las máquinas a la que estaba conectada emitieran un pitido. Trataba de mover la cabeza con signo de negación. ―Esta bien… esta bien ―la calmó―. Solo quiero que te recuperes pronto. La inconsciencia reclamaba su cuerpo una vez más. Los doctores continuaban diciendo que era un proceso normal.  Mientras su amigo la miraba descansar, recordó de manera muy vivida, la noche que llegaron a España, con  Clara en las peores condiciones. Dos costillas rotas, una pierna fracturada, la clavícula dislocada, la nariz rota, múltiples contusiones en el cuerpo sobre todo en la cabeza, la espalda reflejaba que había sufrido latigazos; y en su rostro se habían ensañado con ella. Fue abusada sexualmente por v****a y el ano, sus pechos fueron cortados en tajos, también tenía marcas de mordiscos, su cabello también fue cortado; y lo más triste fue que presentó desarrollo embrionario. Los altos niveles de gonadotropina confirmaba haber estado embarazada, puede que haya sido menos de dos semanas, pero por la hemorragia que presentó y los exámenes realizados, indicaron que lo había estado. Le daba gracias a Dios de que Rebeca Jones ya no existiera; porque estaba seguro de que él podía tomar un jodido avión hasta Estados Unidos y matarla con sus propias manos, por hacer tal abuso a su amiga. Se le hicieron varias intervenciones entre ellas la cirugía la de la disminución del coágulo de sangre en su cerebro, fue la decisión más dura de tomar para él. Ya que era riesgosa y con solo el treinta por ciento de probabilidad que saliera bien. Luego la de su rostro y cuerpo, tuvieron que reconstruir varias partes de su anatomía. Ya no tenía la cara, en forma de corazón. Desde entonces era más perfilada, la nariz más fina en la punta y el labio inferior más grueso. Sus senos que alguna vez fueron; los bien llamados senos precipitados por tener una pequeña curva a la altura de la aureola. Los pezones se doblaban ligeramente. Se habían convertido en unos senos perfectos, aunque tenían el mismo tamaño, forma y continuaban siendo redondeados. Porque tuvieron que colocar prótesis, ya que uno de sus pezones había sido cortado con un objeto que le había creado infección. Al menos ella no sufriría al ver su cuerpo mutilado, Su cabello estaba por los hombros; aunque de manera muy desigual después que se lo hubiesen trasquilado a maldad. CINCO MESES DESPUÉS… —Clara... —Kendrew inclinó la cabeza en su dirección. Pudo notar una vez más que su cara estaba demacrada por el cansancio y la preocupación, algo estaba sucediendo, y quería saberlo. —Me alegra saber que estás recuperando tu motricidad muy bien. Ella le miró entrecerrando los ojos, era cierto que su cuerpo lo hacía cada día, aún estaba lejos de estar bien. para nada era cierto. Pero tenía que aparentarlo, no quería causarle a su amigo más preocupaciones de las que le  había dado.  Sin embargo, puso recta la espalda, y sintió cómo los músculos le dolían de nuevo. Esa mañana no había hecho ejercicio. Porque Harry, el médico del equipo y el doctor Andrés Schneider el psicólogo que Kendrew había insistido que viera, y que nunca dejaba de tomar notas en su horrible libreta cuando estaba con ella, había solicitado una entrevista con él. El silencio se hizo presente en la oficina de Kendrew, ya sabía lo que querían. Que les dijese lo que sucedió en esa maldita cabaña, en Escocia. Pero ella aún no podía hacerlo, no estaba preparada, la impotencia se había transformado en furia que por el momento era difícil controlar para ella. Así que utilizó la autodefensa, para poder confrontar a los tres hombres que la miraban de manera expectante.  —¿Hasta cuando seguirán con esto? —Clara rompió el silencio con aquella pregunta.  No quería hablar con nadie, solo quería ir al gimnasio, hacer ejercicios hasta que su cuerpo estuviera exhausto. Ir a su habitación a darse una ducha, y que el cansancio reclamara su cuerpo hasta el día siguiente. Era la única manera que lograba descansar un poco, porque en sus sueños, aún estaba atrapada en aquella pesadilla que fue real, y una experiencia que ningún ser humano debe  experimentar en su vida. Los ejercicios, la ayudarían a recuperarse físicamente, y a no perder la poca cordura que le quedaba. Aunque en el fondo sabía que iba a recuperarse de manera total, se lo había prometido el día que salió del coma completamente. Por muy doloroso que fuese el proceso.  —¿Hasta cuando van a seguir analizándome como si fuera un bicho raro? Es incómodo y hasta de mala educación, ¿lo sabían? —¿Así que crees que te estamos analizando porque eres un bicho raro? —replicó Harry. Clara lo miró con cara de pocos amigos, pero era injusto comportarse con ellos así. Cuando esos hombres habían estado ahí para ella apoyándola, y sobre todo haciendo todo lo posible para que se recuperara. Pero por qué no entendían que había perdido su humanidad, que solo era una cáscara vacía, y que tal vez ya no tenía arreglo. Respiró profundamente, ninguno de los tres hombres merecían tal comportamiento de su parte. Así que puso todo su esfuerzo en ser un poco más cordial, y dejar su hostilidad para el saco de boxeo del gimnasio.  —Siéntate, Clara —Kendrew le ordenó, y señaló unas sillas que estaban detrás de ella con la cabeza, y luego él se acomodó en su sillón detrás del escritorio, y la miró fijamente Ella acató la orden, y  se sentó con cautela. Todavía sus músculos estaban rígidos, usaba aún una muleta, porque aunque su pierna se estaba recuperando aún no estaba del todo bien. Aún tenía dificultades para respirar por las costillas rotas que ya estaban sanas pero sensibles. Los ejercicios y la terapia del dolor eran fundamentales para su pronta recuperación.    Harry suspiró con resignación al ver su actitud. Mientras que el psicólogo continuaba en silencio. —Ya ha pasado casi un año —dijo Kendrew finalmente—  estaba muy asustado por ti, Clara. Y verte ahora... —chasqueó los dientes, mientras negaba con la cabeza— recuperándote hace que me pregunte: si hice bien en mantenerme alejado y en silencio. Y no tomar en cuenta a Ethan.
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