SAHARA
Compraré un vestido largo para la celebración. Todos vienen muy bien arreglados, parece una alfombra roja.
—Ese vestido le luce muy bien, escritora —Adrián me sorprende en la entrada. Me sonríe y me ofrece su brazo para entrar.
Me siento nerviosa, no sé qué vaya a pasar con mi trabajo después de esta noche. Supe que prepararon diapositivas con cada sección de la entrega esta quincena. La revista salió a la venta hoy por la mañana y se agotó el traje casi de inmediato.
—¿Desea beber una copa de champagne? Ceci y Santiago todavía van a tardar en llegar, a la directora se le ocurrió hacer público el compromiso de su hijo esta tarde.
—Sí, si quiero.
Adrián toma de la charola de la mesera dos copas de champagne. Quiero ser discreta, pero no puedo. A pesar de que he tratado de mantenerme firme al contrato y a una relación extraña y sin sentido, debo admitir que me produce mucho coraje saber que otra lo acompaña a este tipo de eventos. Muy en el fondo imaginé que podía ser Cenicienta y caminar orgullosa del brazo del apuesto príncipe.
Después de un rato por fin se aparece su majestad vestida con un diseño brillante y muy llamativo. Es un vestido hermoso y apuesto a que costó una fortuna.
Santiago y Aurora entran a su lado, ella también se ve muy bien, no puedo negar que ese vestido entallado le sienta de maravilla a su figura esbelta.
Mi ego se cae hasta el suelo, ni de chiste me vería bien con algo así. Si duda, mi gordura haría que Santiago luciera ridículo allá arriba. Todos se burlarían de él y de mí también.
Todos aplauden. Estoy tan inmersa en mis pensamientos ridículos que ni siquiera supe qué fue lo que dijo la directora. Ahora es turno de Santiago, los reporteros le prestan mucha atención.
—El jefe se ve guapísimo —escucho decir con entusiasmo a mis compañeras.
—Su prometida es una suertuda, el señor Santiago está buenísimo.
Mi autoestima se levanta un poco al escuchar sus comentarios. Saber que ese hombre buenísimo estuvo entre mis piernas la otra noche me da un poco de consuelo.
—¿Qué nos puede decir acerca del artículo plus size? —le pregunta un reportero a la directora.
La directora parece incómoda con la pregunta.
—La belleza no se basa solo en un físico esbelto y torneado, la belleza va más allá de cualquier prejuicio social. Este aniversario decidimos dar un giro en lo que respecta a la apariencia de una mujer —responde ella.
No puedo evitar reír. Ella que tanto me odia por estar gorda habla en defensa de las mujeres grandes.
—¿Quién es Sahara Cruz?
—Es una de nuestras escritoras estrella.
La gente que está a mi alrededor y me conoce, me mira atentamente. Sabía que mi artículo iba a provocar revuelo en una revista tan especializada en la estética física. Es un giro totalmente distinto y un golpe fuerte para la directora.
—Vamos, por favor —le pido a Adrián antes de que la atención se centre en mí.
Las luces me acaparan mientras intento escapar.
—Un aplauso para nuestra escritora estrella —anuncia el hombre que dirige la ceremonia.
Todos se quedan atónitos cuando me ven. Soy una mujer grande y esa es una sorpresa todavía más grande.
Después de un silencio incómodo, todos aplauden.
Algunos reporteros se me acercan. Me siento nerviosa, no sé qué voy a decir al respecto. Escribí ese artículo llena de rabia y frustración. No hay nada bueno que decir.
—¿Usted se ve reflejada en el artículo? —pregunta un reportero.
Es tan molesto que quiera saber acerca de mis complejos. Sí, estoy gorda, pero eso no quiere decir que todo eso haya salido reflejado de mis inseguridades. Estoy tan avergonzada que no puedo pronunciar palabra.
—Por favor, no sea irrespetuoso —dice Adrián mientras me toma del brazo para ayudarme a escapar.
Salimos de la ceremonia tratando de evadir a los insistentes reporteros.
Nos escondemos en el estacionamiento exclusivo de la editorial.
Suelto el llanto, no lo puedo evitar.
—¿Te encuentras bien, Sahara?
—¿Te parece que estoy bien? Esos desgraciados se burlaron de mí.
—Ese artículo fue impresionante, totalmente distinto a lo que acostumbra la revista. Es natural que la gente sienta curiosidad al respecto. No llores, tu trabajo fue sensacional.
—Cecilia me va a despedir por desobedecer sus normas y etiquetas.
—No. Estoy seguro de que el artículo también la impresionó, pero no de manera negativa. Este salto calla los rumores y especulaciones negativas que giran en torno a la revista. Es verdad que es la revista de modas número uno del país, pero también es la más criticada por su superficialidad y egocentrismo. Esto ayudará a que la revista se vuelva más importante.
—Será mejor que me vaya, no me siento bien.
—Vamos, mi auto es aquél —señala al lugar exclusivo número dos.
Camino con él hasta su auto.
—¿Quieres que te lleve a casa?
—Prefiero que me dejes en cualquier bar que esté de paso, deseo beber hasta quedar inconsciente.
—No quiero que vayas sola, te haré compañía esta noche. Conozco un buen lugar.
Enciende el auto y se pone en marcha.
SANTIAGO
Sahara no me contesta el teléfono, estoy muy preocupado por ella. No pensé que las cosas se salieran tanto de control con el artículo.
—¿Por qué diablos hiciste eso? —me grita la directora.
—Me pareció una buena idea, no le veo nada malo.
—Sabes bien que la revista no gira entorno a las chicas gordas.
—Directora, ¿sabe a caso que se dice acerca de la revista? Este mes bajó sus ventas debido a las malas reseñas que recibió.
—Tú te harás cargo de las consecuencias.
Su entusiasmo se terminó esta noche, decide irse en lugar de incorporarse a la fiesta.
—Ese artículo fue de muy mal gusto, querido. Deberías despedir a Sahara —comenta Aurora.
—El artículo me encanta, está revista y la editorial serán mías tarde o temprano. No voy a permitir que tú me digas lo que tengo que hacer. Regresa a la fiesta, yo me voy a casa.
—Soy tu prometida, no me puedes abandonar ahora—No me voy a casar contigo, entiéndelo.
—Pensé que ya lo habías aceptado, desde ayer has sido amable conmigo.
—Eso fue para persuadir a la directora, ya sé de que hablabas cuando mencionaste a otro heredero. ¡No lo voy a permitir! Está editorial creció gracias al arduo esfuerzo de mi padre, voy a trabajar duro para que no quede en manos de cualquier pendejo. Busca a tu primo y vuelve a casa con él.
—No puedo, Adrián se fue con tu estúpida escritora estrella.
—¡¿Qué?!
—¿No lo sabías? Ambos están saliendo. Odio que mi primo guste de una mujer tan desagradable.
Eso no puede ser cierto, no puedo permitir que ese bastardo se lleve el crédito de héroe.
Le pido a Juan, el chófer de la empresa que lleve a Aurora a su casa.
Insisto en el teléfono sin obtener respuesta. No sé ni dónde buscar a Sahara.
SAHARA
—¿Dónde es aquí?
—Es un club al que asisto con amigos, no te preocupes, tienen salas privadas para que estemos más cómodos.
Un mesero nos escolta hasta una de las salas privadas.
Adrián pide una botella de tequila y hielo.
—Nunca había entrado a un lugar así. ¿Un decorador gana tanto como para poder costear un lugar tan elegante?
—No soy decorador de interiores ni de fiestas; en realidad, soy un artista frustrado.
—¿Un artista frustrado que gana mucho dinero?
—Me gusta la pintura y el arte, pero estoy destinado a otra cosa. Mi padre es empresario y soy su primogénito.
—Entonces eres un heredero. ¿Y por qué accediste a decorar el evento?
—A Ceci le gustan mis pinturas y mis esculturas, me lo pidió y no me pude negar. Es una gran amiga de mi madre y de mi tía.
—Con razón.
—¿Con razón?
—Nada, yo me entiendo.
Adrián es otro junior fanfarrón. Con razón la bruja eligió a Aurora para su nuera, es hija de un empresario.
—Cuéntame un poco más de ti, Sahara.
—No hay mucho que contar, soy una persona aburrida con una vida aburrida. Trabajo, voy a casa y vuelvo a trabajar. Habla tú, ya que imagino que siendo rico debes tener muchas aventuras por contar: viajes, lujos, etcétera.
—No soy un presumido y tampoco llevo una vida tan emocionante como piensas. De hecho, podría decir que soy un poco raro.
—¿Raro?
—Olvídalo, no te quiero aburrir con mis locuras.
—Ya has hablado, ahora dime todo.
—Mis gustos son algo peculiares.
¿Gustos peculiares? ¿Será gay? Quizás solo quería una amiga y no una pareja como yo pensé.
—Peculiares, ¿cómo?
Se queda callado.
—No te preocupes, no diré nada. Tus preferencias son respetables, no hay nada malo con tener gustos "peculiares". Conozco a personas con gustos más descabellados.
—Creo que me expresé mal, no soy homosexual si es lo que estás pensando.
—Lo siento, entonces no te entiendo.
—No te quiero asustar.
¿Todos los de su clase son iguales? Creo que a este también le gusta lo mismo que a Santiago, no de en balde fueron amigos.
—No te quise incomodar con mis tonterías, lo siento.
—No te preocupes, puedo imaginar muchas cosas, pero si no me quieres decir está bien.
—Soy un hombre muy sensible, me gusta la poesía y siempre he querido un amor como los de Shakespeare. Me enamoro muy rápido y es por eso que no te quiero asustar. Las chicas se cansan de mí muy pronto porque dicen que tanta cursilería las abruma. Soy la clase de hombre que te recita un poema todas las noches, aquél que te sorprende con una serenata y llena tu casa de flores.
Él está más loco que Santiago.
—¿Y eso por qué me daría miedo?
Bebe de golpe un shot de tequila y se chupa sus labios.
—Porque siento que estoy enamorado de ti.
Suelto la carcajada.
—¿Ves? Te dije que te ibas a burlar, mejor no te hubiera dicho nada.
—No me burlo de ti —también me bebo de golpe un shot—. Es solo que... no te creo. ¿Cómo por qué estarías enamorado de alguien como yo?
—Sinfonías del corazón, ¿te suena?
Me quedo perpleja, había olvidado esa estupidez por completo. Según yo, borré todo al respecto.
—¿Cómo sabes acerca de eso?
—Soy tu fan, ya te lo había dicho. Me da tristeza ver como desperdicias tu talento escribiendo tips de belleza para una revista tan superficial. Tus poemas llenaron mi alma noche tras noche mientras los leía una y otra vez. De hecho, tengo un engargolado de ellos en mi habitación. La musa del amor desapareció sin dejar rastro.
—Escribí eso en la universidad, no fue la gran cosa.
—Para mí lo fue, visité el blog todos los días durante un año seguido con la esperanza de que la musa del amor volviera a aparecer.
—¡Imposible, suena a locura!
—¿Puedo preguntar en qué te inspiraste para escribir algo tan bello?
—En un amor casi platónico que tuve en la universidad. Sin querer me enamoré de mi maestro de artes. Salimos un tiempo, pero no duró. Él era ajeno, supe después que tenía mujer e hijos. Eso me desanimó a seguir escribiendo.
—¿Ahora si me crees? Desde entonces estoy enamorado de ti, solo una persona con hermosos sentimientos es capaz de escribir un poema tan bello como amor de media noche —suspira profundamente.
—Te creo solo un poco, eres muy atractivo, no lo voy a negar, y es por eso que no te creo del todo. Mírame, no soy exactamente una belleza.
—Tu belleza interior es lo que me enloquece y, aunque no soy superficial, también te veo hermosa por fuera. Eres perfecta tal y como estás.
—¿No te importa mi físico?
—No le veo nada malo —se sonroja—. Si me permites ser un poco vulgar, debo decir que estás muy buena.
Me sonrojo demasiado, no lo puedo evitar.
—Gracias.
¿Qué debo hacer? Ya me atrapó, realmente me ha convencido de que es honesto.
Se levanta y se acomoda junto a mí, muy cerca de mí. Me acaricia la mejilla, me va a besar.
Siento sus labios succionando los míos con mucha suavidad. Me retiro de golpe, ¡maldición! El recuerdo de los labios de Santiago me invade en un momento incómodo. Él no debería mezclarse en mi vida privada, en este momento soy Sahara, no su Dom.
Una Dom.
Eso no encaja con el perfil romántico de Adrián, ¿qué pensará si se entera que ando metida en esas cosas?
¡Alto!
¿Cómo por qué me importa lo que piense de mí? Lo acabo de conocer de manera más íntima y me acaba de besar por primera vez, no es razón suficiente para que ya me esté preocupando lo que piense de mí.
—¿Qué sucede?
—Nada, yo...
—Lo siento, actué de manera muy impulsiva.
—No te preocupes, no estoy molesta. Pero sí me siento algo cansada, voy a pedir un taxi.
—No es necesario un taxi, yo te puedo llevar. Me encantaría hacerlo.
Asiento.
Paga la cuenta y me lleva a casa. Me toma de la mano mientras salimos del club en dirección al estacionamiento.