Emilia Schneider —¡Nik, el niño...! —grito cuando me meten dentro del túnel oscuro. Nos están evacuando por un lugar demasiado extraño y demasiado oscuro. —Lo traen, camina que lo traen —brama impulsando mi cuerpo a seguir. Es como una especie de gruta a la que accedimos por debajo de su club, desde su a puerta secreta y no solo nosotros, unas cuantas mujeres de su red de prostitución y creo que algunos clientes. Supongo que parte de su élite. —Tengo que tenerlo yo, se va a asustar. —Ha vivido sin ti hasta ahora, Emilia —me echa en casa y sé que está enfadado conmigo —, créeme que podrá sobrevivir sin ti. —¡Eres un puto c*****o! —Lo que quieras pero muévete —exige profundizando en su tono hosco. No quiero ni pensar que me esté culpando de lo que ha pasado. No quiero ni analizar

