Niklas Schneider
El aire está cargado de tensión, una especie de presión casi insoportable que se siente en la piel, como si el mundo entero estuviera al borde de un precipicio. Mi mirada recorre el salón, los rostros conocidos y desconocidos, el calor de las conversaciones que flotan entre risas tensas y murmullos inquietos. Los ojos de los Capola, la familia que ha sido mi enemigo desde siempre, están clavados en mí, pero yo los ignoro. El problema aquí no son ellos, no esta noche. El verdadero problema está al frente, a mi lado.
Emilia.
Su silueta se recorta a mi lado, tan elegante, tan perfecta en su vestido, pero lo que veo en sus ojos no tiene nada que ver con lo que quiere mostrar. Hay algo en su mirada que me irrita profundamente, una falsa serenidad que me hace dudar de todo lo
