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Indomable y perfecta. SAGA: siempre juntas 1

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intro-logo
Blurb

Soy todo lo contrario a las "damas refinadas". ¿Me gustaría casarme? Obvio que si, aunque ahora lo considero como un sueño un poco imposible, pero por favor ¿¡Qué mujer no sueña casarse con un gallardo caballero!? Incluso yo como cualquier otra lo deseo ¡Pero no ahora! ¡No es el tiempo, ni mucho menos el momento soy demasiado joven! Me dicen que soy testaruda; mi madre a veces no me soporta, no me considero una mujer hermosa, mi personalidad es lo que atrae y la mayoria de las veces repele a los hombres. Es por esto que se me hace difícil de creer es que él siendo un hombre tan guapo e impresionante se fijara en mí, pudiendo tener a cualquier otra.

Verónica Eliza Blaze, hija del conde Marcus Blaze, es una muchacha extrovertida, divertida y terca. Para su época no es el tipo de mujer que pueda catalogarse como "señorita refinada". Para todos ella es un florero, fea, gorda, sin gracia y grosera, pero eso no le impide ser una mujer interesante que no se deja dominar por los caprichos de ningún hombre y por supuesto no dejará que Heronimo McDonall sea el primero.

Luis Heronimo McDonall, un hombre inteligente, soberbio, orgulloso y posesivo, muchos lo respetan por admiración algunos por miedo; jamás se detiene hasta obtener lo que quiere, al conocer a Verónica nunca imaginó que terminaría encaprichado por una mujer loca, altanera, impredecible Con la personalidad y forma de ser más rara del mundo...

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CAPITULO 1
“Muchas veces se burlaran de ti, pero en ti está el poder de escucharlos o ignorarlos”.   Londres 1821. —¡Vamos Tormenta! ¡Corre!—la muchacha gritaba órdenes a la yegua, buscando dejar atrás a su rival —¡Vamos, no deseo perder! Sus cabellos castaños oscuros y sueltos, se elevaban por la velocidad a que corría su caballo. Su rostro tenía una gran sonrisa, a pesar de no ser una beldad y que toda la sociedad la considere un esperpento con modales de campesina. Ella no hacía caso a esos hirientes comentarios, ella era un alma libre y extrovertida. —¡Verónica ten cuidado! —gritó su mejor amigo Alaric Berfor, Duque de Wistol, un hombre que muchas consideraban realmente guapo, debido a su gran altura, fornido y de fuertes cabellos pelirrojos como también enigmáticos ojos verdes, que hacían suspirar a más de una. —Tranquilo anciano, a esta yegua le confío mi vida —gritó la muchacha, logrando pasar la meta antes que el pelirrojo —¡Gane la carrera! ¡Me debes mil peniques Berfor! Ella se detiene, sus cabellos se encontraban desordenados y sus mejillas sonrojadas por el ejercicio. —¡Maldición! ¡Tú y tu yegua siempre ganan! Eres mejor que un hombre, Verónica —dijo el pelirrojo fingiendo estar enojado, cuando en realidad estaba orgulloso, desde siempre consideró a Verónica una hermana, buena amiga, como una mujer fuerte y altiva. . —Lo sé, soy la mejor—responde con altanería. —Presumida, por cierto... ¿No tenías un baile al cual asistir hoy? —el rostro de Verónica de una expresión de confusión paso al espanto al recodarlo. —¡No puede ser! Lo había olvidado, ¡Mi madre va a matarme! —Tomó las riendas de su yegua y dio la vuelta en dirección a su casa —¡Adiós Ali! Se despidió para después echar una desesperada cabalgata de regreso, rezándole a todos los santos porque su madre no la castigar por haber olvidado el baile de hoy. ¡La despellejaría viva! ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ Verónica Hago que Tormenta prácticamente vuele de regreso a la casa, la llevé hasta las caballerizas y salté de la silla sin ningún cuidado para luego correr apresurada. Mi madre me degollara para darme de comer a los perros, ya debería por lo menos estar duchada, vestida y perfumada y en vez de eso estoy sudorosa y con un aspecto poco atractivo. Entré a la casa de manera sigilosa, nadie me ha visto, estaba dispuesta a subir rápidamente las escaleras pero no había llegado ni a la mitad cuando el grito de mi madre me detuvo en seco. —¡Verónica por dios! ¿¡Por qué no te has vestido!? —voltee a verla con una sonrisa pero mi madre solo tenía una furiosa mirada sobre mí —Ve a bañarte, estas asquerosa, sudada y sucia. — ¡sí, madre! —Subo a mi habitación a toda prisa. Una doncella ya había preparado mi baño y no me tome mucho tiempo. Después de lavarme, mi madre entra a mi dormitorio diciendo las palabras que para mi persona eran más horribles de la historia. —Momento de que te pongas el corsé Verónica. —¡No! ¡Me niego madre!—intento huir pero trajo a dos de las doncellas más fornidas de casa que me sujetan impidiéndome escapar — ¡Madre! ¡El corsé es una tortura que no me permite respirar como se debe! Y ni hablar de lo incómodo que es tenerlo toda una noche aferrándose a mis intestinos. Me quejo todo lo que puedo pero de nada sirven mis protestas, me aprietan esa torturadora andante para después sacar de mi armario el vestido verde esmeralda que madre mandó confeccionar para este baile, no soy apegada a la moda, siendo sincera poco me importa mi apariencia o los eventos sociales ya que nunca dicen nada bueno de mi persona, me ponga lo que me ponga. La verdad siempre iría con el mismo vestido si fuera posible. —No entiendo ¿Para qué tanto esmero? Ya la maldi... —¡Verónica! ¿¡Qué dije sobre esas palabras de marinero de taberna!? —me regaña enojada. —Lo siento madre, pero la sociedad ya me catálogo como una florero y está de más decir que todos los caballeros prefieren a las beldad de bucles rubios, rostro de ángel y figura delgada como una espiga de trigo —respondo con fastidio. —Saca esas ideas de la cabeza, eres hermosa a tu manera y esos envidiosos no lo saben apreciar... además, solamente llevas dos temporadas, tengo un buen presentimiento sobre esta. —Siempre dices lo mismo —susurré por lo bajo. Las dos doncellas me terminan de arreglar, mis cabellos están trenzados de forma sencilla y todo recogido, el vestido luce hermoso en mí, lo cual es raro, lo que completó mi atuendo fueron los aretes que adornan mis orejas y el collar de esmeraldas que cuelga de mi cuello. —Te vez preciosa hija —dice mi madre con mucho cariño. Ella si es hermosa, una mujer de cabellos castaños claros, ojos claros y menudos. Me hubiera gustado sacar algo de su belleza, siempre lo he dicho; mi madre me supera en muchos aspectos. Soy más parecida a mi padre, cabello castaño casi n***o, ojos marrones oscuros, piel blanca algo bronceada, no soy alta, con mi tres pies y medio de altura me siento un enano entre tantas mujeres perfectas. No me avergüenzo por como soy, pero a veces las críticas envenenan y te hacen dudar de ti misma, siempre que te vez al espejo luchas contra eso. Y no siempre logras vencer esa pelea interna… ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ El carruaje se detiene enfrente de la gran mansión del Duque Paul Sheffiel. —Terminemos con esto, deseo regresar a casa temprano para poder dormir —digo de forma brusca. Mis padres son los primeros en bajar. Nos abren la puerta de la gran mansión y al entrar se siente otra vez esta desagradable y odiosa atmósfera de envidias e hipocresía. Otra vez me tocara actuar como si fuera la mujer más feliz de mundo. Me acerco a la mesa de bocadillos, en este momento lo que tengo es un apetito voraz, los bocadillos de la mesa son más pequeños de lo que pensé que serían, no puedo agarrar tantos como quisiera me verán como una muerta de hambre. —¿Tienes apetito?—susurran a mi oído, haciendo que me sobresalte. —¡Alaric! —Sonrío al verlo —No me dijiste que estarías aquí, no sabes cuándo me alegra tener un amigo de verdad entre... Todas estas víboras. Digo verificando que nadie nos escuche. —No podía dejar sola a mi única amiga —dice mostrándome su perfecta sonrisa. —¿Cómo es posible que sea yo tu única amiga? Tienes ya veintiséis años, debes por lo menos tener un amigo. —Aunque te sorprenda Verónica, eres la única que no se espanta por mis dos metros de altura y aguanta mi humor n***o y sarcástico, creo que no conozco a un hombre con más agallas de las que tú posees. —suelto una pequeña carcajada. —Eso hace ver lo especial y única que soy—Él se inclina invitándome a bailar y yo acepto. Mientras bailo entre los brazos de mi compañero, siento una fuerte mirada sobre mí. Busco al idiota que me está mirando, pero todos están metidos en sus conversaciones ¿Me estaré volviendo loca? —¿Qué buscas tan fervientemente?—pregunta en un susurro Alaric. —Siento que alguien me vigila... Creo que ya me estoy volviendo loca—digo con una sonrisa. —Es extraño. Creía que ya lo estabas.—le doy un pisotón que lo hace retorcerse  y hace una mueca de dolor—Mejor me callo. —Sí, mejor hazlo. A menos querido amigo que quieras que el siguiente golpe sea mucho más... abajo —respondo con una sonrisa, haciéndolo callar.    

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