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BRAVA COMO EL VIENTO

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Historia ficticia lesbica

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CAPÍTULO 1 Estancia La Ventosa, 24 de diciembre de 2022
El fuerte viento golpeaba con furia la fría noche, Luciana se arropó con un grueso poncho y salió de la pequeña cabaña, anclada a un lado del casco principal de la estancia, con decisivos y sólidos pasos caminó hacia la cocina del hotel, el ventarrón azotaba sus ondulados cabellos color café, en sus adentros deseaba dar la media vuelta y volverse por dónde vino, sabía que ahí se iba a encontrar con la altanera y arrogante Martina, quién no hacía más que pelearla continuamente. La mesa de noche buena ya estaba servida y la mayoría del personar ya estaba disfrutando de la cena. Luciana se unió a sus compañeros de trabajo y entre charlas llegó la hora del brindis, era la primera vez que ella y Martina se saludaban con besos y un abrazo distante. La euforia festiva contagió a todos los comensales que bebieron y bailaron descomunalmente. Eran cerca de las 2:00 AM, Luciana apenas había bebido, pero la que sí lo había hecho a tal punto de no saber qué hacer era Martina, que estaba en un juego provocativo con Luis, el chef del hotel. Luciana desde su lugar notaba la situación, vio cómo el chef y uno de los cocineros, Gabriel, intentaban sacar a Martina del salón y llevársela fuera. —Martina…— La llamó Luciana. Y en ese mismo instante Mar comenzó a devolver, Luis y Gabriel lo tomaron a broma e intentaron que siguiera bebiendo. — Ya déjenla. No ven, que no está bien. —¡¿Y vos qué te metes?! — La encaró Luis. —¡Me meto todo lo que quiero! —Vamos compa…Qué acá el grinch anda de metiche. —Ven Martina…Deja que te ayude. —¡Ya déjame Luciana!, No quiero que me ayudes! Lo que quiero es beber y emborracharme. —Pero por Dios. No ves que si sigues tomando terminarás en un coma alcohólico. —¡Vete!.. Déjame tranquila. —Sí, me iré…Pero después que te deje en tu cabaña. —Uno queriendo ser feliz y no lo dejan. Luciana hizo caso omiso al despotricamiento de Martina, la llevó hasta la cabaña sosteniéndola todo el camino, la acostó en la cama y se quedó a su lado. Pasaron unos minutos para que ambas se quedarán dormidas, abrazadas una a la otra. La madrugada se hizo corta y la mañana pronto llegó, el leve reflejo del sol que entraba por la ventana daba justo en el rostro de Luciana que suavemente apartó a Martina de su lado y tuvo el impulso de acariciar su rostro y besarle la pequeña y esbelta nariz, impulso que retuvo al ver que Mar apenas abría los ojos y le preguntaba. —¿Qué haces acá? Lu, le explicó el porqué de su presencia en la cabaña, también le dijo que se quedara tranquila que no le iba a decir a nadie lo sucedido la noche anterior. —¿Eso quiere decir que nosotras? — Le pregunto Mar a Lu. —¡Martina por favor! ¿Qué carajos estás pensando? Ambas discutieron acaloradamente. Un fuerte golpe se escuchó y el silencio se hizo eco en la casa. Martina se acomodó en la cama, presa de la rabia, tenía ganas de salir detrás de Luciana a pelearla, de gritarle que a veces se volvía un verdadero dolor de cabeza imposible de aguantar. Por su parte, Luciana sentía el mismo deseo de querer gritarle en su cara todas sus verdades, no podía creer que esa mujer fuera tan altanera, ya no la soportaba más, pero se la tenía que aguantar. Pasado el mediodía, Mar fue hasta el hotel con la intención de querer aclarar la situación anterior con Lu, pero no la encontró. Al día siguiente apenas se hablaron, Luciana tomó el parte diario que Martina le entregó y desapareció en el hotel, a la hora del almuerzo no fue a comer con las demás chicas de su sector. Se quedó sola en una de las habitaciones, cuando comenzaba a hacer la cama, Martina se presentó en la habitación, un pequeño malentendido, encendido la disputa entre las dos. —¿Qué carajo te pasa conmigo? — Inquirió Mar. —A mí no me pasa nada. Sos vos la que vivís de mal humor. No hay quién te aguante, y así es imposible trabajar. —¿Qué decís?— Le dijo Mar, tomando a Lu por el brazo con fuerza cuando ésta hacía ademán de irse. Reaccionando Lu de mala manera, quedando cara a cara con Martina, sus ojos se encontraron y Lu impulsivamente bajo la mirada hasta los finos labios de Mar deseando besarla con todas sus fuerzas, cuando sintió los labios de Mar sobre los suyos, ambas se entregaron a la pasión que las dominaba en ese momento, todo el rechazo que existía de ambas partes desapareció en ese mismo instante. —Perdón…Disculpa…No…— Dijo Martina, cuando sus labios se separaron. —Me gusto…— La interrumpió Lu, acariciando con su dedo pulgar los labios de Mar. Las amantes se volvieron a besar con dulzura y las caricias fueron más profundas, apasionadas, como solo dos mujeres saben hacerlo. Lentamente fueron cayendo sobre la cama, cuando el ruido de pasos y voces en el pasillo las hizo volver a la realidad. Se repusieron inmediatamente o intentaron hacerlo para disimular antes las chicas que ya ingresaban a la habitación y con cara de sorpresa las veían a las dos que hablaban de unos supuestos cambios en las reservas de habitaciones. —Me fijo bien y te paso— Dijo Martina saliendo de la habitación. —Bueno…— Respondió Luciana. Cinco minutos más tarde sonaba el celular de Lu, hizo vista previa del mensaje Luciana se quedó pensativa por un segundo, no sabía que responder a este mensaje, porque no había nada que responder, era más bien una orden más que una sugerencia. Lo que quedaba de la tarde, Luciana no apareció por la recepción del hotel ni la cocina de la estancia, evitó encontrarse con Martina. Era tarde y comenzaba a anochecer, algo típico en el verano patagónico, el reloj de pared de la cabaña de Luciana ya casi marcaba las 23: 00 hs y ella aún indecisa, entre el deseo de ir al encuentro de Martina y el miedo a que sean descubiertas. Minutos más tarde, ya reinaba la noche por completo y con ella se hicieron presente tres golpecitos indecisos en la puerta de la cabaña de Mar. —¡Hola!.. Pasa...Te tardaste en venir— Le reprochó Mar a Lu. —Creí que no ibas a venir. —¡Hola! Mar…—Dijo Lu ya dentro de la casa. —No..Es que estaba ocupada. —Lo que tenías eran dudas— La interrumpió Mar. —Bueno, si— Contestó con voz temblorosa. —¿Sabes cuántas veces he deseado besarte? — Le dijo Mar a Lu acercándose a su oído, apoyó su rostro sobre los hombros de Lu.—Me haces bien, me haces feliz. Luciana no podía creer lo que estaba escuchando, no podía creer que Martina, la brava de su jefa estuviera confesando sus sentimientos. Pero qué importaba ya, Luciana la rodeo por la cintura con sus brazos, ambas sintieron el latido de sus corazones. Lu, acaricio su rostro con el de Mar y lentamente fue acercándose a sus labios quedaron unidos en un tierno y suave beso. Lu la cargó sobre sus caderas sin dejar de expresarle caricias, la llevó a la habitación y la depositó sobre la amplia cama. —Quiero que seas mía Mar. —Soy tuya desde el primer día que nos vimos— Le dijo Mar mirándola a los grandes ojos café de Lu. Recostadas, ambas en la cama, los ágiles dedos de Lu comenzaron a desabrochar lentamente los botones de la camisa de Mar. Con su dedo índice recorrió lentamente la suave piel bronceada de su clavícula, hasta llegar a su abdomen, besó sus pechos aún cubiertos por el sujetador, sentía como la respiración de Mar se aceleraba, subió con pequeños besos y mordidas imperceptibles, por el cuello hasta llegar nuevamente a su boca, esa pequeña boca de labios finos que tantas veces había deseado. Con gran agilidad pasó una de sus manos por la espalda de Mar, desabrochó el sujetador, permitiendo quitárselo, quedando al descubierto sus pequeños y firmes pechos, Lu observó cómo Mar tenía los pezones erizados, pasó su dedo pulgar suavemente sobre uno de ellos mirando a los ojos color verde gris, vio como los ojos de su amante destellaban pasión con ese acto. —Quiero sentir tu piel con la mía. Al decir esto Mar ayudo a Luciana a quitarse la remera, quedando al descubierto los tersos y contorneados pechos de Luciana. En un impulso Mar la atrajo hacia ella sintiendo el calor de su piel sobre la suya, las amantes se enfundaron en un apasionado beso antes de desnudarse por completo. Luciana siguió con el ritual de amar hasta la última parte del cuerpo de su amada, Lu necesitaba poseerla, hacerla suya en todos los sentidos. Tomó con su mano uno de los pechos de Mar y volvió acariciar el pezón con la yema de su dedo pulgar, para luego acariciarlo con la punta de su lengua, primero uno y luego el otro, era tan inmenso el deseo que estaba experimentando que posó su boca en ellos y de a uno fue chupándole, aumentando cada vez más el deseo en Mar. Bajó hasta el bien formado abdomen de Mar con suaves y sutiles besos sin dejar de acariciar sus pechos con las manos, acarició con sus labios el tenso vientre de Martina, bajó por sus muslos, besando, mordiendo suavemente para luego centrarse en esa fruta prohibida que tantas veces deseó, paso su lengua por la v****a, separó con sus manos los labios vaginales y comenzó a chupar el clítoris y cada parte del húmedo sexo de Mar. Se amaron hasta el alba, quedando rendidas por todo el placer que se dieron horas atrás.

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