Capítulo 9

3369 Words
— Ámbar — me llama — ¿Todo bien? ¿Estás despierta? Pierre termina de entrar a la habitación sin dame chance a seguir hurgando en su clóset. Gracias al cielo, la puerta alcanzo a taparme mientras Pierre la abría para cubrir con las manos mi zona íntima. Lo ví buscarme con la mirada en la cama vacía. No sé que pensaría, cuando fué casi que corriendo en dirección al baño. — E-estoy aquí — le dije. Apenas escuchar mi voz se detuvo en seco y se voltio. Cuando sus ojos depararon en mí, sentí desfallecer. Su mirada me recorrió entera, estábamos a más de tres metros de distancia pero pude notar como su pene se removía bajó su shorts, imagino que se habrá bañado ya que tiene otra ropa puesta, una chemise deportiva negra con unas rayas en color rojo y su short wow es desconcertante ver cómo su pene se pone cada vez más recto, es que se le nota en la cara el deseo. Necesito acabar con eso, su forma de mirarme, de comerme con ella provoca espasmos en mí, mis pezones que ya estaban duros de por sí, siento que se me marcan más en la camisa. Intento protegerme como puedo con mi brazo y con el otro seguí cubriendo mi v****a. Sin embargo, Pierre no salía de su posición, se notaba que disfrutaba con lo que tenía a la vista, mientras que yo por otra parte me estoy muriendo de la vergüenza. — Pierre — no sabía que decirle. El no se movió. — Pierre... — allí sí reaccionó, se puso recto y trató de disimular la gran erección que tenía. No lo deje hablar, necesitaba toda mi concentración para que mi mirada no bajará hasta la montaña que había en su parte baja. — Necesito que busques mi maleta Pierre, me he mojado toda la ropa en el baño y no he tenido con que secarme. Pierre seguia sin moverse y yo con una mano cubriendo mis pechos y con la otra mi zona íntima, era la peor manera de empezar una relación. — Pierre ¿Podrías ... Podrías dejar de mirarme? Me estás poniendo nerviosa. Mi voz apenas se escuchaba, sentía como perdía toda la credibilidad que me quedaba. — S-si , si claro. — empezaba a moverse. — Gracias Pierre. — Después de decir aquello, salió de la habitación casi que corriendo. Cuando estuve sola otra vez, el aire que estaba reteniendo salió de mi. No sé que me está pasando, todos mis sentidos se intensificaron con aquel encuentro, me sentía exitada, mi v****a palpita deseosa de acción y al mismo tiempo me recrimino por tener esos deseos. ¿QUE DIABLOS ME PASA? Estoy loca de remate. No me había movido de dónde estaba desde que Pierre salió de la habitación y todavía sentía un especie de hormigueo recorrer toda mi zona V. En menos de cinco minutos escuche toques en la puerta. — ¿Puedo pasar? — decía Pierre del otro lado. ¡Dios! Ayúdame a controlarme por favor... — Pasa, estoy en el mismo lugar. Pierre paso sin voltear a verme y puso la maleta en la cama, cuando iba de regreso tenía la cabeza hacia abajo. Por un instante y siendo una desvergonzada aproveché para ver si todavía tenía su erección, más, su mirada me atrapo enseguida y de la pena voltee mi cabeza a otro lado. Pierre ya estaba de espalda a mi, a pocos pasos de la puerta cuando di mi primer paso hacia la cama, sin embargo no pude seguir pues me resbalé con lo único que no estaba en perfecto orden... El pañito mojado que había tirado. Santo cielo... Un gruñido ilegible salió de mi boca llamando la atención de Pierre quien al voltear fue rápidamente a sujetarme. En cuestión de segundos los dos fuimos a parar al piso, yo encima de él quien se llevó todo el golpe. — Ámbar ¿Estás bien? ¿No te ha pasado nada? — su voz pasaba de la preocupación a la desesperación. — Estoy bien, no me ha pasado nada, me has cargado. — le digo después de pasar el susto. — ¿Segura Ámbar? El bebé... Tu corazón... ¿Estás bien? Vamos, te llevaré al hospital de inmediato. Era tanta su preocupación que sin pensar en las consecuencias y mucho menos atención a mi pudor, apoye mis rodillas en el suelo a cada lado para poder darme el impulso necesario y me senté encima de él. — Estoy bien Pierre — eso fue lo único que dije antes de darme cuenta que la camiseta con ese movimiento se subió más arriba de la cintura, la luz de la habitación estaba en perfecta dirección para darme de frente. Mi v****a estaba justo encima de su pene quien a su vez se ponía duro como una roca bajo de mi, podía sentirlo, el short no impedía su movimiento y yo sin nada puesto alentaba mi hormigueo. Sus manos que habían permanecido quietas en el suelo, ahora se movían pasando por mis muslos hasta meterse por debajo de la camiseta y parar a escasos centímetros de mis senos, podía sentir como los rozaba con sus dedos pero estos no se movían, su mirada era indescriptible. Su manos bajaron hasta mi cadera, las tomo con un poco de fuerza y me presionó contra su pene provocando que saliera de mí un jadeo involuntario. Controlé mi respiración tanto como pude y volvió a hacerlo. Su pene chocando contra mi v****a me exitaba. Mis manos fueron a parar a su pecho, buscando apoyo ante los choques cada vez más fuertes. Me restregaba contra el a su voluntad, tan duro que me provocaba espasmos. En un rápido movimiento me quitó la camiseta por encima de mi cabeza dejándome desnuda ante sus ojos. Mis senos posaban de frente a el y nada tardo en tomarlos con su boca, los chupó a gusto, su lengua jugaba con mi pezón, succionaba con dureza y luego paso al otro quien estaba deseoso que jugarán con el, su lengua me acariciaba, su boca me chupaba y antes de abandonarlo dejo un pequeño, doloroso y exitante mordisco en el. Sentándose por completo, conmigo encima, se quitó la camisa y recorrió el camino de mis pechos a mi boca, sus brazos me rodeaban la espalda y una de sus manos me sujetaba la nuca dejándome inamovible ante su carnívora boca. Su mano suelta tomaba camino hasta mi trasero, agarrándolo, apretándolo, acariciándolo, mientras su boca arremetía con la mía, su lengua jugaba con la mía, así como estábamos, nos recostó de nuevo en el piso. Nuestras bocas seguían en sus acometidas, dándonos rienda suelta a nuestras juguetonas lenguas. No me dí cuenta que tenía el culo levantado hasta que sus ágiles dedos se metieron por los pliegues de mi v****a, jadeos y más jadeos eran atrapados por su boca mientras seguía tomándome, masturbándome con sus dos dedos puestos como garras. El tenía el poder absoluto sobre mí. Yo estaba poseída por el deseo carnal, así puesta en cuatro me sentía como toda una diosa. Pierre en un leve movimiento se fue parando, me cargó en sus brazos hasta ponerme con sumo cuidado en la cama. Lo tenía de frente mientras el se quitaba el resto de la ropa, el short bajo junto con el boxer dejando a la vista su grande y maravilloso m*****o. La boca nada más verlo se me hizo agua. Lo necesitaba. Mi cuerpo me lo pedía a gritos, estábamos sumidos en el éxtasis del momento. Su cuerpo es una majestuosidad, su pecho cuadrado y torso varonil me desordena los sentidos... Se tomó unos segundos disfrutando de la vista que le daba, allí recostada en su cama únicamente vestida con las medias. Cuando fue por mí se posicionó a uno de mis lados, su mano recorrió todo mi cuerpo, acariciando mi vientre... Cerré mis ojos disfrutando de aquel contacto, sabía perfectamente que no quería presionar con su voluminoso cuerpo mi corazón y mi vientre. Ése gesto fué precisamente el detonante que me hizo recordar aquella tarde en la choza escondida en el parque nacional cuando le dije que iba a ser papá. — ¿Ámbar? — me decía Pierre sacándome del recuerdo más bonito que tengo. — ¿Segura que quieres hacerlo? Podemos parar, no pasa nada. La suavidad con la que me hablaba y sobre todo las palabras que dijo estaban logrando alentarme, sobretodo por el crecimiento de culpa que me se me clavo en el pecho al recordar aquello. Al abrir los ojos y enfrentarme a su mirada, lo supe. De verdad me respeta, no está jugando conmigo. Así me lo demostró, dándome mi tiempo, tomando en cuenta mi opinión y no solo aprovechando el calor del momento para dormir conmigo. — Pierre ... Lo siento mucho. No puedo. Los dos estábamos desnudos en la cama, no sentía vergüenza con Pierre, ya no. Pero si me sentía culpable por desearlo. El papá de mi bebé se fué, se murió y yo no espero ni dos meses para estar con otro hombre y nada menos que su mejor amigo. No puedo. Esto me está torturando. — Hey ámbar, shh, tranquila, vamos, no llores. No, no llores. Pierre me acunó en sus brazos, estando ambos de lado me sentía pequeñita en esa posición. El éxtasis que sentí hace un momento fué suplantado por sentimientos de culpa presionando mi pecho. Nuestros cuerpos chocaban, su pene estaba en mi trasero, su brazo me rodeaban la cintura entrelazandola con mi mano, rozando mi senos. Tengo que sacar todo lo que siento, si no lo hago voy a explotar. Debo ser sincera con el. — Pierre — de espalda a el sentí como su cuerpo se tensó a penas dije su nombre. — Por favor no digas nada, déjame hablar y decirte todo lo que siento. — tras una pausa más que significativa, mi voz se tornó más tranquila. — Me gustas. Su cuerpo se relajó, el aire que expulsó hizo que mi cuerpo reaccionara provocando escalofríos al sentirlo en mi cuello. — Es así, me gustas. Pero no dejo de pensar que si estoy contigo, lo estoy traicionado a él. Me siento culpable por desearte cuando hace dos meses estaba con el. Yo... Yo... Mis lágrimas volvían a hacer acto de presencia y el horrible nudo de garganta se profundizó dejándome sin habla. La respiración de Pierre fue larga, profunda. Llegó a pegarme más a su cuerpo, como si fuera posible hacerlo. — Tu lo amas. — me dijo con pesadez. — Lo amo. Si. Y acabo de traicionar su amor. — mi voz estaba rota. Las lágrimas caían en su brazo — Acabo de fallarle queriendo tener algo contigo, me deje llevar porque te deseo. — No cariño, no sigas Ámbar, no lo estamos traicionando. No tiene nada de malo que tengas sentimientos, pero si lo hace el que los reprimas principessa. Pierre me volteó poniéndome de frente a el, su mirada me penetra el alma. Limpié mis lágrimas y me acosté en su pecho desnudo. — No es justo Pierre, siento que la vida no es justa, nací con este corazón defectuoso y pude sobrellevar la situación, luego lo conocí a el y me lo arrebataron... Mi bebé crece dentro de mi y tengo miedo de que algo pase y también me lo quiten. Sufro por la idea de que quizás no pueda estar con el y verlo crecer. Se que debo estar positiva y mantener esos pensamientos a raya, pero ¿Y si pasa? Ahora más que nunca voy a protegerlo. Mi bebé es la prueba más grande de nuestra historia de amor. — No lo perderás preciosa, tú estarás junto a tu bebé y lo verás crecer, todo estará bien cariño, no te preocupes. Todo estará bien. — ¿Y tu? Llegaste a mi vida hace dos días y en tan poco tiempo has provocado revueltos en mí. Quisiera estar contigo, me das la atención y el cariño que necesito, pero es injusto para ti, siento que te estoy utilizando porque no te amo, me gustas y me siento atraída por ti, me provocas escalofríos cada vez que me tocas, pero en mi corazón sigue estando el. Pierre estoy confundida... Estoy abatida... Me siento miserable porque lo estoy traicionando con su mejor amigo. Acostada sobre el pecho de Pierre no puedo creer lo que le he dicho, no me atrevo a darle la cara, sin embargo, la posición en la que estoy no es la más cómoda y debo hacerlo. Me siento al lado de él que sigue acostado, no es lo mejor y más teniendo las tetas al aire casi que en su cara, pero ya mi corazón no está presionado como antes. — Y no es solo eso Pierre ¿Y si te pierdo? — instintivamente busque su mirada. — Que te quedes y dejarte darme todas tus atenciones, tu amor y no poderte corresponder es injusto para ti. Y si te cansas de ello, y ... — Hey cariño no me vas a perder. — me cortaba Pierre mientras se sentaba recostado del espaldar de la cama. Una de sus manos voló a mi cara sujetándola con dulzura acariciando en circulares movimientos mi boca. — Permíteme estar contigo y darte todo lo que quiero darte. Ya te lo he dicho principessa, no pretendo reemplazarlo y menos de la noche a la mañana. Pretendo hacerme un huequito allí en tu corazón, ganar tu amor con mi amor. — Pero no sería justo para tí Pierre. — no pude mantenerle la mirada, baje mi cabeza evitando ver su m*****o expuesto a sus anchas. — Si es justo o no déjame a mi decidirlo. Aparte de mi promesa, es mi elección y yo te elegí a tí. Desde el primer minuto que me senté a tu lado en el parque comprendí porque se enamoro de ti. No hay que decirlo, sus palabras me tocaron, llegando a lo más profundo de mi ser. Mi piel se puso de gallinita seguido de la corriente eléctrica recorriendo cada parte de mi cuerpo. — Ya te lo he dicho Ámbar — levantando mi cara contestó — Incluso se lo he dicho a tus padres, mi único deseo es que tú estés bien, si antes de conocerte ya le había prometido en su carta cuidarte, ahora que te conozco y ha pasado esto, no te abandonaré, no me iré a ninguna parte. Cuidaré de ti y cuidare y amaré a este bebé como si fuera mi propio hijo — dijo colocando su mano en mi vientre. — ¿Estás seguro? No es que no le creyera, solo que quería que me lo confirmara, que no volvería a perder a alguien importante para mí. — Estoy seguro. — afirmó con seriedad. Me llevo hacia encima de él y un abrazo largo y tendido se apropió de nosotros. ¿Ilógico?... Si... ¿Surrealista?.... Ufs no cabe la menor duda... ¿Morboso?... Pues estoy pegando mis tetas a su pecho desnudo y su pene está literal como una roca bajo mi v****a. Pero, tambien es tierno, sincero y con una pizca de romántico. ¡Jua! qué mentira, es romántico, muy romántico. — ¿Ámbar? — su voz se volvió gruesa. Ronca. — Si — le dije mirando sus ojos. — Lamento decirte que aunque me gustaría estar más tiempo así contigo, mis sentidos más primitivos como hombre no me lo van a permitir y creeme que estoy luchando con todas mis fuerzas para controlarme. A la mierd... Entiendo a lo que se refiere. Digo ¿Como no entenderlo? Su pene se empezó a remover bajo de mi, pinchando más duro mi piel. Mi cara se puso, bueno pues peor que un tomate. Empecé a quitarme de encima pero Pierre me detuvo, me dió un casto beso que me dejó aturdida ante tal fuerza, como si así fuera a aplacar las ganas con las que quedamos los dos. Sus manos apretaron mi trasero impulsando todo mi cuerpo hacia arriba, hasta saciar las ansias en aquel beso. Cuando regresaba lentamente a como estaba juro que su pene tan duro como estaba se iba introduciendo en mi. Nuestras bocas pararon en seco al sentir aquello, unos segundos más y me penetra. ¡Mierda! Menos mal tenía mis piernas flexionadas y pude frenar la bajada, me deslicé a un lado y como una loca empecé a reír. — Somos un caso serio Pierre, tu me llevas a profundizar todo. — le digo entre risas y lágrimas. — ya íbamos a empezar de nuevo. Pierre con su pene parado se voltea a verme, mi risa lo contagia y mis lágrimas se disipan. —Ja ja claro para ti es gracioso — me suelta el sarcásticamente divertido — Pero para mí que te tengo desnuda y me pones duro como roca tengo que bañarme con agua del antártico para que se me baje la calentura. — termina en modo juguetón. No sé por que lo hice, de verdad, creo que me volví loca. Su comentario me hizo seguir con la juerga juguetona y en vez de desplazarme hasta la esquina para bajarme de la cama y vestirme, no pues, tenía que echarle mas leña al fuego. Te pasas Ámbar, te pasas. Antes de pararme de la cama, me incline hasta ponerme de rodillas como una sumisa y simule que me estiraba, subí mis brazos más arriba de mi cabeza y moví mi trasero de un lado a otro mientras hacía la simulación. — Eso si no es justo Ámbar. — lo escuché decir pero me hice la sorda, aunque de pasada observé como se retorcía y su pene se endurecía a medida que me movía. — Si no paras, no me voy a contener. — su voz gruesa retumbó en la habitación. Allí voltee mi mirada con falsa inocencia hasta chocar con la suya que se había tornado oscura, morbosa, lujuriosa. — ¿Disculpa? — le dije en tono inocente, mis brazos bajaban con lentitud haciendo que mis tetas con los pezones duros también hicieran sus movimientos. — Ámbar — me regaño, sus manos inquietas pasaron por su cabello hasta llegar a su nuca. Su mirada era inquietante, atrayente de por sí. Se deleitaba viéndome, esos ojitos color miel no pueden mentirme. — No hago nada, solo me estoy estirando. — le provoque. No sé por que lo hacía, la única razón que encontraba era que el me provocaba más a mi. Pero si seguía haciéndolo ya no habría poder humano que nos detuviera. Me voltee y toque mis senos «aunque ese si fue un instinto natural» pase los dedos por mis pezones, los tenía súper duros, no sé si era por el frío que tenía o por la excitación del momento. En cuestión de segundos sentí a Pierre tras de mi, de rodillas en la misma posición que yo, su pene se clavo entre las cachas de mi trasero, una de sus manos reemplazaron las mías en mis senos y la otra la llevo hasta mi cuello sujetándome y colocando su boca cerquita de mi oído. Su movimiento me sobresaltó y para que negarlo, me excitó sobremanera. — Tientas a la suerte pequeñita. Te deseo tanto que ni te imaginas el esfuerzo sobrehumano que estoy haciendo para no hacerte mía en estos momentos. — su mano acariciaba cada parte de mi piel — Me vuelve loco tenerte aquí desnuda y no penetrarte, saborearte, llegar al éxtasis de tu ser. — suspiró dejándonos en silencio uno segundos. — Pero no lo haré. ¿Y sabes por qué? — negué con la cabeza — Porque quiero que nuestra primera vez sea más que solo sexo. — su mano bajo hasta mi clítoris, estimulando mis deseos carnales. — Nuestra primera vez será especial y tú — dijo metiendo un dedo en mí — Estarás dispuesta y más que todo segura de entregarte a mí. Me besó el cuello con precisión y por lo que intuyo dejándome un pequeño chupón que sin duda esconderé con mi cabello. — Ahora vamos a vestirnos, si no todo lo que te he dicho lo mandaré a la mierda si te sigo teniendo desnuda en mis manos.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD