—No —contesté con sinceridad. —Ya sabía, mira la idea es simple: es como pescar, das un poco de cuerda pero mantienes siempre la tensión. Eso, la tensión, siempre tiene que haber tensión, no puedes dejarlo todo fácil pero tampoco tiene que ser imposible… —Diana se rió al ver mi cara de confusión total—. Pero no te preocupes. Vas a aprender. —¿Y cuándo vamos a practicar? —Mañana —dijo, levantándose—. Te voy a dar un día para que proceses. —¿Mañana? — contesté incrédula. Pero mi hermana, claramente, me ignoró. —Ahora vamos a practicar lo que dejamos ayer. Y sin saber por qué, esa respuesta me tranquilizo sin que siquiera supiera que estaba intranquila. —A ver —dijo, mirándome con una sonrisa pícara—. Bésame como quieras. —¿Qué tipo de beso? —pregunté, aún llena de inseguridad. —El q

