Diana dio un salto y salió de uno por uno, haciendo tanto escándalo como al llegar. Le llevó menos de un minuto volver a ser la misma de siempre.
Con la puerta cerrada, me quedé frente a mí misma.
Pero no podía. No sabía si la historia, el shock o todo junto, pero estaba súper caliente.
Decidí intentar calmarme con lo que sabía mejor: trabajo. Abrí el libro. Aceptar la muerte. La vida. Cosquilleo. Diablos.
Sin saber muy bien por qué, cerré el libro de un golpe y me quedé mirando la nada.
Estaba en mi pequeña pero cómoda silla de rueditas donde también estaba sentada cuando Diana irrumpió sin preámbulos.
En lugar de ir a la cama, donde siempre lo había hecho, me quedé ahí.
Me bajé los pantalones despacio, y después de titubear un poco, también las bragas. Luego, como si no fuera yo,
