Capítulo 2

1618 Words
Ansel se encontraba en su habitación mirando el techo mientras pensaba. Se sentía diferente desde la última vez que había estado allí. Sentía que no era él y eso le asustaba. No era porque estuviera haciendo algo diferente o una cosa por el estilo. Simplemente sentía que algo era anómalo. Con un suspiro decidió dejar de pensar cosas que le fuesen a incomodar y se levantó para tomar su celular. Le habían invitado a una fiesta y estaba dispuesto a ir. Pero quería invitar a Aubrey para que le acompañara. — ¿Hola? —Preguntó al escuchar a su amiga del otro lado de la línea. — ¿Cómo vas? — Bien —sonrió. Se encontraba excelente al igual que su madre—. ¿Estás ocupada hoy? La línea se mantuvo en silencio unos segundos hasta que nuevamente Aubrey respondió: — No. Nada. Estaba pensando que podríamos hacer algo. — Eso quería decirte —Ansel suspiró—, quería invitarte a una fiesta en casa de un conocido. Me invitaron y dijeron que podía ir con quien quisiera. — ¡Me encantaría! Continuaron hablando unos cuantos minutos más sobre algunas películas que se estrenarían en las vacaciones y colgaron. Debían alistarse para dar una buena impresión a todas las personas de la fiesta.   ***   El timbre sonó y Ansel corrió rápidamente escaleras abajo para abrirle a su amiga. Estaba vestido con un pantalón n***o y una camisa a cuadros. Él nunca buscaba vestirse siguiendo un código. Al contrario, le gustaba simplemente ser él. — ¡Hola! Del otro lado de la puerta Aubrey sonrió y le saludó mientras entraba a la casa. Ella si se había encargado de vestirse siguiendo algunos conjuntos que había visto en Pinterest. Le gustaba verse muy bien. — Se me hizo algo tarde, lo siento. — No te preocupes, vamos a la cocina. Está mamá. Se dirigieron al lugar y Sofia estaba terminando de servir unos platos de comida. Si los dos estaban decididos en ir a esa fiesta, entonces lo iban a hacer, pero primero debían de comer algo para que no pudieran emborracharse fácilmente. Además, ella tampoco permitiría que su hijo llegara así a casa y mucho menos Aubrey. Si ella lo permitía, tal vez Jay le cortaría la cabeza. — Buenas noches, señora Sofia. — Hola querida —sonrió la mujer—. Coman algo y se podrán ir tranquilos. Rápidamente los dos muchachos cenaron y se levantaron como si tuviesen un resorte en el trasero. Estaban emocionados por poder salir. Llevaban mucho tiempo sin verse y les hacía falta compartir un momento así. — Siempre tengan su teléfono cargado y por favor... cuídense. —Les despidió Sofia y pronto comenzaron su viaje lejos de casa. El lugar de la fiesta se encontraba abarrotado de gente. Era impresionante la manera cómo entraban y salían adolescentes sin ninguna clase de restricción por adultos. Era la noche de los jóvenes y más interesante no podía ser. — Me gustaría conocer a alguien hoy —murmuró Aubrey inspeccionando dentro del lugar—. Siento que he perdido mi encanto. — No lo creo —habló rápidamente Ansel—, a mí me pareces muy guapa. Aubrey tosió y luego agradeció el cumplido sintiendo como sus mejillas se sonrojaban. Él nunca le había dicho nada parecido. Los dos se quedaron en silencio algunos segundos mirando alrededor y sintiendo el ambiente algo raro. Ansel ni siquiera había pensado al decirle aquello. Aunque no era nada del otro mundo, él nunca le había dado un cumplido como ese. — Mhm, ¿te gustaría que te trajera algo? —Preguntó para poder romper el silencio. Quería que la tierra se lo tragase. — Si, por favor. Ansel sonrió y comenzó a caminar lejos de su amiga. Soltó un suspiro cuando vio que se encontraba en otro lugar y se preguntó mentalmente sobre lo que había dicho. Él no había visto nada malo en ese comentario y claramente no tenía nada mal. La cuestión recaía en que él había tenido algunos pensamientos con Aubrey que no quería hablarlos en voz alta. No hasta que estuviese seguro de que eran reales. Y tal vez por eso era por lo que él se había sentido incómodo. Ni siquiera Aubrey se había visto así. Solamente él. Decidió tomar dos cervezas y volver. Las personas en la fiesta ya comenzaban a descontrolarse y ellos ni siquiera habían tomado su primer vaso. — Mira —espetó entregándole su cerveza—, es tu favorita, creo. Aubrey sonrió y agradecida le abrazó—. ¡Eres el mejor! Y si, es mi favorita. El tiempo comenzó a pasar y con él, los tragos que intercambiaban Ansel y Aubrey. Se habían encargado de realizar diferentes juegos como de película. Primero habían participado en aquel que debían de meter una pequeña pelota en un vaso de cerveza y luego en mímica. Ya se encontraban algo borrachos y decidieron participar en un juego que involucraba cartas y besos. — ¡Muy bien! —Exclamó la chica que había comenzado con el juego—, aquí no queremos quejas. Si pierdes debes besarte con la persona a tu izquierda. No nos importa tu orientación s****l. La gente rió ya que eso a nadie le importaba y comenzaron a agruparse en un pequeño círculo de 10 personas. Aubrey observó aquello y tomó del brazo al rizado para que juntos, entraran al juego. — Estas son las reglas —prosiguió la anfitriona—, deben de pasar una carta de boca a boca. Si se cae, deben de besarse. Nada del otro mundo. Nuevamente todos rieron y asintieron emocionados. Ansel limpió sus manos en su pantalón y miró a los lados. A la derecha se encontraba Aubrey y a la izquierda una chica bastante guapa. La había visto en algunas ocasiones, pero nada del otro mundo. — ¿Te das cuenta de que si se te cae nos tendremos que besar? —Preguntó Aubrey mirándole. — S-sí. — ¿Tienes algún problema? Ansel pensó y pensó... pero no encontró algún problema. Eran amigos. No tenía por qué haberlo. ¿No? — Para nada. El juego comenzó y pronto varias de las personas tuvieron que besarse. Todo el mundo se encontraba riendo y gritando, cuando la chica junto a Aubrey dejó caer la carta y le besó. Los gritos se intensificaron y Ansel sonrió sin mostrar sus hoyuelos característicos mientras las miraba fijamente y aplaudía. Luego de un tiempo, se escuchó a una de las personas que participaban: — ¡Pero sepárense! —Gritó un joven al ver que no se despegaban. A regañadientes se separaron y volvieron a comenzar el juego. Aubrey poseía una sonrisa grande y se sentía victoriosa. Pensaba que había conseguido besar una de las chicas más guapas de toda la fiesta. — ¿Viste eso? —Le preguntó a su amiga que se había quedado en silencio—. Estoy segura de que pedirá mi número. — Me alegro por ti. Varias rondas pasaron y el ambiente Ansel lo sentía más tenso. No quería seguir jugando y se había aburrido. Además, el frío comenzaba a llegar al ya ser de madrugada y apretó sus puños, tratando de que llegase algo de calor. La carta Aubrey debía de pasársela a él. Así que volteó su cuerpo y se agachó para que lo hiciera con rapidez, pero su nariz picó y de manera imprevista estornudó, viendo como la carta caía en cámara lenta al suelo. Ansel miró a Aubrey avergonzado por su error y se disculpó—: Lamento eso. No contaba con tener que estornudar. — No te preocupes. ¿Estás preparado? El rizado tragó saliva y asintió. — Hagámoslo. Prontamente sus labios se unieron y comenzaron a besarse. Ansel sintió como sus labios se amoldaban y suspiró durante el beso, sintiendo como la lengua de Aubrey pedía entrada en su boca, a lo cual no se opuso y dejó que el beso continuara. Los dos no sabían cuánto tiempo había pasado, pero al momento de separarse todo el mundo se encontraba mirándolos. — Creo que... —habló la chica del principio—...eso fue muy sexy. Ansel soltó una pequeña risa con la mirada baja y todo el mundo nuevamente chilló, para que continuaran con el juego. — Yo... —Aubrey apretó sus labios hinchados—...deberíamos dejar de jugar. ¿Te parece? — Está bien. Si Ansel había sentido la escena de más temprano incómoda, aquel momento era mil veces más. Sentía como todo el alcohol que había consumido se había ido de su cuerpo y que se encontraba completamente sobrio. Por aquella razón, habían decidido mutuamente irse a casa. — ¿No vas a pedirle a esa chica su número? —Inquirió, recordando el momento de más temprano. — No ahora —respondió Aubrey y siguió caminando fuera del lugar. Eran las tres de la madrugada cuando los dos se encontraban en un taxi dirigiéndose a casa de Ansel. Allí se quedarían a dormir y Aubrey temprano tenía que irse donde su madre. La casa se encontraba en completo silencio y los dos chicos rieron cuando el rizado se cayó al suelo por culpa de la alfombra de la entrada. — Demonios —gimió y se levantó con lentitud—, me duele la espalda. — Tal vez porque besaste el suelo. Con cuidado se dirigieron escaleras arriba a la habitación de Ansel y prontamente se encerraron en la misma. — Muy bien —murmuró el susodicho—, aquí tienes algo de ropa. Puedes usarla. — Gracias —susurró Aubrey con una sonrisa—. No quería dormir incómoda. — No te preocupes. Ansel se cambió de ropa en el baño mientras su amiga en el cuarto. Al volver, vio como Aubrey miraba sus dedos sin decir absolutamente nada. — ¿Estás bien? —Cuestionó preocupado. — Yo... quisiera que lo que sucedió hoy no dañe nuestra amistad, Ansel. — No te preocupes —respondió Ace sentándose a su lado—, solamente fue un juego. Uno de los corazones en la habitación se rompió. Pero estaban lo suficientemente abrumados para pensar con claridad.
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