Sentía que Anna me estaba evitando. Al principio pasábamos mucho tiempo juntos, pero ahora era excusa tras excusa. Cuanto más se alejaba, más ganas tenía de estar cerca de ella. No podía dejar de pensar en ella, pero decidí respetar su necesidad de mantener distancia entre nosotros. Caminaba por la zona de la piscina y la encontré leyendo un libro y tomando un cóctel. Sabía que lo más sensato era dejarla en paz, pero nunca podía tomar decisiones sensatas cuando se trataba de ella. Antes de que pudiera pensar en mis siguientes pasos, Anna levantó la cabeza y me vio mirándola desde lejos. Ya era demasiado tarde para fingir que no la había visto. Le hice un gesto con la mano y ella respondió con un saludo algo reacio. Volvió a su libro, y me sentí rechazado. Decidí acercarme y acompañarla. A

