Capítulo 3

3070 Words
CAPÍTULO 3 Maquillada, cambiada y lista para iniciar la sesión de la cual sacaría un par de billetes. Estaba nerviosa, pero todo estaba saliendo a la perfección. Me encantaba ser el centro de atención, en el buen sentido (si es que tenía un buen sentido). Me había dado cuenta que aquello podría ser fácil y divertido. —Eso es Gray, me gusta, me gusta—me decía el fotógrafo, que tenía una camisa a cuadros y pantalones cortos, y un ánimo contagioso. Tenía un gran aro de luz enfocándome y estaba siendo fotografiada con un suelo y tela detrás de mí de color blanca. Tenía un vestido blanco y suelto que me llevaba a los tobillos. Los pies descalzos pisaban la helada cerámica en la cual, me veía reflejada. Creo que la intención era verme lo más angelada posible. Me habían dejado el cabello suelto con bucles en las puntas y un par de aretes plateados preciosos colgando en mis orejas. Me habían maquillado únicamente con base, rímel para las pestañas y un brillo labial muy poco visible. No me quejé, me gustaba. Estaba sentada en un cuadrado blanco, haciendo las poses que el chico me iba pidiendo.  —Pon tus mechones de cabellos que están en tus orejas por detrás de ellas para ver mejor tu cuello—me indicó el fotógrafo, mientras veía la pantalla de su cámara. Hice lo que me pidió—. Eso es. Fantástico—me felicita. Me siento bien. Después de tanto tiempo, me siento bien. Estábamos solos en una habitación privada que tenía muchos cuadros colgados de mujeres y hombres modelando. Habían cámaras y lentes por doquier. Me encantaba. Cuando termina de sacarme fotos, me las muestra a través de la computadora portátil. —No pretendo incomodarte pero realmente eres muy bella—me dice el fotógrafo a través de sus lentes y una media sonrisa, arrugando algo de su barba de tres días. —Muchas gracias—me ruborizo, apartando la mirada. Seguro le debe decir eso a todas las chicas que pasan por su cámara. —Puedes ir a cambiarte—me señala una pequeña puerta con la mirada. Hice lo que me pidió.  Colgué el vestido en uno de las perchas del cambiador para poder colocarme la ropa que había traído: un shorts de jeans claros, sandalias marrones y una blusa negra. Me miré en el enorme espejo del baño, dudando si quitarme el maquillaje o no. Pero lo que dominó mi mente fue ese efecto de angustia. Me era imposible estar en un baño sin poder recordar cuando él casi me folla en uno. Estábamos en Tifanny, pensando que sería un desayuno ordinario luego de mi primera cita con el psicólogo. Terminamos en el baño, él practicandome sexo oral. Yo sentada en la bacha y él acariciándome con su lengua. Dios mío. Era una extraña sensación de excitación y anhelo. Apoyé mis manos contra la bacha, dejando caer el peso de mi cuerpo sobre ella. —Te extraño tanto, zanahoria—susurré, apretando los ojos con fuerza y sintiendo el dolor fermentar en mi pecho. El dolor estaba desde el primer día. No había día que no lo pensara, que no lo extrañara. Que no lo llorara. Cuando me di cuenta ya estaba llorando. Abrí mis ojos, húmedos y observé aquel gris que se había tornado aún más claro. ¿Por qué lo hiciste Max? ¿Por qué me salvaste sabiendo lo horrible que sería vivir sin ti? Te amaba tanto. Te sigo amando. Quiero olvidarte y no puedo. Eres la ausencia de mis días, que más que días, son un calvario. Quería esperarlo. Debía hacerlo. Seguiría con mí vida pero tenía que esperarlo. Yo lo amaba y no quería dejarlo ir porque sabía que podríamos estar juntos en algún otro universo o en algún otro plano. Tenía la esperanza de que él volviera algún día y lo esperaría con los brazos abiertos. Sabía que estaba mal amarlo en todos los sentidos. Si tan sólo lo hubiera conocido con su verdadera identidad, yo no estaría hablando de un amor así, en cuerpo y alma. Yo lo amaría de otra forma, de otra manera. Tendríamos otro tipo de relación. En cambio, lo conocí de una forma, que para mí, no era pecaminosa. Carnal, amorosa. Así amé a Max Voelklein y me liberaba de toda culpa de amarlo como lo hacía. Que sea hijo de mi madre y del hombre dueño de mis pesadillas, no me impedía seguir amándolo. Pero, ahora estaba demasiado triste para asimilar que ni eso podría alejarme de él. Max seguía en el Inframundo y tenía la esperanza de que saliera de la oscuridad algún día por cualquier motivo que fuera. Ya comprendía por qué él se había alterado aquella noche la cual le confesé que era hija de Afrodita. Max había pensado que era un engaño, que una impostora o algo semejante a eso. Él tenía miedo que lo arrastran al Inframundo solo por el simple hecho de que no podía volver a salir de allí. Lista para salir, abrí la puerta del baño del salón de fotografía y vi que el fotógrafo aún continuaba observando las fotos mientras las editaba desde su computadora. —¿Qué harán con esas fotografías?—le pregunté, caminando hacia donde estaba él. Él se sobresaltó en su asiento. Claramente lo había asustado. Giró en mi dirección con su silla giratoria y me dio una amplia sonrisa. —Eso lo decidirá la señora Johnson—me informó—. Yo sólo me ocupo de editarlas y enviárselas.  —Está bien. Nos vemos otro día entonces—lo saludé con un beso en la mejilla—¿Sabes algo de la paga? Negó con la cabeza, extrañado. —Busca a uno de sus asistentes. Mark es uno. Él te dará algo por el trabajo de hoy —me dijo, pero al ver que aparentaba estar demasiado perdida con todo aquel mundo, continuó hablando—¿Sabes cómo funciona todo esto?¿Lo de la agencia, las fotos...? —Me han explicado muy por arriba—confesé, encogiéndome de hombros. —Básicamente, Divine Beauty sirve para nexo entre las marcas, tiendas, productoras y demás. Por ejemplo, si una marca decide hacer un desfile para su nueva colección, te llamaran a ti si es lo que están buscando. Esta agencia te abre muchas puertas, Ada. Y no te preocupes, te pagaran. Sólo busca a Mark, él te depositara en tu cuenta bancaria. Si ya estás dentro de la agencia, deberán depositarte. Muchas chicas no ven un sólo peso hasta que alguna marca o empresa las solicita como rostro de algo. —Te agradezco mucho por la información—le agradecí, sincera—¿Mark estaba dando vueltas por el edificio? —Sí. Búscalo en la oficina que tiene su nombre en la puerta en la primera planta. —¡Gracias! Mark, el que había conocido. Aquel fotógrafo me caía súper bien. Bajé por el ascensor y en cuanto llegué a la primera planta, busqué entre los gigantes pasillos del lugar a Mark. Ya pasaban de las siete y media. Había sido un día bastante tranquilo y con experiencias nuevas. Eso me tenía entusiasmada. En cuanto llegué a la puerta de vidrio que tenía el nombre de Mark (la cual era transparente al igual que el ventanal de su interior), toqué una sola vez para llamar su atención, ya que se encontraba dentro en su escritorio frente a su laptop. Levantó la vista por detrás de sus lentes de lectura y sonrió. Con una de sus manos me indicó que pasara. Abrí la puerta. —Si vienes por tu dinero es en vano. Ya está depositado en tu cuenta. La señora Johnson me ha pasado tus datos y fue la primera en levantar el teléfono para decirme que te pague rápidamente. Me sentí una idiota sonriendo, pero era imposible no hacerlo sabiendo que aquello por fin estaba dando fruto. —¿Cuándo es la próxima sesión?—disimulé mi entusiasmo con una voz seria muy poco creíble. —Te llamaremos y créeme que será muy pronto. Tus fotos deben ser presentadas ante personas del mundo de la publicidad y bla bla bla—me aseguró, rodando los ojos—. Es un proceso, tómatelo con calma, Gray. —¡Se los agradezco muchísimo! —Y yo te agradecería que tengo tu rostro intacto e inmaculado ¿Cómo demonios haces para cuidarte esa piel, chiquita?—me preguntó, con el ceño fruncido y apoyando su mentón en sus manos entrelazadas. Si le digo que soy una diosa griega se cae de culo. —Nada—me excusé. Volvió a rodar los ojos. —Vete de aquí antes de que te eche por mentirosa—me regañó. —¡Gracias, gracias y de nuevo, gracias!—le dije, contenta y cerré la puerta. La noche en Miami Beach era lo suficiente deslumbrante como para que yo pudiera sentirme entusiasmada para ir a beber algo que no tuviera alcohol. Inconscientemente me estaba cuidando, sabía lo que debía hacer y lo que no.  Una hora después estaba en uno de los bares más destacados frente la playa y en una noche cálida. Estaba enamorada. Era muy normal ver a las personas bronceadas, con poca ropa y collares artesanales dando vueltas. Incluso se me cruzó por la cabeza broncearme al igual que ellos. Quizás estaba a la moda tener un súper bronceado. No, mejor no. Seguramente los de la agencia no querían verme con otro color de piel que no fuera el mío. Desde que puse un pie en ese edificio no habían parado de halagarme.   —¿Este asiento está ocupado?  Sentada en la barra del bar, bebiendo un daiquiri sin alcohol de frutilla, despegué mis labios de la pajita y miré a la morena que había visto antes. Abrí los ojos como platos y pestañeé más de la cuenta al ver que se trataba de la modelo que había estado en el casting de hoy a la tarde. Tenía en cabello rizado recogido en una coleta, una chaqueta de jeans oscura y un top n***o que dejaba a la vista su plano abdomen y un piercing brillante en su ombligo. Me gustaba el pantalón blanco ajustado que combinaban con unos impresionantes zapatos.  —No, adelante —le dije, aclarándome la garganta.  Tomó asiento a mi lado y le pidió una botella de cerveza al barman. Luego de que la recibió, no tardó en llevársela a los labios y darle un profundo trago al contenido.  —¿Embriagándote luego de la sesión de fotos? —la escuché decir, la miré y me lo había preguntado a mí.  Tenía gesto relajado y no paraba de sonreírme. A ver si vamos aflojando con la sonrisa señora que, si mal no recuerdo, usted no paraba de hablar de mi con sus amigas.  —No puedo beber alcohol —me limité a decir, mirando el contenido de mi vaso que ya estaba por la mitad de este.  —¿Embarazada?  Me mordí el labio inferior para reprimir un “¿quién cojones eres para preguntar eso?” La miré, dándole una sonrisita falsa y contesté:  —No —mentí.  No sabía si lo estaba. Aquella noticia sabía que iba a golpearme en cualquier momento, tarde o temprano. Sabía que la historia que había vivido mi madre y Hades se volvería a repetir conmigo. Aparté todos aquellos pensamientos y me dediqué a lo que vine hacer: a relajarme un rato y festejar mi primer pago como modelo.  —Me alegra saber eso, los de la agencia no les gustaría recibir esa noticia de una niña tan bonita como tú —se inclinó sobre su asiento y me susurró al oído, tomándome por sorpresa —. La agencia te podría echar de una patada.  —¡Ya! —exclamé, fulminándola con la mirada —¿Qué quieres? ¿Vienes a molestarme o algo así? —le hice frente, molesta.  Ella sonrió contra el pico de la botella y la retiró de sus labios para responderme.  —Me gusta hacer enojar a las bonitas. Se ven tiernas cuando se enojan.  ¿Qué?  —¿Disculpa?  —Soy Amelie —se presentó, con una indudable seducción hacia mi persona.  —Ada —me limité a decir, tratando de comprender cuál era su juego conmigo.  No sabía si estaba tratando de fastidiarme o quería coquetear conmigo. Las dos opciones podrían ser válidas.  —He quedado en la agencia. Fui la única que quedó —me contó.  La miré.  —¡Pero si había miles de chicas! —exclamé, sorprendida—¿Sólo quedaste tú?  Asintió, con gran orgullo y felicidad en su rostro.  —¡Sí y sigo sin poder creerlo! —soltó, fascinada y mirando a algún punto. Volvió a mirarme—. Ahora puedo decir que seremos compañeras ¿no te parece algo increíble?  —Seremos compañeras el día que no hables a mis espaldas —recalqué.  Frunció el entrecejo, confundida.  —Vi como hablabas a mis espaldas con otras chicas del casting —le confesé, en seco —. Detesto con gran amargura y asco a las personas que tienen doble cara y luego se acercan como si no te hubieran dicho quién sabe qué de ti.  Luego de mirarme como si no entendiera lo que le estaba diciendo. Luego de un rato que pareció eternidad, se echó a reír con gran fervor. Ahora era yo la que no entendía por qué reaccionaba así.  —¿En serio creías que estaba hablando mal de ti? —me preguntó, cuando ya estuvo un poco más calmada —¡Estaba halagándote con otras chicas!¡¿Cómo demonios crees que reaccionaria al ver a una chica que ya es modelo oficial de la agencia?¡Tu belleza nos puso la vara alta a todas las que estábamos allí! Ver a una modelo oficial, nunca antes vista junto a chicas principiantes es emocionante.  Pensé lo que me dijo, dudando si creerle o no. Solté un suspiro, agotada. No iba a decirle que no había pasado por un casting ya que había quedado selección automáticamente sin pasar por ese importante momento. No quería que pensara que era un acomodo inmediato. De todas formas, tampoco lo era porque yo había visto el anuncio al igual que ella en el periódico seguramente. Nadie me había ayudado para llegar a donde estaba. Sólo Max con su dinero en mi cuenta que me había permitido mudarme a Miami.  Aún tenía dinero suficiente que él me depositaba todos los meses por ser su sugar baby. Incluso me había traído la motocicleta conmigo. Me aferraba aquel regalo como a nada. A veces prefería tomar el autobús para estar rodeada de personas y no sentirme sola. Y también porque no quería que mi cabello se arruinada por el casco en un día tan importante como aquel.  Había ido al bar en   —¿No me estás mintiendo? —le pregunté, de reojo.  —¡Por supuesto que no! —insistió, desesperada para que creyera en su palabra —. Siento mucho si pensaste que estaba hablando mal de ti, no soy esa clase de personas —se disculpó, con gran sinceridad.  Apreté los labios y asentí con lentitud, aceptando sus disculpas.  —Ahora sí podemos ser compañeras —le dije, para liberar un poco la tensión entre las dos.  Ella aflojó los hombros y sonrió, complacida.  —¿Cómo ha ido tu día en la agencia?  Le cuento las cosas simples que me hicieron hacer y la facilidad con la que he me voy adaptando. Sabía que aquello recién era el comienzo en un mundo totalmente desconocido para mí y ambas coincidimos que nuestra belleza podría llevarnos lejos en un mundo dominado por estereotipos. Los cuales no tardamos en cuestionar las dos, diciéndonos que todos los cuerpos son perfectos y que la belleza SIEMPRE es subjetiva para los ojos de quien la ve.  Amelie y yo pasamos un buen rato charlando y bebiendo. Evadí todo tipo de comentario sobre mi pasado. Sólo dije que venía de New York y ya. No pretendía asustar a las personas con mi verdadera identidad. También, sentía que, muy en el fondo, estaba haciendo trampa utilizando el rostro de mi madre para monetizarlo.  Ella hubiera querido que sacara provecho de mi belleza ¿eso no lo había hecho todo este tiempo y por siglos? Después de todo, ella me quería bien y alegre. De poco lo estaba consiguiendo, mamá.  Ya eran las nueve y media de la noche. Decidí ir a casa, estaba cansada y necesitaba recostarme un rato. Me despedí de Amelie y me subí a mi motocicleta. Ya había sacado el registro y tenía todos los papeles al día. Así que podía andar por donde se me apetecía.  Aparqué la moto en un estacionamiento privado que tenía el edificio únicamente para inquilinos y que estaba completamente segura. Lo que me faltaba es que alguien me robara el único objeto que me vinculaba a la persona que amaba. Le tenía un gran valor sentimental.  Apagué el motor y las luces se apagaron a la par. Guardé la llave en mi chaqueta. Cuando ya estaba por entrar por la parte trasera del edificio, mi celular comenzó a sonar. Los únicos que tenían mi número era los de la agencia, pero la terminación no era la de Miami sino la de...New York.  Miré la pantalla de mi móvil, algo tildada porque tenía miedo de atender y escuchar cualquier voz que me trasladara al pasado.  La duda me ganó y apreté el botón verde para atender. Me llevé el móvil a la oreja y no dije nada. La que quería escuchar la voz era yo, no que me escucharan a mí.  —Oh mi Dios... ¿estás aquí? ¿Entonces es cierto? ¿Volviste, Ada Gray? —la voz que alguna vez oí se quebró.  Era Miranda, mi sobrina. La hija de Cupido.  ... Hola, soy Florencia Tom, escritora de este libro y quiero agradecerte por quedarte enganchada con este capitulo. No te olvides por favor de darle un corazoncito y compartir esta historia con aquella persona que quiera sentir lo mismo que tú con esta historia!¿Quieres continuar leyendo esta historia?¡Desliza hacía abajo y continua disfrutando de esta historia!¡No olvides visitar mi perfil y encontrar nuevos libros escritos por mí!¡Beso grande, te quiero!   
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