Dignidad

947 Words
Lloré toda la noche. Mi cumpleaños fue un desastre. Cuando finalmente me levanté, mi corazón seguía roto, pero debía ir a la universidad, aunque no quería enfrentarme a nadie, mucho menos a Bianca. Mi celular vibró. Eran mensajes de mis tíos, Elliot y Jen, deseándome un feliz cumpleaños. No pude sonreír. Me lavé la cara y, aunque me dolía por dentro, me preparé para enfrentar el día. Escuché a Bianca gritar desde la sala. —¡Date prisa, Azul, o te dejo a pie! —dijo con su tono molesto—. Y no quiero lloriqueos. —Alessandro se dará cuenta... —respondí, sin mucha esperanza. Bianca soltó una risa burlona. —¿Y quién le dirá tú? —rió fuerte—. Alex nunca lo sabrá. Él volverá dentro de un mes y nos casaremos. Aarón es solo un gusto culposo. Si lo quieres, cuando me case con Alex te lo dejo. Aunque no le gustan vírgenes e inexpertas. Eres ridícula. Esa última frase me hirió, pero algo dentro de mí se rompió. Ya no iba a quedarme callada. —¿Sabes qué, Bianca? —la miré fijamente—. Al menos yo no me entrego como un trozo de carne ni pierdo mi dignidad por nadie. Tú haces lo que quieras, pero yo no necesito acostarme con nadie para sentirme bien conmigo misma. Bianca me miró sorprendida, como si no pudiera creer lo que acababa de decirle. — Jamás serás como yo, Azul. Te crees mucho por ser la santa y virgen. —Tú te crees mucho por ser "la mujer con experiencia", pero yo no tengo que seguir tus pasos. No necesito perderme a mí misma para agradar a nadie. Y no, no me creo más que nadie por ser virgen, pero al menos no me humillo por un hombre. Bianca, callada, no sabía qué decir. Su rostro se torció de indignación, pero no me importó. Era la primera vez que no la dejaba ganar. —Así que sí, voy a ir a pie —le solté, sin moverme—. Porque al menos yo no me arrastro por nadie. Y a diferencia de ti, no necesito acostarme con todos para sentirme bien conmigo misma. Bianca salió de la habitación molesta, pero yo me quedé allí, en silencio. No sabía si estaba más enfadada o triste, pero no iba a mostrarle ni una lágrima. Fui al baño, me duché rápidamente y me vestí para ir a la universidad. Me sentía vacía por dentro, pero no podía dejar que nadie me viera débil. Ahora, el dolor era constante. Sabía que lloraría tal vez durante semanas, pero no permitiría que mi hermana viera lo mucho que me había lastimado. Nadie debía saber lo rota que me sentía. Por fuera, tendría que mostrarme fuerte, aunque por dentro estuviera quebrada. Caminaba hacia la universidad con la mente llena de pensamientos confusos y el corazón pesado, cuando de repente vi un coche n***o estacionado a un lado de la acera. No pude evitar reconocerlo al instante: era el coche de Aarón. Mi respiración se aceleró y, antes de que pudiera dar un paso más, él bajó la ventanilla y me miró fijamente. —Azul, por favor, súbete —dijo con voz suave, casi suplicante. Al principio me quedé parada, indecisa, pero vi la desesperación en su rostro y, aunque no quería, algo dentro de mí me hizo ceder. Sin una palabra más, me subí al coche. El trayecto fue silencioso durante unos minutos, mientras Aarón parecía darle vueltas a lo que quería decirme. Finalmente, rompió el silencio. —Azul... Siempre he amado a Bianca —dijo, mirando al frente con los ojos fijos en la carretera. Su voz sonaba cansada, como si le costara aceptar algo que ya no podía esconder—. Desde que éramos niños. Y lo que pasó entre nosotros, lo que viste... No es solo un “acostón” sin sentido. Esto es mucho más para mí. No quiero perderte, no quiero que pienses que solo soy un... un imbécil que juega con las emociones. Eres mi mejor amiga, y no puedo perder eso. Me quedé en silencio, mis pensamientos se chocaban. ¿De verdad me estaba pidiendo que entendiera su traición de esa manera? Estaba tan confundida que casi no sabía cómo responder, pero al final, la rabia salió sin filtros. —Vas a perder a tu mejor amigo, entonces —le dije, con el tono firme y directo, tratando de contener las lágrimas que amenazaban con salir. Sentí que algo dentro de mí se rompía con cada palabra que decía, pero no podía dejar que él me viera vulnerable. Aarón soltó una risa amarga, casi sin poder creérselo, como si todo lo que estaba ocurriendo fuera un mal chiste. —Alex... Alex se revuelca con todas las chicas de Londres, Azul. Él no la quiere, no le importa Bianca, ni a nadie. Le da igual todo —dijo, su voz cargada de desdén, pero no hacia mí, sino hacia Alessandro. Lo miré, sintiendo cómo la frustración comenzaba a hervir dentro de mí. No podía seguir siendo la ingenua que defendía a los demás, incluso si eso me rompía por dentro. Mi hermana, Aarón, Alessandro... todo esto me tenía atrapada en una telaraña de mentiras y traiciones. —No me importa lo que sientas por Bianca, Aarón —le respondí con dureza, mirando directamente sus ojos—. Y sabes qué, ya no quiero que me metas en tus líos. No voy a ser la que se quede a mirar mientras tú y Bianca juegan con sus sentimientos. No voy a hablar de esto, porque no es mi asunto y me quiero bajar aquí.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD