No supe qué hacer cuando tuve a mi hija en brazos por primera vez, ella era tan pequeña, y estaba tan quieta que no sabía si estaba bien, o si sobreviviría. Yo tenia diecisiete años y aún no entendía cómo había salido de mi alguien como ella. Recuerdo ese día como si fuese ayer, un día viernes, veintiocho de marzo, a las seis treinta y siete de la mañana, el tortuoso dolor después de veinticuatro horas de trabajo de parto culmina con la llegada de una pequeña silenciosa bebé peluda, que lejos de un bebé, se ve como una bolita púrpura de pelos. Nadie me dijo que hacer, como alimentarla, o como ser su mamá, lo única certeza irreverente era que ahora soy mamá, y debo ver por ese bebé que no habla, no llora, y nunca pidio venir a mi vida. Mi vida cambió, pero tenía claro que no dejaría que ella viviera algo como lo que yo he conocido por "vida", y eso fue lo que me ayudó a ser lo mejor que pudiera, y dos años después, Sandro. Él fue más que una sorpresa, algo inesperado, pero ahora sabía cómo evitar que llore, que se caiga, como reconocer sus llantos, ahora sabía algo más, y aunque no lo esperaba, ha sido un rayo de luz en mi vida. Martes, diez de Agosto, siete y cuarenta dos de la noche, fue asombrosamente rápido traerlo al mundo, aunque el dolor fue aún más intenso fue rápido. Y creí que estaría bien, que nada podría arruinar eso, pero luego llegó el cancer de mi hija, a sus seis años tuve que mantenerla viva, y ahora, ese infeliz quiere quitarme eso, ¿cree que puede quitarme a mis hijos por un maldito capricho?
─¿Señora Torres? ─la busca con la mirada la secretaria que sale a recibir a los postulantes para el puesto. ─Venga por favor. ─dice al ver que ella levanta su mano.
Con muchas cosasa en su cabeza, intenta aún conseguir un empleo, si va a entrar en un juicio, por lo menos se asegurará que si en el juicio se dice algo sobre un empleo seguro, ella se asegurará de tener uno.
La entrevista laboral el corta, no logra pasar más allá de la pregunta mediática y obligada de la nula o ardua experiencia, por lo que sale del lugar una vez más sin empleo.
Camina por la calle y la torrencial lluvia la alcanza a mitad de la calle. Todos corren a su alrededor, unos se cubren son sus bolso, con sus abrigos, otros con portafolios, y hay quienes son afortunados por no decir adivinos y traen con ellos un paraguas, pero luego está Ángel, quien camina a paso lento por la vereda dejando que la torrencial lluvia la empapen de pies a cabeza sin dejar un solo espacio sin tocar.
Perder a mis hijos es lo último que podría dejar que me pase, puedo perder todo en esta vida, dinero, casa, si es de empezar de cero, empiezo una y mil veces más si quieren, pero no sin ellos. Perder a Emma casi me mata, aún no se ni como mantenerme de pie, pero ellos, a quienes di parte de mi vida, vida que odié desde siempre y que gracias a ellos me aferro a la misma, no puedo perderlos, porque perdería mi vida, y dejar que él gane el juicio de custodia, sé que los voy a perder, y no lo voy a permitir.
─¡Angel! ─se escucha gritar a lo lejos. Pero ella no voltea, solo continua caminando por la vereda bajo la lluvia.
─¿qué haces? ─se detiene Fernando tras ella colocando su saco sobre ella.
─Disfruto de la lluvia. ─se voltea y levanta el rostro al cielo, con lo ojos cerrados y una sonrisa. ─Es todo. ─dice sin mirarlo.
─¿Estás loca?, ¿te vas a enfermar? ─la cubre tanto como puede. ─sube al auto, te llevaré a tu casa. ─dicetrantando llevarla al auto, pero ella no se mueve. ─Ángel... ─insiste desesperado por su, para él, inusual tranquilidad ante la lluvia, lo que le parece desconcertante. Mientras los autos tras el suyo no paran de sonar el claxon, por el trancón que este ha causado.
─Caminaré, estoy bien. ─se quita el saco de encima y continúa caminando por la vereda con total tranquilidad.
─No estás bien, ven conmigo. ─insiste en llevarlo al auto, pero ella continúa su camino.
Fernando regresa al auto y lo saca del paso, y continúa siguiendo a Ángel, pero ella se ve muy tranquila.
Cuando Ángel pasa por un puesto de revistas ve una que le llama su atención, vuelve a ver una fotografía que lo relaciona, aunque no es una fotografía actual.
HEREDERO ARGENTO VISTO EN PAREJA.
Bajo este título en negrita y enormes en la gran portada de la revista, hay una fotografía de Edward, vestido de n***o entrando a una fundación, junto a esta, una fotografía de la misma rubia de la fotografía anterior entrado al mismo lugar, y en medio de esto manos entrelazadas. Lo peculiar de ésta edición, es que las manos entrelazadas, es la mano de él, con sus guantes negros de cuero que lo caracterizan. Y bajo esta edición, una pequeña reseña.
Heredero de la fortuna Argento es visto con su actual pareja, Diana Sher. Se lo ha visto en repetidas ocasiones tomados de la mano y en cenas privadas, pero lo que más llamó la atención, es que pese a que no se sabía mucho sobre la desconocida rubia, se trata de su mejor amiga de infancia, misma que fue su gran amor en la universidad y dicho por fuentes cercanas, él habría confesado a sus padre los deseos de un matrimonio. Lo que se presume que intentaría retomar hace tres meses, cuando se los vio muy juntitos en una cena privada.
Mucho se especuló si la familia la aceptaría, pero ella no es una don nadie, es médico, altruista y voluntaria en una fundación infantil, y se presume que esto último los unirá mucho más como pareja. Recordemos que pese a que la familia es reacia al trabajo social, se sabe que el heredero y su madre eran afines a la caridad, y su hijo se ha dedicado a mantener la varias fundaciones de su madre en pie, pese a mantenerse en el exilio.
─Es un error. ─asiente secando su cara puesto ha parado de llover.
─¿Te sientes bien? ─pregunta Fernando acercándose a ella, mira las revistas, intenta descifrar cual veía, ya que cuando él se acercó, ella tiene su mirada en el suelo.
─Si. ─muerde el interior de su mejilla. ─pero no quiero que me lleves, solo quiero caminar, en serio. ─iniste.
─Entonces... caminaré contigo. ─dice dejando su auto bien estacionado.
─¿Por qué insistes en estar para mi?, somos amigos, lo entiendo, pero la lluvia no mata a nadie. ─dice caminado empapada, su piel se eriza con la briza.
─Me enamoré hace varios años... ─sonríe caminando junto a ella. ─ella era una mujer excepcional, era graciosa, era tierna, era noble, era honesta... me enamoré de todos y cada uno de sus defectos, pero la vida me la quitó. ─Niega recordando con añoranza. ─dejé pasar mucho tiempo, cuando me gustó no se lo dije enseguida porque me aterraba lo que me diría, luego cuando por fin tuve el valor, y creí que había encontrado la persona con quien pasaría el resto de mi vida, pero el cáncer me la quitó poco tiempo después... ─sonríe con sarcasmo. ─dejé el tiempo pasar, y no dejaba de pensar que si volvia a pasar, no dejaré que vuelva a pasar. ─evade mirarla a los ojos.
─Es...
─No sé en qué momento, porque o como fue que pasó, pero quiero estar contigo, y alejarme es difícil. Lo he intentado... ─deja escapar una sonrisa nerviosa. ─Quiero tenerte en mi vida, aunque no sé cómo mantener una amistad, o una relación con alguien ahora, pero no quiero hacerte daño, y no quiero que te alejes. Quiero estar ahí para ti, como tu quieras. Seré tu amigo, un verdugo si necesitas. Pídeme lo que quieras.