Pelea

1314 Words
Una semana más y siento que podría derretirme en esta ciudad y perderme en la nada, no importa cuanto busque, es como si un maldito ente de mala suerte me rodeara, a estas alturas empiezo a considerar la idea de tomar cualquier empleo sin importar su horario, pero por otro lado esto también afecta cómo lo vería el juez durante mi juicio de si soy o no una buena madre, y luego está ese infeliz que no ha contestado una de mis llamadas, y solo habla con lo niños cuando no estoy en cada. ¡¡Maldito!! ─Buenos días, vengo por el anuncio ─dice dejando el volante sobre la mesa delicadamente. ─Tome asiento, por favor. ─dice con una sonrisa muy amable,. Toma el panfleto y lo deja a un lado, tiende su mano y Ángel le entrega su portafolio laboral. ─Sé que no tengo experiencia aún, pero le aseguro que aprendo rápido, soy muy ágil y.... ─Señora Torres. ─la interrumpe al tocar su mano. ─el puesto no requiere en sí de experiencia, sino de habilidades. ─La ve con una sonrisa, siendo la amabilidad en persona. ─Siempre y cuando usted no tenga antecedentes penales, o algún juicio en su contra... Quería decirlo, quería hablar y explicarle que de hecho el infeliz de Martín estaba pidiendo la custodia de los niños, y que si no conseguía el empleo era muy probable que lo perdiera, y mi vida terminará, pero es vergonzoso, ¿que clase de madre que ha hecho todo y más por ellos, merece ir a juicio para dejarla? ─No he cometido ningún delito, no que yo sepa, y ahí está todo. Entiendo que el puesto es de guardia de seguridad, y como ve tengo certificado y recomendaciones de los tres abogados, quienes también fueron los tutores del curso, son buenas.... ─insiste en tratar de convencer a la secretaria. ─Así veo.... ─dice con asombro al llegar a esa parte. ─¿sabe que es realmente complicado que un instructor de seguridad le de un certificado?, ¿y usted tiene de los tres?, debió ser muy buena. ─dice y asiente al ver a detalle el certificado. ─Eso es bueno, ¿verdad? ─pregunta y ella asiente. ─No aseguro que sea una de las seleccionadas, ya que desde el momento que se abrió la convocatoria para mujeres... ─señala tres torres de carpetas sobre el suelo. ─han llegado todas esas. ─dice mientras continúa con su mirada sobre la carpeta de Ángel. ─Y respecto al pago y... La secretaria quien aún va por la mitad de la carpeta, la cierra y levanta la mirada a ella. ─La empresa ofrece un sueldo de ochocientos cincuenta, más horas extras, beneficios de ley, además de un seguro de vida por setenta y cinco mil dólares en caso de muerte, y por incapacidad de cincuenta mil, eso y seguro médico extendido a familiares dentro de su hogar.. Este era el sueño, si conseguía el empleo y podía mantenerse en éste por más de un año tendría lo suficiente buen estilo de vida para sus hijos, como pagar sus estudios, como seguir la universidad en línea, además de asegurar a sus tres hijos, sobre todo a Jota, que no tenía ningún seguro. ─Eso, siempre y cuando apruebe con excelencia el curso intensivo, además de las pruebas física y control de armas, una vez esto finalice dependiendo los resultado, además del examen físico y psicológico, podrá empezar a trabajar. ─dice dejando su carpeta a un costado del escritorio, muy aparte de las demás. ¿Acaso podría otra vez ganar en demonio de la mala suerte?, la secretaría no ha puesto mi carpeta con las demás, la dejó de lado, ¿y si es, porque ni siquiera importa lo que he dicho y solo me va a ignorar?. ¡¡Dios, ayudame!! ─Disculpe, usted ha dicho que todas esas carpetas estan para selección, y mi carpeta no... ─niega aterrada de volver a recibir una negativa. ─Todas esas. ─señala las carpetas apiladas. ─Son carpetas que aún deben entrar en preselección, y según las especificaciones de la jefa, la suya es la más improbable, tiene tres recomendaciones de instructores, y hasta ahora, ninguna de esas trae, ni siquiera una. Supongo que la suya puede ser una de las primeras a considerar. ─dice muy amable. ─Gracias. ─dice aguantando las ganas de llorar. Eso era algo bueno, si todo sale bien, tendrá una buena defensa en contra. Salió de ese lugar llena de ilusiones y buenos pensamientos, ahora tendría aún más oportunidad en el juicio, aunque ahora había otro pequeño detalle, se supone que en ese empleo te dan seguro de vida, "seguro de muerte" en realidad y de ser así, tal vez el juez lo vería como algo en contra también. Del otro lado del mundo. ─Señor... ─entra un escolta seguido por una mujer muy hermosa, cabello recogido y una bata blanca. ─¿Por qué no me lo dijiste? ─pregunta al entrar en la habitación de manera abrupta. ─¿Qué haces aquí? ─dice mirando por encima de su hombro. ─Tuve que enterarme por tu padre que estaba aquí, ¿qué pasa contigo? ─reclama molesta. ─Señorita Sher... ─Por favor, solo estaré un momento. ─dice casi a modo de súplica. ─Si lo hubiera sabido... ─¿alguien más sabe sobre esto? ─espeta distante Edward sin voltear. ─Lo vi en el pasillo y pensó que ya lo sabía, al parecer no sabe que yo estoy trabajando aquí. ─dice intentando acercarse a él. ─Charles... ─dice y él se acerca. ─dile al abuelo lo que ha sucedido. Que él se encargue. ─dice y este camina deprisa, pero al llegar a la puerta, él lo detiene. ─tómate tu tiempo. ─dice y él lo ve confundido, ¿se supone que se quedara a solas con su amiga de adolescencia? ─Si, señor. ─dice cortante, no está de acuerdo con lo que hace. Tan pronto como la puerta se cierra la mujer se acerca a él. ─No se supone que estés aquí. ─dice al verla junto a él, pero se limita a ver hacia la ventana. ─Te ves realmente mal. ─musitó viendo en su mano un anillo. ─Eso pasa cuando tienes cáncer en etapa tres, e intentar eliminarlo a como dé lugar de la manera más agresiva y experimental. ─bufó con sarcasmo. ─No sabía que te habías casado, ¿debería felicitarte?, o debería preguntar... ─mira toda la habitación. ─¿dónde está ella?, ¿o es un él? ─pregunta con duda. Esto le causó gracia, no sabía que alguien que venía de una familia con religión arraigada desde siempre, consideraría un él. ─Es ella. ─musitó con una sonrisa. El solo hecho de recordarla lo hace sonreír, su semblante se veía mejor aún cuando seguía igual de mal. ─¿dónde está?, si yo fuese tu... ─Mi esposa... ─suspiró acomodándose en la silla. ─ella es increíblemente valiente, graciosa, y aunque es algo salvaje, reconozco que eso es lo que más amo de ella. Puede ser tan elegante al caminar, y a su vez golpearte como un luchador profesional. Es valiente para enfrentarse al mundo entero, pero le teme a la oscuridad, esa es mi esposa. ─voltea a verla. La envidia y los celos surgieron desde la nanda y se empezó a ser cada vez más grande como una avalancha, mientras más lo escuchaba, mas crecia, pero eso era tan nuevo en ella, que ni siquiera ella los reconoció como tal. ─Y, ella no sabe que estoy aquí. No se supone que nadie lo sepa. ─dice volviendo la mirada a la ventana. ─Pero este es el momento en el que más necesitaría estar aquí, de eso se trata el matrimonio. ─dice intentado colocar su mano sobre la de Edward que está apoyada en el reposabrazos de la silla de ruedas. ─La amo tanto. ─quita su mano y la apoya en su pierna. ─que no me rececia pasar este desdén de inciertos y errores como lo es el cáncer. ─musitó.
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